La nariz rosada olfatea esquinas como los perros de la calle,
no pertenece a ningún cuerpo, es una mutante de los suburbios.
Antes de ser nariz fue una crisálida adormecida por los vientos,
que estornudaba de alergia al polen.
Tanto estornudó que ahora es una nariz con alas.
Liba de las flores silvestres y de las del jardín silencioso
y olvidado,refugio donde la sorprende las sombras.
Ventea los olores raros de la noche,se deleita con sus libélulas,
y se asombra con el brillo de los astros.
Siente lástima de esas narices pegadas a los rostros,que esconden
cochinadas y soportan armaduras y pañuelos.
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