La silla
La anciana pasaba horas postrada en su silla de ruedas bajo la sombra del árbol,
tenía demencia senil y, sus ojillos apagados comtemplaban un mundo extraño.
Marta salió al patio y le acarició los blancos cabellos, sentía pena de ver a su madre invalida y con aquella sonrisa estupida todo el tiempo, Ismael, su esposo deseaba que su suegra muriera.
Que descanse en paz,está sufriendo, ya tiene 91 años y es una dura carga para nosotros- le solía decir a Marta.
Pero Irene tenía buen apetito y , Marta amaba a su madre pero también en el fondo quería que muriera,y dejar de limpiar sus orines,
Era su única hija y siempre le prometió que nunca la enviaría a un asilo, sin sospechar que Irene viviría tanto en aquellas condiciones, cada día le rezaba a Dios para que se la llevara al cielo.
Aquella mañana de Otoño, quedaron solas en la casa, Ismael se había marchado rumbo al pueblo en busca de víveres.
Marta dejó a la anciana en el patio y se fue a la cocina a preparar el almuerzo, acababa de pelar las viandas cuando escuchó un quejido aterrador, acompañado de sordos gruñidos.
Asustada corrió al exterior.
Un enorme cerdo atacaba los pies de su madre, su hocico estaba tinto en sangre, le había comído los dedos de los pies que crujían en sus amarillos dientes ,la pobre mujer abría la desmesurada boca ,sus ojos desorbitados miraban a su hija y sus huesudas manos se crispaban por el intenso dolor.
Su hija dando gritos se armó de un rastrillo y golpeó la cabeza del cerdo que dando chillidos escapó hacia los corrales, situados a unos treinta metros de la casa.
La anciana estaba mal herida, la sangre no paraba de manar, Marta desesperada, rasgó su vestido y lo enrrolló sobre los pies cercenados.
En ese momento llegó Ismael a todo galope.
Cuando vió aquella tragedia se puso las manos en la cabeza.
Que pasó aquí Marta?
Ella le contó lo sucedido entre entrecortados sollozos.
Necesitamos un médico con urgencia-concluyó la mujer.
La mirada de Ismael era hielo.
Marta, se que es tu madre pero si viene el doctor y se entera de lo ocurrido le avisará a la policia y puedes ir a la carcel por no cuidar bien a la vieja.
La mujer sollozaba en silencio.
Ese maldito cerdo, como pudo escapar de los corrales?
El la abrazó.
Puede que rompiera algunas tablas podridas
Que vamos a hacer? susurró ella
La respuesta brotó del mismo infierno.
Dejarla morir.
El corazón de la mujer dio un vuelco pero en lo profundo de su ser sintió una alegría salvaje.
Sí , que muera y que descanse en paz.
Al mediodía la anciana expiró desangrada y en terrible sufrimiento
Ismael sobornó a un doctor amigo suyo con 500 pesos, dos cabras, cinco gallinas y un lechón.
En el alta de defunción Irene había muerto de gangrena debido a la mala circulación.
esa misma tarde tomó la silla de ruedas fue a la costa y la lanzó al mar.
Y la paz regresó a la casa, durmieron como piedras sin las preocupaciones del pasado y Marta le dio gracias al Señor por haber enviado al cerdo, que para no tener malos recuerdos Ismael había vendido en el pueblo.
Pasaron los meses,una tarde de invierno el desalmado marido regresaba de sus labores,caminaba ensimismado en sus pensamientos cuando de repente vió bajo el árbol la silla de ruedas, se paró en seco, se restregó los ojos y alli continuaba brillando bajo la tarde moribunda.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, en ese instante escuchó alaridos horribles dentro de la casa, corrió de prisa entró y vio un espectaculo dantesco y horripilante.
Marta estaba desfigurada, era una masa sanguinolenta,
Sobre ella el fantasma de su madre bañado en sangre sonreía con aquella sonrisa estupida mientras daba dentelladas en el higado aún hirviente de su hija y gruñía como los cerdos.
Ismael cayó al piso ensangrentado con un ataque fulminante al corazón y antes de expirar le pidió perdón al creador por su crimen.
Soltar el cerdo.
Del libro El cenicero del Diablo y otras historias
No hay comentarios:
Publicar un comentario