Una anecdota contada por Flor Loynaz hermana de la poetísa Dulce María Loynaz sobre el genial poeta granadino y amigo de su familia, recogída en el libro.
DIAS CUBANOS DE LORCA
Lorca llegó a nuestra casa una mañana bastante temprano sin anuncio previo-preguntando al portero por mi hermanao Enrique.
Enrique era el único de nosotros a quien el conocía-no personalmente-sino a través de una larga correspondencia que con motivo de sus poesías se suscitó en España.
Y es así que al llegar a la Habana, apareció en casa y sin dar siquiera su nombre le dijo al portero que le avisara a Enrique.
Enrique que era abogado, había pasado la noche redactando un contrato que debía firmarse en la mañana siguiente, por lo que a esa hora dormía a plenitud.
Cuando lo despertaron aunque no estaba del todo despierto se echó una bata de casa, tomó el contrato y la estilográfica y fue a ver al visitante creyendo que era el que esperaba.
Yo no presencié la historia pero la refiero según me la contó el propio Lorca.
Dio los buenos días y extendiendole el contrato dijo;
Léalo, y si está conforme firmelo.
El sin leerlo porque según me dijo era muy largo, tomó la pluma y lo firmó.
Mi hermano que según parece ya comenzaba a despertarse del letargo que le produjera la mala noche,dijo un tanto asombrado;
Pero ha firmado usted sin leerlo
Y para que tengo que leerlo?
Enrique más sorprendido todavía miró la firma.
Cómo es posible, usted no es Pestonit
Claro, Yo soy Federico, pero como usted me dijo que firmara firmé.
Pues me echó a perder el contrato.
Así cuenta Flor Loynaz fue que comenzó la gran amistad que se extendió luego a toda la familia.
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