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Historia del moribundo

Todo el tiempo estuvo aquí estrujando mis manos, no pude verlo, aunque ya lo había visto en suenos.
Cuando me supo moribundo vino de su mundo de garfios con una flor extraña y guijarros en sus bolsillos, se sentó al borde de mi lecho y me contó historias jamás narradas por humanos.
He aquí una de ellas que más recuerdo y la contaré afiebrado y bajo los efectos de la morfina.
Se trata de un ser que habitaba oculto en el jardín de una humana nacida al principio del siglo 100 en una ciudad nombrada Kromos, amurallada y muy luminosa.
La mujer tenía unos 240 años y nunca se había casado, solo dedicaba su existencia a la siembra de flores exóticas, y el ser la amaba y la seguía cuando desnuda se paseaba por el mediano jardín recitando poemas de un antiguo poeta del siglo 20 llamado Pablo Neruda.
Y así transcurrieron 70 años hasta que una tarde el ser que era verdoso, pequeño y jorobado
saltó al sendero y arrodillado le declaró su amor y la mujer lo aceptó y esa noche hicieron el amor 27 veces bajo el silencioso y veloz tráfico aéreo de la ciudad.
Y tuvieron muchos hijos porque las razas del Universo se mezclaban desde el siglo 61, cuando las naves se esparcieron en todas las direcciones de la gran expansión y los mundos se descubrieron con júbilo y sin conquistas.
Y llegaron los siglos de oro del Universo y sus habitantes compartieron sus tecnologías apartando a un lado valores y costumbres y el celo infundado por las patrias y banderas.
Se creó la Federación Universal con su principal premisa.
Todos los seres vivientes somos universales y tenemos el libre albedrío de viajar y vivir en la gran expansión poblandola de exóticos jardines y poesía.
Hasta aquí la historia de este ser que al parecer retrocedió hasta este siglo 21 y estruja mis dedos antes de que expire.




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