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Pobre trovador

He aquí la historia del hombre que no supo escapar de una ideología funesta, era un poeta y con su guitarra a cuestas compuso canciones a l...

viernes, 25 de febrero de 2011

La anciana

Aquel mediodia caluroso me abanicaba sentado en el portal cuando vi acercarse a la anciana.
Quedé sorprendido por su presencia pues aquel era un lugar solitario y alejado de la ciudad para que una señora entrada en años lo recorriera sin compañía.
Era baja de estatura, rubicunda y regordeta.
Vestía una falda larga color ratón y una blusa floreada y de mangas largas, en su cabeza lucía un sombrero antiguo.
Hice callar a los perros y llegó frente a la casa, sudorosa.
Me puede regalar un vaso de agua.
Si como no.
Fui a la tinaja y cuando regresé no estaba.
Le di la vuelta a la casa, miré bajo los uveros del fondo y ni rastro de la mujer.
Intrigado seguí por el sendero que conducía al mar y cuando me dio la brisa marina
la descubrí alla lejos sobre el diente de perro de frente al vasto océano.
Moví la cabeza y regresé a casa, entré y di un grito de sorpresa.
Acostada en mi lecho estaba la anciana.
No es posible- le dije con voz atragantada- acabo de verla junto al mar.
Sonrió.
Viste un fantasma, porque no me he alejado de tu casa.
Pero cuando le traje el agua....
Estaba en la letrina, orinando.
Si, es posible- pensé- no se me ocurrió que estuviera ahí.
Me das el agua?
Se la traje y sedienta la bebió.
Ahora si me lo permites, quisiera dormir una siesta, estoy cansada.
Y diciendo esto cerró los ojos y al rato roncaba acariciada por la brisa del sur que entraba por la ventana.
Me encogí de hombros.
Tal vez cuando despierte se marche.
Volví a recorrer el sendero y quedé paralizado, la anciana continuaba en la costa,
me restregué los ojos, pero no era una visión como pensaba.
Seguido por los perros fui a su encuentro determinado a resolver el misterio.
Oiga- le dije a solo unos pasos.
Se volvió.
Era la misma persona y un escalofrio bajó veloz desde mi nuca a mi espalda.
Me traíste el agua- me preguntó sonriente.
Quien es usted?- grité alterado.
Soy una anciana indefensa que viene a ver una puesta de sol.
Y la otra igual a usted que está durmiendo en mi cama, quien es?
Será un fantasma porque yo no me he movido de esta orilla.
Eché a correr hacia la casa, el corazón me latía con fuerza y un fuerte dolor en el pecho me agobiaba.
Entré a mi cuarto no había nadie, fui hasta la letrina, vacía.
Regresé corriendo al mar, la costa estaba desierta.
Oscurecía y bandadas de flamencos volaban hacia los manglares.
Esa noche no pude dormir, fumaba un cigarrillo tras otro escuchando grillos y sonidos
misteriosos.
Al amanecer armado con mi escopeta de caza recorrí los alrededores y la costa sin encontrar rastro de la extraña.
Este suceso que cuento me sucedió hace más de veinte años.
Sigo viviendo en la misma casa, solitario, alejado del bullicio, enamorado de la naturaleza y del mar y en todo este tiempo nunca más volví a verla.
Cuando cuento la historia algunos me creen, otros sonrien escépticos y muchos me han sugerido que debió tratarse de una broma entre dos hermanas gemelas.
Solo Dios sabe que sucedió.


Autor; Ernesto Ravelo

Ven conmigo al manglar

Ven conmigo al manglar.
Quiero mostrarte la quietud de sus aguas,
y su fondo de sargazo, hogar de cobos,
peces, morenas, pulpos y jaibas.
Dejemos los zapatos en la orilla
y caminemos por este mar bajo y verde.
Mira como bajan las lanzas de los mangles
buscando el lodo frío.
Observa aquel pajarillo cazando insectos
mimetizados en la paz.
Respira este olor a salitre y pantano,
entregate a este paisaje cautivador.
La tarde se retira, dejando el viento
del sur y trayendo bandadas
de aves marinas que huyen de la noche.
Regresamos a la orilla con el agua
a media pierna , hechizados por la
puesta de sol.
Te susurro al oido cuanto te amo
y regresamos a casa por el camino
que corre entre los uveros.

Autor;Ernesto Ravelo

sábado, 19 de febrero de 2011

Cuando niño fui un bully

Cuando niño fui un bully, crecí y me hice
un bully adolecente que le partía la cara
al más pinto.
De adulto he sido estibador, bisnero
y por último truck driver.
Odiaba la escuela y sus estupidos maestros,
amaba la marginalidad del barrio y su olor
a sangre y muerte.
Cuando niño fui un bully, hoy cuanto
lo lamento.
Pero tuve la suerte de descubrir a un poeta
emboscado en mi pecho rebelde.
Lo tomé de los cabellos y pude sacarlo a la
luz.
Cuando niño fui un bully y hoy
un cordero pastando en la pradera
y bebiendo las aguas azules de un lago
silencioso.
Atrás quedó el pasado,encinto de recuerdos,
y el tonto joven que creía que las cosas
se lograban con los puños.
En mi juventud fui un bully, cargado de rencor,
bebiendo alcohol en las esquinas, desafiando
el mundo y sus virtudes.
Fui un leproso con cascabel al cuello, dejando
la piel en cada paso.


Autor; Ernesto Ravelo

Dedicado a un amigo

viernes, 18 de febrero de 2011

Olvidame

Canción

Olvidame y cuanto antes mejor,
escuchame, te soy franco,
alejate de mi vida por favor,
no quiero hacerte daño.
Olvidame, no estoy de ti enamorado,
y confesartelo me causa estupor,
pero que puedo hacer si no te amo,
no me busques por favor.
Olvidame, no sigas insistiendo,
ya todo está dicho entre tú y yo,
verás que al transcurrir el tiempo,
hallarás una nueva pasión.
Olvidame, busca un nuevo comienzo,
donde no exista el dolor,
escuchame, en este mundo inmenso
cabe tu corazón.
Olvidame, cuanto lo siento,
no era mi intención,
herir tus sentimientos,
mujer, te pido perdón.
Olvidame porque tus besos
no me causan emoción,
escuchame, yo creí que lo nuestro
tendría salvación.
Olvidame toma tu sendero,
y marchate con el sol,
que encuentres la felicidad, te deseo,
gracias por tu amor.

Autor; Ernesto Ravelo

Copyright 2011

El cenicero del Diablo

Fuma el Diablo viejo en su trono de azufre
y los anillos azulados de su puro suben
a la cúpula dorada del Averno.
Fuma el Diablo viejo y las cenizas
caen en su cenicero violeta que una vez
estuvo entre los hombres.
Fuma recordando que fue en su busca
por el mismo camino por donde descendió
Orfeo.
Fuma el Diablo viejo, desconfiando
de ángeles caídos, demonios y cruces.
Día y noche vela su cenicero, no duerme,
no come, es un insomne empedernido.


Autor; Ernesto Ravelo

Morir es una opcion aclamada por los suicidas

Morir es una opcion aclamada por los suicidas,
que no pueden salir del laberinto donde
el Minotauro brama, Perseo tiembla y Ariadna
reza para que no se reviente el hilo.
Morir un dia cualquiera, fuera de calendario,
desnudos en el horror del mundo, escuchando
la paz de los gorriones dando saltitos
imperceptibles.
Los suicidas entonan un himno extrano con
sus ojos inyectados de ascuas y la palidez
dorandose al sol.
Morir es una opcion en la vida, encorvada
por la joroba de culpas y avatares.
Pero antes de tomar la desicion, otea
las sombras, sal sangrando del laberinto,
danza por las calles bebiendote la lluvia
y ruge como leon hambriento tras su presa.
Entonces es posible que regrese el deseo de vivir.


Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 17 de febrero de 2011

Ando por tu geografia

Ando por tu geografia la noche entera,
comiendo de tus ganas, bebiendo de
tus caricias y rugiendo entre tus piernas.
Ando sudando esta lujuria que me consume
desde que descubri tu perfume flotando
en la primavera.
Ando por tu geografia,como colibri libando
de una flor,y en tu oasis me detengo a calmar
esta sed que quema.
Te amo en la noche fria, olvidandome del sol,
detengamos el andar de la Era con la palabra
pasion.
Te amo chiquilla mia y esto que siento es amor,
estoy sintiendo su magia que llega a mi interior.
Amo tu geografia y soy tu Cristobal Colon
navegando por tu tormenta en busca de tu corazon.


Autor;Ernesto Ravelo

sábado, 12 de febrero de 2011

Anochecer

Casi anochece y espero que escampe
bajo la mole de este edificio ecléctico.
Al frente el parque y el teatro,
longevo, desafiando el nuevo siglo.
Pasan las viejas presurosas, cobijadas
por sus sombrillas,desaprobando
con sus cabezas a un grupo de niños
que chapotean en los charcos.
Las campanas de la catedral tañen,
se prenden las luces que contentas
se bañan en la calle de San Fernando.
Un perro errante se acurruca en mi pierna
y le doy a lamer la sal de mis manos,
agradecido mueve la cola y se marcha.
Una niña se zafa del brazo de su madre,
y corre a recoger una flor abandonada,
sonríe y se la engancha en la oreja.
Ya es noche, escampa y me quedo extático,
sumergido en esta paz única.
Pasan los autos, antiguos,clásicos,
humeantes.
Tomo la acera,y me sumerjo en el bulevar
rumbo Al Prado.

viernes, 11 de febrero de 2011

Bigirita.

Bigirita, Bigirita, ven a la cocina.
La niña vino sudorosa del patio, brillandole las oscuras trenzas.
Que quieres mami?
Ayudame a fregar hija?
Se puso seria.
Soy una niña todavía- dio media vuelta- fregaré cuando sea mujer.
Y escapó de prisa al patio.
Le gustaba correr bajo los árboles, tratando de atrapar las hojas inservibles
que bajaban danzando al suelo y detestaba ayudar a su madre en los queaceres domésticos tan fastidiosos y que le robaban tiempo para sus juegos.
Su madre volvió a llamarla.
Hija, el baño te espera.
Corrió hacia la cerca, se escabulló por un hueco secreto oculto en la enredadera
y corrió por la calle polvorienta rumbo a la casa de una de sus tías.
Iba tarareando una canción, cuando vio venir en sentido contrario a una viejecita
que caminaba a duras penas, apoyandose en un viejo y retorcido bastón y llevado a sus espaldas un saco de tela.
Al acercarse la arrugada mujer le acarició la cabeza.
Niña, como te llamas?
Me llamo Rachel, pero todos me conocen por Bijirita.
Y eso por qué?
Porque me gusta pintarme el cuerpo con todos los colores de mi acuarela y mis padres
dicen que me parezco a las aves llamadas Bijiritas.
Hizo una pausa.
Pero yo no conozco a esas aves, dice mi papi que tienen un plumaje muy bello.
Es cierto- dijo la anciana- son tan bellas como tú.
Los ojos de Bijirita resplandecieron.
Usted las ha visto?
La anciana sonrió.
No solo las he visto, sino que las alimento en el patio de mi casa, te gustaría verlas?
Claro que sí- dijo dando saltos de alegría.
Dejaron el camino del pueblo y tomaron una vereda del bosque pues la anciana le dijo que vivía en las afueras y por la vereda llegarían más pronto.
Bijirita lo miraba todo, era la primera vez que veía el bosque.
Se divertía con la gracia de las ardillas, se maravillaba con los hongos que crecían bajo la humedad de las frondas y con el zumbido de los insectos.
Pero de repente el bosque se hizo oscuro y empezó a sentir temor.
Hay lobos? - preguntó
Por supuesto que no, ya falta poco y cuando lleguemos te daré golosinas.
De repente en un claro apareció una cabaña que humeaba por la chimenea.
Llegamos- anunció la anciana.
Abrió la puerta con una pesada llave que traía atada al cuello.
Adelante Bijirita.
La niña entró y vio una sala polvorienta, desordenada y los rincones y el techo cubiertos de telas de araña.
Siguieron al interior, la mesa del comedor estaba llena de platos, cucharas, ollas
y vasos sucios.
El suelo cubierto de polvo, papeles y otrs desperdicios.
Entraron a una cocina, oscura y mugrienta, había tizne y suciedad por todos lados.
La niña le dijo en tono tajante.
-Quiero ver las Bijiritas y volver a casa.
La anciana la pellizcó suave en la mejilla y le dijo.
Los pajarillos vienen a comer a las tres de la tarde y son las once de la mañana,
pero antes de que lleguen puedes ayudarme a limpiar la casa.
Bijirita se puso brava.
No, yo vine a ver las bijiritas, soy una niña y me gusta jugar no limpiar mugre.
La expresión dulce desapareció del rostro de la anciana y su rostro se transformó en duro y sombrío.
Sientate en esa silla- chilló con su boca desdentada.
La niña se puso pálida y comenzó a temblar.
La anciana se le acercó con mirada chispiante.
Ahora mismo te daré un delantal y quiero que limpies toda la mugre de mi casa o si no te como.
Y lanzó una chillona carcajada, mientras bailaba con una agilidad sorprendente.
Entonces Bijirita comprendió que estaba en la casa de una bruja.
Se puso el delantal y llorosa tomó la escoba y se puso a barrer la sala.
Espera-le ordenó la bruja- primero pon agua para aplacar el polvo, mientras tú limpias yo iré a la cocina a preparar la cena, que esta noche tengo invitados.
Y frotandose las huesudas manos se fue a sus queaceres.
Bigirita regresó con un balde de agua que pesaba y el asa le lastimaba sus tiernas manos.
Lo dejó en el medió de la habitación y corrió a la puerta de entrada pero estaba bien asegurada con dos pestillos a una altura que ella no alcanzaba.
La voz de la bruja la estremeció.
Que sucede que no te escucho barrer.
Regó el agua,barrió la sala, recojió la basura con el recogedor y sacudió los antiguos muebles con un plumero.
Le dolían los brazos, las piernas y el cuello.
Luego se fue al comedor y al ver tanto reguero se puso a llorar.
Se acordó de su madre llamandola para que la ayudara a fregar, si le hubiera hecho caso ahora no estuviera prisionera de la bruja.
Con un cansancio inmenso continuó la limpieza, recogió los platos y los puso cerca de la puerta de la cocina para fregarlos cuando la dueña de la casa terminara su cena.
Barrió la inmundicia, puso un mantel nuevo y se puso a sollozar sentada en el suelo.
De repente dos ratoncitos salieron de un hueco de la pared y timidos y curiosos se acercaron a la niña.
Hola- le dijeron con sus vocecitas.
Hola- les respondondió secandose los lagrimones.
Soy Miquito.
Y yo,Tronquito, y estamos aquí para ayudarte a escapar.
Pero todo está cerrado-se lamentó la niña.
Baja la voz, que las brujas tienen un oido muy fino- susurró Miquito.
Bijirita les preguntó.
Por qué viven en casa de una bruja?
Tronquito le respondió.
Porque siempre tiene queso en la despensa y como sabrás esa es nuestra debilidad- y se relamió sus finos bigotes.
Mientras tanto la bruja tarareaba una tonada en la cocina.
Iré a ver que hace- dijo Tronquito y veloz y silencioso se fue hasta la puerta.
Enseguida regresó.
La Malvada, así la llamamos, está afilando un enorme cuchillo y comprobando el filo con las yemas de sus dedos, y en el fogón hierve una sopa con coles y zanahorias,
solo le falta la carne.
Bigirita tuvo que ponerse las manos en la boca para no gritar.
Niña, debes huir antes que oscurezca, la bruja ha invitado a sus amigas también brujas a un banquete y tu eres su cena.
Tronquito continuó.
Te abriremos los pestillos.
Escucharon los pasos de la Malvada y se esfumaron por la pared.
Ajaah, veo que eres una niña obediente y muy trabajadora, ahora ve a la cocina, friegalo todo y revuelve la sopa.
-Cuando termine, me puedo ir a casa?
-Pero como te vas a marchar tan de prisa criatura de Dios, si tu eres invitada de honor en mi banquete.
No, dejeme ir a casa cuando todo esté limpio, extraño a mis padres.
La bruja volvió a enojarse.
A la cocina- vociferó.
Bigirita se subió sobre un banco y se puso a fregar, viendo como hervía la sopa.
Estaba por terminar cuando escuchó un grito espantoso de la Malvada.
-Cochinos ratones, dejen de robar mi queso.
Se bajó del banco, se asomó a la puerta y vio a la bruja roja como un tomate por la ira.
Blandía la escoba y perseguía a Miquito y a Tronquito por toda la sala, luego el comedor y después se fue a su cuarto.
La niña miró los pestillos, estaban corrídos, de puntillas se fue hacia la puerta, la abrió y salió afuera.
Casi era noche, el viento refrescó sus mejillas y echó a correr por el claro rumbo a la boca negra del bosque.
Entró por su garganta y desorientada andubo por las estrechas veredas procurando no desviarse.
Caminó rodeada de extraños ruidos y silvidos, pensando en sus padres que a aquella hora debían estar buscandola desesperados.
De repente escuchó risas espantosas por encima de las frondas y se estremeció de pavor.
Las invitadas llegaban a la fiesta.
Apuró el paso pero tropezaba en la oscuridad y se arañaba las piernas con los arbustos espinosos y las ramas secas.
De pronto a sus espaldas retumbó un clamor que la hizo detenerse en seco.
Escuchó los alaridos y maldiciones de la Malvada que le contaba a gritos a sus amigas que la cena se había arruinado pues la niña había logrado escapar.
Vamos tras ella- chillaron y se lanzaron a la persecusión.
Las voces se fueron acercando, Bijirita temblorosa y extenuada se escondió tras el tronco de un árbol.
La luna había salido dandole al bosque un aspecto plateado.
Entonces sintió pasos y una conversación a pocos metros de ella.
-No puede escaparse, es nuestro alimento de esta noche de aquelarre y pócimas- decía La Malvada.
La encontraremos- le respondió una de sus amigas con voz ronca- no es así Moldova?
Claro que sí- y comenzaron a hablar todas a la vez, eran ocho brujas en total.
Silencio- ordenó Moldova- acabo de olfatear carne humana, hacia aquella dirección-
y se dirigieron hacia la niña.
De repente Bigirita vio delante de ella a un lobo de espeso pelaje y se sintió perdida y acorralada entre depredadores.
Pero el lobo le habló.
Soy Blish el jefe de la manada del bosque y amigo de Miquito y Tronquito que me enviaron para que te lleve a casa, monta sobre mi lomo.
La niña saltó sobre el lobo que sacó sus afilados colmillos y le gruñó a Moldova que
apareció olfateando el aire.
El depredador de los bosques se lanzó a una vertiginosa carrera hacia el pueblo.
Sujetate bien- le gritó a la niña.
Pero las brujas no se dieron por vencido y montadas en sus escobas los persiguieron por aire.
Blish salió de la espesura y corrió por el camino bajo la luz de la luna.
Sus persiguidoras comenzaron a bajar en picada lanzando risas espantosas.
De repente en el camino se vieron antorchas y se escucharon voces.
Las brujas subieron a las alturas y desaparecieron en el firmamento.
El lobo se detuvo jadeante.
Ve con los humanos, estás a salvo.
La niña lo abrazó.
Gracias Blish.
Y el animal regresó al bosque.
Las antorchas pertenecían a los lugareños que la buscaban por todas partes.
Bigirita hija mia.
La niña cerró los ojos y se refugió en el calor materno.
Mami te quiero.
Yo también mi amor, pero donde has estado, pequeña?
Por supuesto que nadie le creyó la historia de la bruja, el bosque, la cabaña, los ratoncitos y el lobo.
Siempre ha sido una niña muy imaginativa- le dijo la madre a los lugareños.
Su padre la cargó sobre sus hombros y regresaron a casa.



A la mañana siguiente sus padres despertaron tarde, agotados por las peripecias de la última noche y cual no fue su sorpresa al encontrarse a Bigirita subida sobre un banco preparando el desayuno.
Hija- le dijo la madre sorprendida- por qué no estás descansando en tu cuarto?
Mami- le respondió la pequeña- ya barrí la casa y sacudí los muebles, boté la basura,
planché la ropa de papá,fregué, alimenté las gallinas.
Tienes algo más que hacer?

Autor; Ernesto Ravelo García.

jueves, 10 de febrero de 2011

Felipe Vera

Felipe Vera se pasaba horas acostado en el arenoso camino, fingiendose muerto
para que las auras volaran en círculo sobre su falso cadaver.
Desde niño le fascinaba verlas planear en las alturas en días nublados
y su corazón latía con fuerza cuando las veía descender sobre la carroña.
Cuando su padre mataba algún puerco o chivo,recuerda que echaba el mondongo
del animal en un saco de yute y se iba a los potreros, lo desparramaba sobre la hierba y se sentaba bajo la sombra de un árbol a esperar por las auras y allí pasaba horas absorto, viendo como se alimentaban.
Ya de hombre cuando no tenía mondongos de animales salía con sus perros a la caza de gatos salvajes que abundaban en aquellos montes, y ponía sus cadaveres a disposición
de sus admiradas aves.
Pero ya era tiempo de presentarse así mismo como cena, y en ese intento estaba desde hacía una semana.
Estaba desnudo y con la piel embadurnada con el olor de un mondongo de res pestilente que le provocaban náuseas.
Quería que las auras bajaran en busca de su cuerpo, se posaran cerca de él, sentir que su carne era apetecída por sus afilados picos , soportar con estoicismo los primeros picotazos y luego levantarse de un salto para verlas remontarse.
Necesitaba tener en su piel huellas de su propia obsesión.
Las auras habían descendido, pero siempre ocurría un contratiempo,los perros llegaron de sorpresa y las espantaron, persiguiendolas, otro día aparecieron unos monteros a caballo y el pito del tren de las diez de la mañana las ahuyentó.
Pero esta vez había tomado precauciones, dejó amarrado los perros y se acostó en un camino poco transitado a la hora que no pasaba el tren.
Aguantaba la respiración y sus músculos estaban relajados,las moscas lo atormentaban y le ardían los ojos por el sudor pero supo soportarlo.
Las auras planearon durante un rato, y las primeras comenzaron a aterrizar.
Disfrutaba del aleteo vigoroso de sus alas.
De pronto las presintió cerca, el corazón comenzó a desbocarse, sintió un roce áspero de plumas en su brazo y un picotazo punzante en la barriga.
Se mordió los labios, el grito se le ahogó en la garganta.
Otro y otro, pudo soportarlos rechinando los dientes.
Eran suficientes? pensó
No, quería más.
Otro, y otro y otro...
Notó como la sangre le corría.
Abrió los ojos y descubrió sombras negras y cabezas calvas disputandose sus entrañas,
los picos habían abierto un hueco y sus intestinos eran devorados.
Pero no se movíó, ya no sentía dolor, y sí una especie de paz extraña.
Sonrió y miró al cielo.
Nubes veloces corrían hacia los potreros, presagiando lluvia.
Y una felicidad que no había sentido en toda su vida lo embargó al sentirse devorado.


Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 9 de febrero de 2011

La vida en rojo

El niño descubrió el vidrio entre la arena,lo limpió con el borde de su short y quedó maravillado.
Era rojo y pulido por el mar.
Se lo guardó en el bolsillo y corrió hacia la villa de pescadores donde vivía con sus padres y sus ocho hermanos.
Su madre fumaba en el portal mientras contemplaba el otro lado de la bahía.
-Mami, mami, mira lo que encontré en la playa?
Y le mostró su tesoro.
La mujer lo tomó , lo examinó y le dijo dando un suspiro.
-Y de que sirve este pedazo de vidrio.
El niño, asombrado, abrió sus grandes ojos oscuros.
-Sirve para mirar las cosas, rojas, diferentes, observa que distinto se ve el sol, el mar,los árboles.
La madre se lo entregó diciendo.
-La vida es como es hijo, un vidrio no la cambia.
El niño entró a la casa y se lo mostró a sus hermanos y todos corrieron afuera a mirar el paisaje y comenzaron a pelearse por tenerlo.
Las hermanas pequeñas lloraban y los varones se daban empujones por conseguirlo.
Entonces la madre se puso de pie se los quitó y lo arrojó con fuerza a las aguas.
Después de cenar el niño se fue al muelle, escrutó el fondo y vio el vidrio
destellando en las claras y quietas aguas.
Se lanzó de cabeza, zambulló y regresó con él a la superficie.
Desde aquel día lo ocultó con celo y lo usaba a solas, cuando vagaba por los sitios
apartados de la costa.
Pasó el tiempo.
Se hizo hombre y pescador como su padre, se casó y tuvo un hijo.
Cuando el niño cumplió siete años, junto a los regalos y juguetes estaba el vidrio
metido en una cajita amarrada con cinta.
Sus hermanos quedaron asombrados cuando les confesó que aquel era el mismo que su madre había arrojado a la bahía.
Todos salieron al portal y en silencio se lo fueron pasando de mano en mano,
la última en mirar fue la anciana madre.
Estuvo un rato observando la tarde y luego con voz emocionada, exclamó.
Tenías razón hijo mio, es distinta la vida en rojo.
Y le dio el vidrio a su nieto que junto a sus numerosos primos se lo disputaban
para mirar el moribundo sol.


Autor; Ernesto Ravelo

El súcubo

El súcubo arriba cada noche,
suspira y se mete bajo
mi piel.
Busco su boca y lentamente
bajo hacia su geografía
endemoniada.
Bebo de sus fluídos, extasiado
por su belleza.
El muy pervertido roba mi semen,
bate sus alas y regresa
a su mundo color ocre.



Autor; Ernesto Ravelo

Yo se de un mar profundo

Yo se de un mar profundo, invadido
de junglas de corales y peces lentos,
taciturnos, nadando en el cristal
del silencio.
En su techo, espuma, graznido
de gaviotas y zambullida de pelicanos.
Yo se de un mar profundo que traga
soles a diario y se duerme en noches
plateadas.
Recorro sus costas desiertas en busca
de la paz fugitiva y bebiendome
el salitre amargo de playas feroces.
Yo se un mar profundo,a veces índigo,
a veces bronce.
Un mar astuto que ventea mi sangre
y asusta.

Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 7 de febrero de 2011

Es peón y no torre

Buscas agua donde todo es sequía.
Enormes manchas sedientas, tatuadas
en paredes sucias de consignas.
Al hombre lo engañan, le hacen creer
que el polvo es trigo.
Buscas agua y te mueres en esta isla,
cargada de tesoros podridos.
Al hombre lo engañan, le dicen
que la patria es su último abrevadero
y sus costillas, balas en busca
de carne.
Oasis secos y deambulan los escogidos
con sus mochilas sin fondo
por calles rotas, escupiendo miseria,
aturdidos del ardid del mago.
Al hombre lo engañan, le han dicho
que es nuevo, se toca, se palpa
y se descubre abstracto,aturdido.
No es el búfalo que brama, rey
de la pradera.
Es peón y no torre.

Autor;Ernesto Ravelo

domingo, 6 de febrero de 2011

Luis Raúl

A Luis Raúl le fascinan los relojes
de cuerda.
Recorre el barrio de casa en casa,
indagando por los rotos.
Es un niño grande que pasa horas
dasarmando mecanismos que un día
domaron segundos, minutos y horas.
Se encierra en su cuarto naranja,
y zafa coronas, tornillos,
el muelle real y el barrilete.
Cuando se le cansa la vista, abre
las ventanas y se maravilla
con el azul intenso.
Luis Raul es el bobo del pueblo,
el simplón que divierte
a los burladores, pero para
el poeta es luz, verso, un ángel
crecido.

Autor;Ernesto Ravelo

El niño y la cebolla

El niño descubre la cebolla,
fría, morada,dormida en el mercado.
La carga, la besa, se le cae
al suelo y su madre lo reprende.
Si la muerdes, pica,
si la rompes, lloras.
El niño le pide que la compre
La madre le advierte.
Huele feo.
Pero al muchacho no le importa
y se la lleva a casa.
La madre la necesita para
un sofrito, pero el niño
molesto se opone.
La madre llora y su hijo
le recuerda que no es a causa
de su cebolla morada.
Se la lleva a su cuarto,
le pinta ojos saltones,
nariz griega y labios
azules.
Se duerme con su protegida
bajo la almohada y sueña
que un ejercito de brujas
lloronas, vuela entre
un vapor de nubes con rumbo
a la nada.


Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 2 de febrero de 2011

Noche de amor

Es noche de amor y tu vestido,
dibuja el deleite de tu cuerpo.
Sexy y atrevida te acercas a mi
aliento como el sol al horizonte.
La música es suave, sensual
y tus caderas, fuego donde arden
mis emociones.
Bailamos perdidos en el tiempo,
piel con piel, labio con labio.
Bailamos y todo es sentimiento,
susurros, miradas y canciones.
Disfrutamos de esta gran fiesta,
a media luz,desconectados del mundo
y de los amantes que nos rodean.
Es madrugada, la discoteca
es una locura,el ritmo se vuelve
salvaje y tu vestido es bandera,
acentuando tu juventud.
El reloj me dice que es el momento
preciso para ir al suelo,
quedarnos desnudos y amarnos
en el instante del amanecer.

Ernesto Ravelo

martes, 1 de febrero de 2011

Tú y la ciudad

La ciudad se extraña de que no camines a mi lado,
regalandole tu sonrisa de dama en cuadro antiguo,
y tu mirada que descubre la tibieza del primer sol.
La ciudad me pregunta si después de amarnos tanto,
el destino quiso que se rompiera nuestro amor.
Le respondo que quisiste marcharte en busca
del mundo ideal, lejos de mi precencia y de estas
calles.
La ciudad compugnida se pone a llorar, se siente
traicionada de tu proceder y me grita que te busque
por apartados lugares.
La ciudad no será la misma ciudad y yo no seré
el mismo de ayer.
La ciudad no encontrará la paz y yo no hallaré
tu piel.
La ciudad no te verá jamás y yo no te veré otra vez.
La ciudad extraña tu intimidad y yo te extraño, mujer.


Ernesto Ravelo