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Pobre trovador

He aquí la historia del hombre que no supo escapar de una ideología funesta, era un poeta y con su guitarra a cuestas compuso canciones a l...

sábado, 29 de enero de 2011

La pelusa

El viento infla sus carrillos y la pelusa
sobrepasa el campanario en busca de buitres,
aviones y aves migratorias.
La ataca el vértigo, cierra los ojos, gira,
mareada, temerosa de ser conducida
a las galaxias.
Queda ciega entre nubes, roza el pico
de un águila, estornuda, grita, pide regresar,
pero nadie la escucha.
Sigue su vuelo al abismo,viendo la lluvia
caer y el trueno retumbar.
Moribunda, arriba al pequeño planeta
Del Principito que duerme bajo un baobab.
Pero el viento la aleja, no quiere que sea
domesticada.
Y dando un suspiro se esfuma entre astros.


Ernesto Ravelo

Mi primera vez

La amé en una esquina solitaria,
embrujado por la noche y la tersura
de sus senos.
Hicimos el amor de pie, su pierna
buscaba la luna y sus quejidos
ahuyentaron a las criaturas
insomnes.
Me bañé en sus adentros, mordía,
sus uñas de pantera desgarraron
mi piel y su orgasmo fue hoguera
crepitando en la madrugada.
Luego, andubimos por las calles
dormidas hasta su puerta.
Regresé a casa feliz de mi primera
vez.

Ernesto Ravelo

Marigold

Marigold se ha marchado a Kentucky, dejándome su perfume,
el recuerdo de sus cabellos rubios y sus ojos color
océano.
La pienso en el desvelo de mis noches,susurrandome
al oído que el bosque y sus ardillas nos esperan,
y tomados de la mano escapamos por el camino rojo
que corre por los campos de algodón.
Su vestido resalta en la primavera, invadida de pájaros
y saltamontes.
Le prendo una flor en sus labios, beso su frente pálida
y nos hundimos en la floresta.
Marigold se ha marchado a Kentucky, prometiendome volver.
Cada despertar abro la ventana y escruto el horizonte
tratando de definir su silueta.
Solo descubro un tibio sol posado en la distancia.


Ernesto Ravelo

miércoles, 26 de enero de 2011

Visión del puerto

Hoy vi desfilar hormigas ajetreadas,
temerosas de los colmillos del invierno,
cargando al nido hojas tiernas, patas
de cucaracha y una mariposa descolorida.
Hoy vi desfilar a los viejos rumbo al parque
con sus periódicos bajo el brazo y los dedos
entrelazados detrás de sus espaldas.
Un mercante enorme entró bramando a la bahía,
olvidada por delfines y pelicanos.
La sal del océano se me introdujo en la mirada,
y sale en auxilio mi pañuelo.
Desfilan las putas mal pintadas en busca de marinos
ávidos de ron y sexo.
Se apostan en las esquinas, fuman , hablan con orgullo
de sus hijos, de sus sueños y angustias.
Es casi noche y un desfile de luces de neón se prenden
en las calles que mueren en el puerto.
Entonces, rodeado por una paz única regreso a casa.



Ernesto Ravelo

lunes, 24 de enero de 2011

La mancha

La mancha es una sombra en el asfalto,
la dejaron tirada en medio de la calle,
bajo la barbarie del sol.
Se asusta con el bramar de los carros,
y las llantas que por instantes le tapan
la luz.
Siente voces.
Grita
Estoy aquí.
Pero ignoran su voz y la sangre negra
que brota de sus venas.
Se alejan los pasos y las risas.
Se muere el azul del cielo, nubes
veloces corren hacia algún lugar
y un viento imprevisto mece
las frondas de la avenida.
La mancha bosteza y se confunde
con la noche.



Ernesto Ravelo

sábado, 22 de enero de 2011

El huerto

Cuando compramos la casa en el campo mi padre se le cumplió su sueño de tener un huerto.
Durante dos meses trabajó infatigablemente arrancando y cortando la mala hierba, la manigua,y removiendo algunos troncos, luego lo cercó con cerca de alambre para evitar que las cabras se comieran la futura cosecha.
Ese año le habia llegado la jubilación y toda la familia decidimos dejar la vida estresante de ciudad y disfrutar de la naturaleza.
Mi madre que ayudaba a mi padre en todo quedó encantada cuando las negras parcelas quedaron listas para la siembra.
En mi caso el empleo me quedaba a una hora de distancia pero gustosa la recorría con tal de vivr una vida tranquila, lejos del ruido y la contaminación.
La casa era antigua pero se notaba que sus antiguos dueños la reparaban y la pintaban con frecuencia.
Estaba situada en un pequeño pueblo de gente tranquila y de pocas palabras que trabajaban en las fincas de los grandes criadores de caballos de pura sangre que tenian sus mansiones y sus establos a 5 millas del pueblo.
Desde el primer momento nos sentimos confortables en nuestra nueva residencia, tenía
dos pisos, abajo la sala, el comedor, la cocina y un baño y arriba tres habitaciones otro baño y el atico.
Al mes de arribar al pueblo recivimos la visita de los vecinos mas cercanos que vivian a cincuenta metros, y eran una pareja de ancianos obesos y sonrientes que llegaron sudorosos con un pastel de manzana recien horneado.
Quisimos investigar sobre los antiguos dueños de nuestro hogar pero los vecinos nos dieron poca información.
Llegaron a la provincia hacia cinco años procedentes del sur del pais y aseguraron que en aquel entonces nuestra casa estaba cerrada.
La señora de mejor memoria recordó que en dos ocaciones habian visto llegar un matrimonio maduro que pasaban varios dias en la casa y luego se marchaban.
Nunca abrian las ventanas, ni corrian las cortinas, no ventilaban las habitaciones por tanto tiempo cerrada y sabiamos que estaban por el auto parqueado afuera, no es así Arturo- le preguntaba la mujer a su esposo.
Sí, si, así fue mildred- respondia arturo y a sus espaldas nos hacia señas de que la mujer hablaba demasiado.
Despues de almuerzo se marcharon no sin antes invitarnos a una cena.
mi padre comenzo a sembrar el huerto en a finales de enero, planto en los canteros tomates, cebollas lechuga, melon y coles.
Como no era epoca de lluvia regaba con una enorme y vieja regadera con agua de un pozo antiguo pero que aun manaba.
A la semana vimos con alegria como brotaban los verdes tallos o azulados tallos y salian los primeros repollos de col, mi padre era el hombre mas feliz del mundo, tarareaba canciones mientras revisaba la cerca en busca de posibles roturas y hasta clavó un espantapajaros con un sombrero pintado de vivos colores.
Pero hubo un acontecimiento que empezo a cambiar el sociego de nuestras vidas.
Un anochecer estabamos cenando cuando sentimos un fuerte ruido en el huerto, como si algun animal estuviese enredado en la cerca de alambres y tratara de liberarse.
Mi padre se puso en pie le dio un silvido a nuestro perro, un labrador de cinco años
y nos dejó sentadas a la mesa.
Al momento el perro comenzó a ladrar y vimos la luz del patio prenderse, corrimos a una ventana.
Mi padre estaba en el huerto con Sombra que era el nombre del perro.
Con una linterna alumbraba hacia la parte cercada del fondo.
Ramiro, todo estáa bien-le preguntó mi madre alzando la voz.
Si todo bien- contesto mi padre-la cerca no está dañada.
Sin embargo, Sombra continuaba ladrando y gruñendo con ferocidad.
Mi padre lo hizo callar, salieron y cerró la puerta de metal.
Ese ruido parecía cercano pero les aseguro que fue mucho mas lejos- tal vez de la arboleda o mucho mas allá.
Del cementerio? dije como si hablara consigo misma.
Mi madre se presignó y mi padre soltó una estridente carcajada.
No,Susana, ese es un sitio de silencio y paz.
Le respondí
Es cierto, pero tal vez los vandalos profanen las tumbas y el ruido lo provocó una loza o estatua al caer sobre otra loza.
Mi madre intervino.
Es posible que tengas razon, pero el estruendo que dejó lo escuchamos muy cerca.
Hize otra observacion.
No han notado que nuestra casa es la mas cercana al cementerio.
Mi padre volvio a tomar la palabra.
No tan cerca hija mia, lo tenemos a doscientos metros,y ademas todos los pueblos tienen su cementerio y este no es la ecepcion.
Terminamos de cenar, me fui com mi masdre a la cocina a fregar los platos y cubiertos
y mi padre prendio un habano, se acomodo en el sofa y encendio la television.

Y siguio nuestra vida deseada,a las siete de la mañana me iba al trabajo y regresaba a las cinco de la tarde, por esa epoca mi jefe me llamo a la oficina y me dio la noticia de que era ascendida a subdirectora en la escuela secundaria donde ejercia de profesora de matematicas.
Mis padres seguian disfrutando de la vejez, los vegetales regados , fertilizados y atendidos por la perseverancia y la mania de mi padre habian crecido, los primeros tomates comenzaron a salir, las lechugas brillaban con el rocio mañanero y las coles se notaban desarrolladas.
Pronto comeriamos de aquella saludable cosecha.
Aquella semana llegó una feria al pueblo y decidimos ir a celebrar el cumpleaños de mi madre y mi ascenso como subdirectora.


El gato se ha dormido

El gato se ha dormido en el portal brillante,
acariciado por la brisa de una tarde gris,
parece un peluche blanco y negro, sin garras
y sin instintos de matar.
Los gorriones bajan de los aleros, asustados
pero a la vez curiosos de la inmovilidad
del felino.
Dan saltitos a su alrededor y los inexpertos
se atreven a picarle los bigotes.
La confianza aumenta, se le posan en el lomo
y le roban los pelos de la cola para fabricar
sus nidos.
El gato se ha dormido en el portal brillante,
sin importarle la gente que desfila por la acera,
o los carros que tocan el claxon.
Cae la tarde, los gorriones regresan a sus aleros,
se prenden las luces nocturnas y el gato seguirá
inmóvil para siempre.



Ernesto Ravelo

viernes, 21 de enero de 2011

Poema excelente

El poeta me dijo de forma imperativa.
Escribe un poema excelente.
Prendió su habano y se fue al portal.
Y mi pluma escribió lo siguiente.
La excelencia no pertenece al humano,
imperfecto, egocéntrico y vanidoso.
Regresó el poeta leyó lo escrito
y de sus ojos color mar, brotó lluvia.





Ernesto Ravelo

Fue Isabel la que hizo llorar a los caracoles

Fue Isabel la que hizo llorar a los caracoles,
lo se porque la espiaba aquella tarde limpia
y cubierta de polen de Abril.
Triste regresó a casa y noté en sus ojos un mar
de penas.
Entró a su patio y dando suspiros se acostó
en el jardín.
Fue Isabel la que hizo llorar a los caracoles,
a los sapos ocultos, a las hormigas ajetreadas,
y a las abejas que libaban el nectar de las flores.
Desde mi ventana vi su piel cubierta de pétalos,
mientras el viento traía los acordes de un violín.
Fue Isabel la que hizo llorar a los caracoles,
muriendose bajo la paz del jazmín, cubierta de noche
y asediada de ruidos y silencios.



Ernesto Ravelo

jueves, 20 de enero de 2011

Todo ha cambiado

Pensaba en la escaramuza de tus dedos,
resbalosos en el sudor de mi espalda,
pensaba en el sonido de la lluvia,
golpeando las ventanas.
Pensaba en aquellos días eternos,
tú desnuda y yo viviendo la magia
de tus deseos.
Todo ha cambiado desde que te fuiste,
se ha detenido el tiempo y triste
te busco en las mañanas.
El sol se ha ocultado, mis días son grises,
y extraño tu cuerpo sobre mi cama.
Todo ha cambiado, no encuentro consuelo,
al recordar nuestras horas felices,
tan enamorados, viviendo en un sueño,
y hoy nada de eso existe...
Todo a cambiado, la vida dio un vuelco,
Dios por qué lo permitiste,
regresala a mi lado, es mi amor eterno,
yo soy su lago y ella mi cisne.




Se repite


Ernesto Ravelo

miércoles, 19 de enero de 2011

Si los ladrillos tuviesen alas.

Si los ladrillos tuviesen alas,
fueran pesadas palomas mensajeras,
evitando las garras y el disparo.
Anidarían cerca de campanas de bronce,
disputandole a los búhos sus espacios,
y tratando de liberar del cemento
a otros ladrillos para destruir paredes
y muros.
Si los ladrillos tuviesen alas,
los bloques las pedirían a gritos,
y los hombres se quedarían sin ciudades,
vagando como bestias en noches blancas.
Los albañiles se quedarían sin empleo,
los seguros se irían a la ruina,
y al planeta le llegaría aire a sus pulmones.
Si los ladrillos tuviesen alas, volverían
las junglas lluviosas,los bosques prístinos
y los lobos cazarían en Manhattan.


Ernesto Ravelo

martes, 18 de enero de 2011

He cosechado tu amor

He cosechado tu amor por largos años,
regandote en inviernos y primaveras,
amandote en alboradas y ocasos,
y en noches oscuras o de estrellas.
Juntos nos hemos marchitado,
viviendo una pasión que es hoguera,
recorriendo la vida mano con mano,
hasta que Dios lo quiera.
He cosechado tu amor cariño mío,
mujer adorada, mi dulce princesa,
eres nave azul navegando en mi río,
y ángel de paz sentada a mi mesa.
Si me voy de ti te espero en el camino,
por donde vendrás un día cualquiera,
cubierto tu rostro de un fino rocío,
y tus ojos siguiendo mis huellas.
Y nos echaremos en un campo de espigas,
y nos amaremos de manera fiera,
y seguirás siendo la esposa mía,
en un mundo donde el silencio impera.


Ernesto Ravelo

lunes, 17 de enero de 2011

Puesta de sol

Quiso el remo herir el bronce del océano,
y el tabaco bailar en la boca salitrosa.
Quizo el pez morder la carnada y bajar
herido hacia las rocas profundas.
Quiso la ola suicidarse en las orillas,
trayendo en sus lomos vidrios pulidos
por la sal, tortugas ponedoras y botellas
encorchadas.
Quiso el faro prenderse al oscurecer, para
que el pescador regresara a puerto cantando
la misma canción entonada por su padre
en las antiguas mareas del pasado.
Quiso la noche terminar de devorar los retazos
naranjas que quedaban en el horizonte y luego
traer su brisa melancólica.


Ernesto R

viernes, 14 de enero de 2011

Chupete

Este personaje cienfueguero es un niño grande.
Chupete es regordete,rubicundo, de baja estatura
y mofletudo.
Y digo que es un niño grande porque a pesar de su adultez,
se comporta como párvulo caprichoso y malcriado.
Debe vivir por Caonao o sus alrededores porque siempre lo descubro
viajando en la ruta 7.
Viste short, camiseta y un sombrerito de paja.
Carga con un abanico y cuando no lo lleva lo sustituye por un pedazo
de cartón, pues es muy caluroso.
Cuando viaja en la guagua, atestada en pleno verano, Chupete es atacado
por la claustrofobia.
Se abanica y se limpia el sudor abundante
que le quema los ojos mientras con voz aflautada de niño le implora
a los que van sentados cerca de las ventanillas disfrutando del aire
natural.
Compañero, dejeme sentarme que me ahogo- suplica casi a punto de llorar.
El hombre lo ignora y él se va al próximo asiento haciendo pucheros.
Señora, no puedo respirar-grita abanicandose y poniendose la otra mano en el pecho- si no me da la ventanilla me voy a morir.
A su alrededor la gente ríe divertida.
No te va a pasar na Chupete- le responde un mulato viejo.
Se desmonta en el parque Villuendas y toma Castillo rumbo a Prado siempre abanicandose.
Llega a la cafetería de Castillo y Prado, transpirando, rojo como tomate.
Compañera, por favor deme un vaso de jugo que me asfixio.
La dependiente le da un vaso de agua.
No, no- se queja el niño grande- le dije que un jugo y frío.
Pues pagalo- le grita la mujer contoneandose.
Se vira hacia la clientela.
Quién me regala un peso?
Vete a cortar caña goldo.
Se marcha de la cafetería llorando y malhumorado.
Llega al cine Prado, va por la ventanilla donde venden las entradas y le dice a la empleada.
Compañera dejeme entrar al aire acondicionado, me estoy muriendo.
Paga- es la respuesta.
Se va al cine Luisa y vuelve a suplicar.
La empleada se compadece y le abre la puerta.
Solo un rato Chupete, que si no me botan.
Gracias, gracias compañera.
Entra, la abraza, la besa, abre los brazos, cierra los ojos y canta una canción infantil.



ERG

Cuando el viento dobla en las esquinas

Cuando el viento dobla en las esquinas,
lleva en su boca papeles inservibles,
polen y semillas viajeras.
Se cuela bajo faldas, palpando traseros
y vaginas.
Luego se masturba en los tejados.
Truena en la lejanía y el viento muge,
golpea las ventanas y despeina
los árboles dorados de la avenida.
En sus lomos invisibles cabalgan musas
desdentadas en busca de un colchón
de nubes.
Cuando el viento dobla en las esquinas,
escupe sobre el mundo saliva muda,
y ríe mientras se hunde por los brocales
de los pozos callados.


ERG

martes, 11 de enero de 2011

La advertencia

Ramón y Ricardo fueron los únicos de diez hermanos que quedaron viviendo en la casa que fuera de sus difuntos padres, los demas, hembras y varones tomaron el camino de la ciudad y dejaron atrás aquellos montes intrincados y aquel mar apacible en verano y gris y espantoso en invierno.
La casa estaba situada a solo veinte metros de la costa, rodeada de almendros y uveros de playa donde las hojas se amontonaban y se pudrían por la humedad y la falta de sol que apenas se filtraba entre el denso follaje adornado por orquídeas aéreas y camaleones azules.
El caserón era de madera y teja, tenía cuatro cuartos, cocina, comedor y sala.
Los dos hermanos pasados de los cincuenta eran solterones empedernidos,
ambos temían al matrimonio y llevaban una vida tranquila dedicada al trabajo del campo, la cría de animales y la pesca.
Para llegar a aquel remoto lugar existían caminos y veredas que corrían por la espesura del monte firme o entre malolientes manglares invadidos de mosquitos.
El vecino más cercano eran los Colinas, una familia de pescadores de pulpos y langostas que vivian a una legua de distancia cerca de la bahía.
Los hermanos eran bien llevados, Ramón era el mayor y por tanto le daba ordenes a Ricardo que respetaba sus decisiones y hasta le temía un poco a su caracter voluntarioso.
Las tareas domésticas estaban divididas.
Ramón se dedicaba a la pesca, cuidaba los animales del patio y cocinaba, mientras Ricardo, sembraba, cargaba el agua desde el pozo en carretilla y se ocupaba de las reses y las cabras a las que ordeñaba cada amanecer.
Aquel sitio solo era visitado por algunos pescadores que pasaban la noche en los afilados pesqueros del arrecifle y por carboneros que cortaban leña , levantanban grandes hornos y pasaban las noches velandolos hasta que estuviera el carbón que luego envasaban en sacos de yute y los llevaban a los pueblos a vender.
Casi todos los fines de semana los hermanos se iban a la casa de los Colinas a jugar a las cartas y a conversar sobre los sucesos pasados y presentes.
Recién afeitados, vestidos con la ropa de salir y oliendo a colonia llegaban cayendo la tarde y cenaban con Nito Colina, su esposa Hilda , sus tres hijos y Gloria hermana de Nito y que en su juventud había estado comprometida con Ramón pero la boda nunca se dio y terminaron ambos envejecidos y para vestir santos.
Luego sacaban los taburetes al portal, prendían sus tabacos y se contaban los acontecimientos de la semana, hablaban del trabajo, los animales, la siembra ,el tiempo y las mareas,
También recordaban episodios del pasado pues se conocían desde niños y sus padres habían sido muy buenos amigos.
Ramón era más conversador que Ricardo que prefería escuchar en silencio o afirmar lo dicho por su hermano.
Cuando oscurecia entraban a la sala iluminada por dos quinques, se sentaban a la mesa vestida por un mantel floreado y comenzaban a jugar cartas, fumando y bebiendo el café amargo y fuerte hecho por Hilda y escuchando los acordes de un viejo piano tocado por Gloria.
Esa noche Nito repartió las cartas y luego de darle una chupada a su puro dijo como si hablara consigo mismo.
Olvidé decirles que ayer al mediodía vinieron unos carboneros en busca de agua y me contaron que la noche anterior vieron un pájaro gigante volando en circulo sobre los hornos.
Ramón le respondió mientras contemplaba sus tres cartas.
Nosotros que hemos vivido en estos bosques durante media vida nunca hemos visto nada semejante., creo que están inventado cosas.
Y eso no es todo- prosiguió el dueño de la casa- dicen que había luna y el pájaro
daba graznidos que helaban la sangre y uno de ellos asegura que lo vio posarse en
un algarrobo,y al acercarse pudo ver que se trataba de un hombre con alas.
Ricardo se estremeció.
Ramón lo observó con el rabo del ojo.
Son habladurías y fantasías de esos hombres,.
Puede que sea un demonio- se atrevió a decir su timido hermano.
Las venas del cuello de Ramón se hincharon.
Dije que nada de eso es verdad, o es que crees en esas estupideces.
Ricardo bajó la cabeza y se concentró en el juego.
Nito tomó la palabra una vez más.
Yo tampoco creo en esa aparición, por estos parajes sabemos que rondan espiritus,
pero no hombres que vuelan , sean demonios o ángeles
Y que hicieron los carboneros-? preguntó Ricardo con voz apagada .
Algunos bien asustados se fueron a la bahía a tomar el barco del mediodía y tres de ellos decidieron quedarse para que no se le vuelen los hornos.
Ramón lanzó una carta al centro de la mesa.
Esos que se fueron te aseguro que inventaron lo del pájaro para marcharse al calor de sus mujeres y dejaron a los otros infelices en vela.
Dejó escapar una bocanada azulada que subió lentamente hacia la penumbra del techo.
Mi padre decía que el vivo vive del bobo y el bobo de su trabajo.
Hicieron silencio y se concentraron en el juego.
Terminaron de jugar a las diez y media de la noche
Se pusieron de pie y acompañdos por la familia hasta el portal se despidieron hasta el próximo fin de semana.
Ramón lanzó un silbido antes de montarse en su alazán y su perro que se juntaba con los de Nito vino a la carrera.
Era un enorme ejemplar llamado Capitán que había criado a soga desde cachorro y solo soltaba en las noches para que cuidara la casa o lo acompañara en sus viajes.
Era un perrazo fiel y de raza indefinida pero adiestrado para ser tan fiero como un león.
Ricardo montó sobre su yegua mora y los dos jinetes cruzaron el potrero donde dormían
las reses y los carneros, abrieron el portillo y se fueron trotando por el camino.
La noche estaba fresca y la luna en ese instante comenzaba a salir,
truenos lejanos retumbaban en el invisible horizonte del mar iluminado por dispersos relámpagos.
La última noche soñe con papá.- dijo Ricardo
Qué soñaste?
Fue un sueño extraño, él estaba en el patio de la casa vestido con aquella camisa de lino
que tanto le gustaba y nos decía con autoridad , hijos no tienten al demonio.
Ramón se quitó el sombrero se alisó el escaso cabello y se lo puso de nuevo.
Hace más de un año que no sueño con él
La luna llena había salido por completo dandole al monte un tono plateado.
Ahora el camino giraba pegandose a la costa y el monte firme terminaba y empezaban los uveros de caleta donde hordas de cangrejos retrocedían sobre las hojas secas.
De pronto el alazán se detuvo, imitado por la mora.
El jinete lo pinchó con las espuelas en los ijares pero el bruto corcobiando y dando fuertes resoplidos no quiso dar un paso.
Caballooo, arre, arreeee
La mora comenzó a caracolear y trataba de pararse en dos patas.
Estos animales han visto algo y no quieren caminar.- dijo Ricardo mirando a todos lados.
Ramón desmontó y trató de halar al alazán por las riendas pero el animal dando un relincho se rehusaba.
Fue entonces que el molesto hermano vio el rostro alterado de Ricardo señalando algo con el brazo.
Se volvió y divisó bajo un uvero y en la noche blanca un ser extraño.
Lo veía de perfil, era un bulto peludo y oscuro y estaba erguido sobre sus patas.
No tenía brazos
Ricardo había quedado petrificado sobre la yegua que movía la cabeza de arriba a bajo y giraba el cuello tratando de morder a su dueño
Ramón era un hombre valiente y temerario, de un silbido llamó a Capitán, el fiel perro se acercó a sus piernas gruñendo y con los pelos del pescuezo erizados pero de pronto puso la cola entre las patas, se orinó y dando gemidos se marchó corriendo.
Mierda de perro- masculló Ramón- mañana mismo lo ahorco.
Y diciendo esto desenvainó su afilado e inseparable machete.
No tientes al demonio-escuchó decir a Ricardo a sus espaldas.
No le temo a los vivos ni a los del otro mundo- y se lanzó a la persecusión de la aparición que se internaba a la carrera en los uveros levantando montones de hojas secas que crujían .
Ramón regresa, no tientes al …..
Pero su hermano se mantuvo tras su presa.
Se hizo un silencio sobrecogedor solo roto por el canto de algún grillo.
Ricardo tembloroso aguzó el oído pero no pudo percibir ningún ruido intenso
estaba desmontando de la yegua cuando escuchó un potente graznido y un fuerte batir de alas que se acercaba.
De repente apareció un pájaro enorme sobre su cabeza.
Volaba bajo y pudo verlo bajo la luna.
Los carboneros tenían razón , era un hombre alado con el cuerpo cubiero de pelo, su cabeza era humana y sus orejas eran pequeñas y puntiagudas
Su rostro era pálido, los pómulos hundidos y sus ojos grandes y saltones, la boca se le abría desmesuradamente cuando el ser lanzaba aquel espantoso graznido.
Ricardo vio con horror que de sus fuertes garras colgaba el cuerpo sin vida de su hermano.
El ser continuó volando hacia el mar y adentrandose unos metros de la costa dejó caer el cuerpo sobre las negras aguas.
Ricardo presa del terror pinchó a la mora que saltó como un resorte hacia delante y comenzó un enloquecido galope.
A sus espaldas escuchó que los graznidos lo perseguían.
La casa estaba a menos de cien metros.
El jinete casi acostado sobre su cabalgadura le gritaba en su oreja.
Arreee, mora, arrre.
Con una mano guiaba la rienda y con la otra golpeaba las ancas de la yegua que asustada
por los chillidos que lo perseguían casi volaba como el viento.
Aquel ser que le había asesinado a su hermano estaba casi sobre ellos, escuchaba su aleteo infernal y el vapor de su aliento.
Divisó la casa bañada de luna, y comprendió que no le sería fácil entrar antes de ser atrapado por aquella cosa, las puertas estaban cerradas y sus llaves en el bolsillo.
Fue entonces que vio algo sorprendente que le hizo dar un grito de alegría mesclada con terror.
Allá en el medio del patio lo esperaba su padre vestido con su camisa de lino, encorvado y con aquella sonrisa que siempre bailaba en sus labios.
Abrió los brazos y se interpuso frente al jinete,.
La mora lo franqueó.
Ricardo sintió un frío por todo su cuerpo.
Frenó al tembloroso animal y lo puso de frente al peligro.
En ese instante vio al fantasma de su padre elevarse y chocar con la entidad alada.
No hubo encontronazo de cuerpos, solo se hizo una nube naranja que luego se disolvió en pequeñas estrellas del mismo color que se elevaron hacia la cúpula estrellada
No tientes al demonio- balbució Ricardo mientras caía desmayado.

Ernesto Ravelo

sábado, 8 de enero de 2011

Delfín el loco

Otros de los locos famosos de Cienfuegos era Delfín.
Era un hombre de mediana estatura y casi en los 60.
Vivía solo con su madre de mas de 80 años que se ocupaba de mantenerlo aseado y limpio.
Recuerdo que este personaje usaba pantalones de kaki, camisa de a cuadros y una boina
cubierta de medallas de Lenin, El Che, Fidel y de todos los comunistas.
Además usaba un bastón de madera la mitad pintada de rojo y la otra de negro simbolizando según él al movimiento 26 de Julio.
En sus bolsillos llevaba gran cantidad de boligrafos y una agenda bajo el brazo.
Se creía un dirigente importante de la revolución y recuerdo que decía que tenía comunicación directa con Ramiro Valdez en aquel entonces ministro del interior.
Delfín venía a trabajar voluntario al almacén de viveres donde yo trabajaba frente al edificio de la Aduana y junto al muelle real.
Le decía al administrador que el imitaba al Ché y nunca aceptaba ningún obsequio como unas libras de ázucar o arroz.
Siempre estaba diciendo dichos y algunos que recuerdo son estos.
La garza porque sea blanca no es enfermera, ni el ratón porque viva en el puerto es estibador o el cocuyo porque alumbre no es patrullero.
Recuerdo que a los jefes del almacén les convenía ponerlo a trabajar con nosotros para así calmar nuestras ansias de resolver , pues el señor nos delataría al primer movimiento.
Un día un CVP de la Aduana al que nombraré MA le comentó.
Ey Dlfín que milagro que siendo tú un dirigente tan importante no te invitaran a la reunión que está organizando el director de la Aduana con los cuadros.
Delfín achicó los ojos y le preguntó.
Cuando es esa reunión?
Hoy a las siete de la noche.
El loco tomó un bolígrafo y apuntó la hora en la agenda.
Voy a llamar a Ramiro para saber porque he sido excluido.
A las 6 de la tarde nos contó luego MA Delfín se apostó a la entrada de la Aduana y esperó al director que arribó en su carro a las 6.30.
Cuando lo tuvo de frente le dijo.
Compañero, quisiera hablar con usted?
El director lo conocía así que le dijo de manera agria.
Que usted desea?
Que me explique porque no he sido invitado a la reunión de esta noche?
El director que era un tipo engreído y prepotente le respondió.
Y quién eres tu para estar en la reunión-y haciendo un gesto le dijo- apartate que tengo muchas cosas que hacer.
Delfín se alteró y levantando la voz le dijo.
Yo fuí de la columna del Che y del 26 de Julio, peleé en Kuito Cuanavale, en la limpia del Escambray y soy miembro del buró Politico y usted es un zoquete y levantando el bastón lo golpeó en pleno rostro haciendolo caer.
Después cruzó la calle y a bastonazos le destrozó el parabrisas del carro.
Dice MA que cuando vino la policía Delfín sacó sus credenciales y ya en el patrullero le dijo al magullado director.
En una hora estaré en la calle, deja que se entere la Habana.
Y no estaba equivocado, su madre fue a la unidad, mostró sus papeles de loco y regresaron a casa.
MA terminó de contarnos lo sucedido, miró a todos lados y nos comentó en voz baja.
Me vengué de ese hijo de puta del jefe que nos trata como mierda.


ERG

Un tributo a Pascual

Este personaje es el loco más celebre de Cienfuegos, conocido por varias generaciones,desconozco si vive en la actualidad.
Cuentan que Pascual estudió una carrera de Fisica en la Universidad y que antes de terminar el último año la esquizofrenia hizo presa de él.
Lo recuerdo delgado en extremo, medio desdentado y recorriendo el centro de la ciudad.
Uno de sus lugares preferídos era La Cafetería San Carlos y la cafetería El Qué Bien,
donde conversaba y le daba consejos a la gente.
Una vez le dio por decir que se comunicaba con el cosmos y se pasaba horas arrodillado , mirando al cielo y estrujandose los dedos.
Los estudiantes de secundaria Cinco de Septiembre ubicada en el parque Martí le pedían ayuda para los exámenes de física, química y matemáticas.
Le llevaban las posibles preguntas de las pruebas y Pascual les mostraba como resolver fórmulas y ecuaciones.
Dejé de verlo a finales de la decada del 90, pero sí recuerdo que su obsesión en aquellos días era escupir por las alcantarillas.
Se acostaba en el borde de la acera y escupía hasta que no le quedaba saliva, luego se levantaba y se iba a otra alcantarilla y desgarraba con su garganta tratando de conseguir saliva.
Cuando le pregunté que para que lo hacía me respondió.
Para que puedan las ballenas que nadan en la bahía entrar por debajo de la ciudad y respirar por las alcantarillas.



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Omar el pajero

Lo recuerdo caminando en short y sin camisa por las calles cienfuegueras.
Muchos aseguraban que se había vuelto loco por la cantidad de masturbaciones
que se hacía a diario.
Era alto, delgado y trigueño.
Lo recuerdo parado en San Fernando y Prado metiendose con las mujeres, tocandole las nalgas y mostrandoles el pene muy desarrollado por su manía de disparador.
La policía se lo llevaba preso y a las pocas horas ya estaba Omar haciendo de las suyas.
Recuerdo que una mañana me dirigía a la plaza del mercado situada en Santa Cruz cuando veo doblar a Omar por San Carlos rumbo a San Fernando.
Estaba en short, sin camisa, descalzo y echaba espuma por la boca mientras emitía un sonido ronco y gutural.
A esa hora la antigua cafetería El Naranjito estaba abarrotada de comensales que degustaban el pan con croqueta, refresco y sus famosos polvorones y otros dulces.
Y Omar irrumpió en su interior provocando una estampída y gritos histéricos.
El Naranjito quedó sin clientes y al momento Omar salió a la calle devorando de todo y con panes y dulces bajo las axilas.
Desde aquel percance estuvo mucho tiempo recluído en el sanatorio y cuando por fin regresó a las calles lucía diferente.
Lo habían pelado al rape, estaba desdentado y casi no hablaba y sí trataba de hacerlo era balbuciendo.
La gente comentaba que le habían puesto unas inyecciones para que no tuviera erecciones y así evitar que se metiera con las mujeres, otros aseguraban que lo habían castrado.
Lo cierto es que Omar el Pajero era un muerto viviente.


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Una bronca negociada

La máquina azul estaba parqueada al otro lado de la calle y el chofer y dos acompañantes conversaban en su interior.
Eran cerca de las diez de la mañana y mi hermano y yo estabamos sentados en la acera
conversando y viendo faldas pasar.
En ese instante mi vecino Regino aparecíó en su EMZ llevando como pasajera a su madre
Zenaida.
Y en el preciso momento que pasaba frente a la máquina azul, el chofer abrió la puerta para desmontarse provocando que la moto rozara con la puerta y Regino y su madre cayeran en plena calle.
La pobre de Zenaida cayó bocaarriba dejando al descubierto toda su humanidad.
Corrimos en su ayuda, por suerte no se había golpeado en la cabeza y solo presentaba rasponazos en sus extremidades.
Regino rojo de la ira se puso a discutir con el chofer, un tipo grande y musculoso que trataba de explicarle, pero mi vecino estaba embrutecido al ver a su madre golpeada y sangrando por un codo.
De pronto el chofer empujó a Regino y este recogió un trozo de cadena vieja del motor
que estaba en la calle con otras herramientas y le fue pa arriba al tipo que le dio la espalda tratando de refugiarse en la máquina pero de todas maneras la cadena cayó
con fuerza sobre sus omóplatos haciendolo doblarse de dolor.
El chofer metió medio cuerpo en su auto y salió blandiendo un afilado machete, mientras Regino soltaba la cadena y a toda velocidad corrió para la puerta de la casa
perseguido por su contrario.
Ya Zenaida estaba en la sala cuando su hijo entró dando un portazo, el chofer comenzó a golpear la puerta con el cabo del machete.
Los dos que acompañaban al hombre se lo llevaron para la máquina.
Por la esquina hizo acto de presencia Valdés el padre de Regino que regresaba del mercado en su bicicleta.
El chofer lo vio tocando en la puerta y cruzando la calle le preguntó.
Usted vive aqui?
Si, por qué?
Porque uno que vive en esta casa me dio un cadenazo y mire como me dejó - dijo levantandose el pullover y mostrando la piel rota y ensangrentada.
Si no me pagan un dinero llamo a la policia y vamos a juicio porque lo que ocurrió fue un accidente.
En eso Regino abrió la puerta y con voz temblorosa le dijo al padre.
Papi pagale, no te preocupes mi socio que arreglaremos este problema- balbució mientras trataba de palmearle el hombro al chofer.
No me toques-le advirtió el otro de manera amenazante.
Valdés le preguntó.
Cuánto quieres?
400 pesos- respondió el chofer.
El padre metió la mano en el bolsillo y pagó la suma.
El chofer le dijo a sus amigos en voz alta y burlona.
Vamonos a tomar cerveza.
Tres días después me encuentro con Regino y lo veo con espejuelos oscuros y la cara toda amoratada.
Que te pasó Regino?
Se quitó las gafas mostrandome los ojos negros y hinchados.
Nada, me caí de la moto.


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viernes, 7 de enero de 2011

Manuel Cachimba

Manuel Cachimba era considerado por muchos de sus conocidos como un mentiroso o paquetero.
Pero yo que lo conocí y tuve la oportunidad de escuchar algunas de sus historias
creo que es un tipo simpatico, imaginativo y con una astucia natural que le brota de sus pequeños y sagaces ojillos.
Manuel se casó con su esposa Felita dueña junto a su hermano de una pequeña finca y tuvieron cinco hijos, todos rubios y pecosos.
No se de donde surge el apodo de Cachimba pues el hombre fuma tabaco pero no usa cachimba, al menos en el tiempo que lo conocí.
Era un hombre muy trabajador que se dedicaba a trabajar en el campo y a fabricar enormes hornos de carbón que luego le vendía al gobierno.
En sus ratos libres se dedicaba a su gran pasión que era la pesca.
Una tarde llegó a la casa del abuelo de mi esposa que lo había contratado para que lo ayudara a matar y pelar un puerco de más de cien libras.
Después de picada la carne, Cachimba se puso a freir chicharrones y nos comentó a los presentes que él era el único cristiano que comía chicharrón sin tener dientes.
Y sacando uno con la espumadera, se lo llevó hirviendo a la boca y lo trituró con las encías, todos quedamos boquiabiertos mientras Manuel reía con su boca desdentada y devoraba chicharrones.
Fue esa tarde bajo el ateje y golpeados por el fuerte aire del sur que me contó su famosa historia de su viaje a Honduras.
Pues resulta ser - me dijo- que un amanecer me voy al pesquero del tamarindo donde estaba picando el parguete, engoo, tiro el cordel y cojo un peje como de tres libras que enganché en el cordel de 500 libras , lo tiré por una banda y le puse una lata.
Ya había subio más de diez parguetes cuando la lata salió volando y cayó al agua,
agarré el cordel y clavé a un peje inmenso que halaba como un toro, le di cordel pero cuando trataba de frenarlo para virarle la cabeza me quemaba los dedos, así que amarré el cordel de la proa y aquella bestia me fue arrastrando mar afuera.
Estuve a punto de coger el cuchillo y cortar el cordel pero me dije.
Lo que sea tendrá que cansarse y entonces lo arrimo al bote, le dio unos palos en la cabeza y me lo llevo a tierra.
Pero no sucedió así y el enorme peje me remolcó hasta que perdí la costa de vista.
Y durante tres días con sus noches estuve navegando hacia el sur, topandome con peces damas y enormes ballenas.
Al fin al amanecer del cuarto día vi tierra y por fin pude ver al animal, era un enorme jaquetón de ley que asustado como estaba se varó en una playa solitaria.
Salté del bote y lo maté dandole con un remo en la enorme cabeza, mientras que en la orilla un grupo de indios guerreros me observaban.
Salí a la orilla bañado con la sangre del tiburón y los asombrados nativos me consideraron un heroe y cargandome en hombros me llevaron a la aldea que estaba cerca.
Me llevaron ante el cacique todo cubierto de oro y vistosas plumas me dijo que estaba en el pais de Honduras y que pidiera comida y cuantas mujeres quisiera.
Imaginete-sigue contandome- las indias estaban desnudas y eran jovenes y muy bellas,
esa noche organizaron una fiesta en mi honor con carne de venado y licor hecho por la tribu, esa noche dormí con 15 indias incluida la princesa y mujer del cacique que me dijo que si no le hacía el amor lo consideraría una ofensa y me mandaría a cortar la cabeza al día siguiente.
Así estuve como huesped ilustre hasta que la hechicera de la tribu, vieja y más fea que un sijú se quiso acostar conmigo y le dije que ni loco.
La vieja se quejó al cacique y este decidió echarme de la aldea.
Se queda en silencio contemplando el bronce del océano.
Y que hiciste Manuel?- le pregunto divertido.
Pues fácil, regresé a casa con Felita.
Pero como lo lograste?
Lo mismo, me fui a pescar cerca de la costa hondureña y al rato enganché un peje que me trajo a esta misma playa- sonríe- esta ves fue una guasa como de 8000 libras pero tuve lástima y la dejé volver a las profundidades por el favor de regresarme.
Se pone de pie y me pregunta.
Crees en mi historia.
Serio le clavo la mirada en sus ojillos y le respondo.
Claro que si Manuel- y le palmeo la espalda.
Me estrecha la mano y pensativo se despide y desaparece en una curva del camino.


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Miguelito Calinga

Recuerdo A Miguelito, bajo de estatura, algo encorvado y de pelo abundante y negro pese a que había rebasado la barrera de los cincuenta.
Era un tipo muy hábil para los negocios.
Vendía en su casa cigarros al menudeo, todo tipo de granos, café, paqueticos de refresco, aceite, manteca, carne de cerdo y todo lo que apareciera y no fuera tan ilegal.
Pero Calinga al cual consideraba mi amigo era un compulsivo en el juego.
Siempre andaba con una libreta donde apuntaba a diario los numeros de la bolita, y luego
con su inseparable cigarrillo en la comisura de sus finos y morados labios sacaba extrañas cuentas y combinaciones que según él lo ayudaba a dilucidar cuál sería el número ganador.
Yo le seguía la corriente y con paciencia escuchaba su técnica.
Nunca salía el número que el pronosticaba pero tarde en la noche o al día siguiente él le encontraba una explicación a su fallo y me lo mostraba.
En una ocación me invitó a que lo acompañara a jugarse unos números y nos fuimos a una cuartería en la calle Dorticós donde vivía una mulata bonita y de buen cuerpo que era listera.
Miguelito con su voz pausada le fue diciendo todos las combinaciones y al final se gastó más de 300 pesos.
Se viró hacia mi y me dijo.
No te vas a jugar ningún número?
Me quedé pensativo y le dije a la mulata.
Apuntame el 573.
Mujer y maleta- murmuró Calinga- parece buen número.
Juegatelo.
No- me rspondió, es de mala suerte jugar números ajenos.
Al día siguiente como a las cuatro de la tarde me lo encontré cabizbajo en la bodega.
Oye, ganaste con la maleta.
No me digas? Cuanto?
60 pesos. porque salió por el 1.
Y sacando la estrujada libreta y un mocho de lápiz me sacó la cuenta y al final daba como resultado el 73.
Coño Migue, pero tú siempre lo descubres demasiado tarde.
Me miró serio y me respondió.
La matemática me ha estado fallando carajo.


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El mojado

Un verano de la decada de los noventa nos pusimos de acuerdo con nuestros vecinos y buenos amigos Eduardito y Dayamí para irnos de camping.
Les propuse ir al Faro punta Los Colorados, bello lugar donde nací y me crié hasta casi la adolecencia.
Para los cienfuegueros le recuerdo que el faro está situado entre Pasacaballos y Rancho Luna.
Pues bien, compramos las cosas de comer y las imprecindibles botellas piquilargas de ron decano y decidimos irnos en la patana hasta el muelle de Pasacaballo y luego ir pedaleando en nuestras asmaticas bicicletas hasta el Faro que estaba a cuatro kilometros.
Llegamos al muelle real y abordamos la cuadrada y pesada embarcación, no sin antes dejar las bicicletas junto a un montón de otras en la proa.
La cantidad de personas era impresionante, así que decidimos viajar en el segundo piso.
Despegó la patana y cuando estaba enfilando por las tranquilas aguas de la bahía, escuchamos a alguien voceando en el muelle.
Era un hombre que corría a toda velocidad con una maleta en la mano, pero el patrón permaneció impasible con la mirada perdida en el mar.
Para sorpresa de todos el hombre no se detuvo al llegar al final del muelle sino que saltó al agua con su maleta y comenzó a bracear hacia la patana.
La gente comenzó a reir por la azaña de aquel valiente.
Tremendo quemao- dijo alguien.
Al patrón no le quedó otro remedio que ir a recoger al naufrago.
Lo ayudaron a subir y uno de los marineros le dijo malhumorado.
Regresamos a recogerte porque te podías ahogar pero no estamos obligados a virar después de salir del muelle.
El hombre le agradeció, se quitó la camisa, la exprimió y comentó.
Tenía que saltar, este es el último viaje y si lo perdía no iba a llegar a tiempo al cumpleaños de la vieja que hoy cumple 82 abriles.
La patana volvió a tomar su rumbo hacia cayo Carena pero en ese instante arribaron varias mujeres al lejano muelle y comenzaron a vocear.
El marinero que había recriminado al mojado le gritó al patrón.
Es fulanita y menganita y la patana volvió a girar rumbo al muelle a pesar de la protesta de varios viajeros.
El hombre que había saltado exclamó molesto.
Le ronca los timbales, verdad que un bollo y un par de tetas, halan más que una carreta.


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Mi marido me está dando.

Ese sabado nos levantamos temprano, desayunamos y nos fuimos de prisa hacia la terminal de omnibus situada en la popular calle Gloria para tomar la guagua
de las ocho con destino a Pasacaballos.
Los abuelos de mi esposa vivian cerca del hotel de Rancho Luna y casi todos los fines de semana ibamos a visitarlos y regresabamos a Cienfuegos el amanecer del lunes.
Era pleno verano y a pesar de la hora ya el calor comenzaba a hacer estrago.
Caminamos las ocho cuadras de siempre, yo cargando un maletin y a mi hija que tenía
4 años y mi esposa con la cartera y dos bolsos de mano con la ropa y los viveres.
Llegamos sudorosos compramos los pasajes y bajamos en busca de asientos a aquel salón
donde los viajeros se abanicaban o se secaban el sudor con sus pañuelos.
Nos sentamos y expectantes esperamos pero de pronto escuchamos por el altavoz que el viaje quedaba cancelado hasta las diez de la mañana pues la guagua estaba en el taller.
Nos miramos y mi esposa me preguntó.
Que hacemos?
Le respondí.
Mejor esperamos, pues el sacrificio vale la pena.
Me refería a pasar un buen momento en la playa, pescando, o viendo una puesta de sol.
Así que continuamos en aquel sopor.
Fuí a la cafetería y compré algo de comer y beber y luego fui al baño.
No se ahora, pero en aquellos tiempos la terminal de omnibus y sus alrededores era frecuentada por los homosexuales de la ciudad, cosa muy normal, como era el caso de otras areas frecuentadas por las Jineteras, otras por los roqueros, otras por los bisneros y así.
Pero siempre en un grupo existen los enfermos y viciosos y los baños de la terminal eran frecuentados por homosexuales de esa laya en busca de una oportunidad sexual.
Recuerdo que entré, no había nadie y enseguida tras de mi entró un sujeto delgado
de ademanes nerviosos que se puso a orinar o hacerse que orinaba cerca de mi lanzandome miradas furtivas y guiñandome un ojo.
En ese instante entró un guajiro alto, sanguínio y con un enorme sombrero de paño y el joven desvió su atención hacia él.
Después de vaciar mi cargada vegiga, sacudí, guardé y me retiraba cuando escuché a mis espaldas el estrépito de una galleta en pleno rostro.
Me volví y vi al delgado homosexual en el piso suplicando y tapandose el rostro.
El enfurecido guajiro lo levantó por el cuello y le espantó unos cuantos gasnatones.
Abandoné el baño en el instante que el joven comenzó a gritar.
Mi marido me está dando, ayudenme por favor.
Varios hombres entraron al baño donde el enfurecido hombre descargaba una lluvia de golpes a puño cerrado contra el vicioso.
Mi marido me está dando, está celoso, quitenmelo de arriba.
Salieron tres sujetando al guajiro que rojo como un tomate vociferaba.
Te voy a matar maricón de mierda, yo no te conozco y te estabas fresqueando conmigo.
El joven salió hinchado , ensangrentado y tembloroso le decía a los curiosos que había sido una pelea entre marido y mujer.
El guajiro bufiaba de la ira y la impotencia y trataba de fazarse de sus captores.
En ese momento llegó la policia y el mariconcito seguía insistiendo que el pobre hombre era su pareja.
En conclusión a los dos se lo llevaron preso por escandalo público y las opiniones
de los curiosos comenzaron a fluir.
La mayoría opinaba que eran compromiso.


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Chita la Corúa

Recuerdo a Chita La Corúa bajarse de la patana a las ocho de la mañana con su saco de botellas vacías a cuesta y caminar bajo el temprano sol que inundaba la calle La Mar.
Era una mujer negra, de mediana estatura y regordeta que hablaba de prisa y su voz era ronca y tropelosa.
Al parecer vivía en el pueblo de Juraguá o sus alrededores y se dedicaba a la venta
de envases de vidrios en la tienda de materias primas situada en aquel entonces en Santa Cruz y Gacel.
Padecía de un leve retraso u otra enfermedad mental que no le impedía realizar
su trabajo pero era aprovechada por los burladores para atormentarla.
Cuando pasaba le gritaban falseando la voz.
Chitaaaa la coruaaaa.
Y la pobre mujer estallaba en ira y comenzaba a proferir insultos en contra de sus burladores.
A veces la mortificaban tanto que les arrojaba parte de las botellas que con tanto trabajo había logrado recolectar.
Recuerdo que en una ocasión esperabamos un camión de arroz por la puerta del almacén que da a La Mar, cerca del muelle Real y el parque de la Aduana, cuando Chita se acercó a pedir un poco de ázucar y algunos estibadores empezaron a buscarle la lengua.
Pacheco se sacó el pene y le dijo.
Mira Chita.
Y ella divertida, comenzó a burlarse con su lenguaje altisonante y confuso.
Ta muy chiquitaaa pa mi, parece de un niño.
Entonces el difunto negro Eufemio, viejo, alto y musculoso dejó al aire su enorme y flácido pene y le preguntó.
Y eta Chita?
A la mujer le brillaron los ojos y respondió emocionada.
Eso si he un tolete.
Y Eufemio le hizo una invitación.
Pue saludalo Chita.
Y Chita ni corta ni perezosa agarró el pene por la cabeza y zarandeandolo dijo.
Mucho guto.
Y se marchó con su cartucho de ázucar.


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El Bruce cienfueguero

Recuerdo el sensacionalismo y la algarabía que causaron en la Perla del Sur las peliculas de Bruce Lee en la decada de los ochenta.
Los jovenes quedamos deslumbrados por el Kon Fu del pequeño y fibroso chino que lo mismo se batía con un negro gigante que le arrancaba los pelos del pecho al legendario Chuck Norris.
La fiebre de las artes marciales embrujó a la juventud que comenzó a practicar katas,
golpear sacos de arena para tener los nudillos morados y armarse con nunchacos que escondian bajo la camisa.
Fue en esa época que surgió el personaje del Bruce que perdura hasta hoy, porque aunque más envejecido aún deambula por las calles cienfuegueras.
No se su verdadero nombre pero lo recuerdo indiado, pómulos hundidos, delgado y rostro marcado por las viejas huellas de un severo acné.
Sufría sin lugar a dudas de un desorden mental, no se sí esquizofrenia, paranoia o otro trastorno crónico.
Resulta que el joven se obsesionó con tantas tandas de gritos, maullidos y golpes y al salir del cine, se ponía a tirar patadas en el Paseo del Prado y comenzamos a llamarlo el Bruce, apodo que el agradecía y que le borró su verdadero nombre para siempre.
Bruce comenzó a hacer pesas y a ponerse pullover apretados que le resaltaran sus musculos.
Recuerdo que una noche en el cine Luisa estaban estrenando la pelicula El regreso del Dragón y la cola para comprar los ticket era impresionante.
Los jovenes nos empujabamos profiriendo palabrotas de intimidación y tratando de conseguir la preciada entrada.
El Bruce ya estaba dentro del cine y pegado a la gran ventana de cristal que daba a la avenida de Santa Clara le mostraba a los de la cola sus músculos y hacía una demostración de Kong Fu.
De repente un grupo empezamos a gritarle.
Bruce,dale una patada al cristal.
El, sin oir muy bien nos decía
Queeeé?
Le descríbimos con gestos lo que queríamos.
Nos dijo que no.
Lo invitamos a que acercara el oído al cristal.
Tumbalo Bruce para creer en ti.
Comenzó a levantar la pierna y hacer con las manos los movimientos del tigre.
Todos gritabamos.
Que lo rompa, que lo rompa.
De pronto se escuchó un chasquido y la vidriera se vino abajo hiriendo en la frente
a mi amigo Osmani que no se movió a tiempo.
Toda la cola se coló dentro del cine por la ventana rota.
Fin de la historia.
Llamaron a la policia que llegó y cargó con el Bruce dandole empeñones y bastonazos y la pelicula fue suspendida.
Que tiempos aquellos.


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