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Pobre trovador

He aquí la historia del hombre que no supo escapar de una ideología funesta, era un poeta y con su guitarra a cuestas compuso canciones a l...

viernes, 7 de octubre de 2011

El solitario

Su mente es gacela en fuga
sus dedos arrugan las cortinas
mientras la mirada galopa
por la pradera rojiza, donde
el polvo se molesta cuando
es levantado por remolinos.
Espera paciente la lluvia
para que limpie el mundo
dormido y el agua caiga
a chorros de los tejados,
llevandose la mierda de palomas.
Prende un puro, chupa y siente
el humo flotando entre las
paredes del pecho.
Su mente es gacela en fuga,
huye de hienas, guepardos
y cobras.
Tanta soledad a los cincuenta,
tumbas cercanas, fotografías,
silencio obligado aunque el grito
cimbre.
Recuerda el olor a mujer, lo
aspira flotando en la vieja casa,
huele a campana de enredadera,
a cisne llegado del Norte.
Las sombras lo sorprenden,
sus ojos son carbones apagados,
entona una balada triste, solloza
y su puro es ascua gigante
danzando en el costado de la noche.

10/7/2011

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 5 de octubre de 2011

Hace travesuras de la chica mala

Hace travesuras la chica mala
a horcajadas sobre mis muslos,
suspira, cabalga con la mirada
perdida en mis deseos.
El mundo se detiene, a través
de la ventana se cuela el olor
de los heliotropos del jardín.
Anochece, su piel trigueña
es un ocaso claroscuro, su
cintura cruje como cristal,
beso sus manos, soy feliz
bajo su todo.
Hace travesuras la niña mala,
juega con los perfiles, ríe
y su risa flota rumbo al mar
cercano.
Ascuas son sus ojos, maravillas
sus labios y su alma un altar
donde me arrodillo y rezo.

Autor' Ernesto Ravelo

viernes, 30 de septiembre de 2011

La pelota

Música en el balcón, una pelota sucia rueda calle abajo,
la mirada la sigue y la cintura se contonea con el son.
La pelota se detiene casi en la esquina pero es pateada
con furia, vuela, rebota contra la pared carente de pintura,
cae en medio de la calle ,varios autos le pasan por encima.
Sale ilesa.
En todo ese tiempo la cintura se detuvo, un frío inexplicable
recorrió el cuerpo, el son se hizo triste.
La gente desfila presurosa ante la amenaza de lluvia,
la nariz la huele, es un olor a pavimento asado.
Una cortina brillante se desploma, el mundo queda desierto,
el agua es río corriendo por el borde de la acera,
la radio prosigue, la cintura es remolino y la pelota
navega sin rumbo diciendo adiós.


Autor;Ernesto Ravelo

El pintor

El pincel sin pudor alguno descubre tu desnudez,
mi mirada se ha quedado en tu carne, bostezo,
sonríes, te noto cansada en las primeras luces
del amanecer, invasoras de mi lecho.
Por hoy es suficiente, te vistes, ocultas mi pago
en tu seno y bajas al bullicio de la calle.
Prendo un cigarillo, me acuesto y el humo se diluye
en las alturas.
Amor te pienso, quedaste tatuada en mis pupilas
y en la blancura del cuadro.
Me masturbo revolcandome en tu olor, pronunciando
tu nombre desconocido, olvidandome de la ventana
abierta, tocando tus pezones ardientes.
Me corro mordiendome la boca, gimiendo y es mi semen
lluvia blanca sobre la tela.
Apoyo la cabeza en la almohada y duermo.


Autor;Ernesto Ravelo

sábado, 16 de julio de 2011

Donde está Dios?

Una mujer se muere lentamente,
donde está Dios? donde está Dios?
Una mujer que lo dio todo
sin pedir nada a cambio.
Sus pulmones se han fundido,
no puede respirar por si misma.
Donde está Dios? donde está Dios?
para decirle que ella no merece
esta muerte que la acecha.
No, mil veces no.
Lloran sus hijos, viven el horror
de su mirada, contemplan impotentes
el desgaste de sus labios, no pueden
escuchar su voz ni ver su sonrisa.
Donde está Dios?
Que venga y le diré de mi tristeza
porque agoniza quien debe vivir.

Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 15 de julio de 2011

A tu lado

De tu mano voy descubriendo el mundo,
no veía mariposas a mi alrededor
hasta que llegaste aquella tarde de Mayo,
sonriente y vestida de rojo.
Desde entonces soy feliz.
A tu lado las cosas imposibles ya no son,
el viento acaricia de otra manera y el dolor
se ha convertido en gozo.
Siempre había soñado enamorarme así,
sin limites, entregandolo todo.
De tu mano, ando por las calles soleadas,
aferrado a tu cintura, escuchando tu voz,
se detienen los relojes, tañen campanas
y el otoño se enamora de tus labios.
A tu lado quiero estar toda mi vida, escuchado
la fuerza de tu verbo, besando tus parpados
y recibiendo tus caricias.
A tu lado, siempre a tu lado amor.

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 13 de julio de 2011

El moribundo

Escucha el lento caer del agua en el estanque,
minado de anfibios cantores que ponen huevos
luminosos y por aves migratorias que bajan
sedientas a beber.
Una brisa violeta entra a través de la ventana,
trayendo el olor amargo de los heliotropos del jardin.
Se posa en su palidez y le susurra todos los horrores
de la noche, sus trampas y la belleza gótica
que la envuelve.
Un delfin brota de sus lágrimas y destroza su hocico
de botella contra el techo en penumbras.
Llueve sangre negra.
Escucha el alarido que lo busca, se estremece, jadea
y sus ojos son relojes inexactos detenidos en el tiempo.


Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 11 de julio de 2011

El niño-fantasma

El niño- fantasma que vive en tu cuarto
te observa desde una esquina de la pared,
quiere que lo descubras, lo abraces
y lo adoptes.
Se conforma con ser tu hijo invisible,
pero pasas por su lado y no lo ves.
Llora, moquea, se abraza a tus rodillas, triste
le rompe los huesos al aire.
Te persigue por toda la casa, asusta al gato,
reta al perro, sus manitas amoratadas
desean tibieza.
Cierra los ojos y huele el olor de la leche
hirviendo, recuerda cuando su madre
le servía el desayuno antes de ir
a la escuela donde un día murió masacrado.
El niño-fantasma es muy nervioso, se arranca
los cabellos, se come las uñas ,le teme
a los disparos, a los gritos y a los lugares
públicos.
Se tapa los oídos y tiembla junto a tu asiento,
secando sus lágrimas en tu regazo.

Autor; Ernesto Ravelo

Te espero

Sentado en el borbe del camino,
te espero para amarnos en cualquier
lugar.
Extraño tus labios susurrandome
al oído cosas dignas de escuchar.
Llegas padaleando tu bicicleta
azul , con tu pelo recien lavado
y ese perfume sencillo que no puedo
olvidar.
Mujer, gracias por ofrecerme
tu juventud, gracias por dejar
que mis manos te acaricien
y tu cuerpo sea hoguera bajo
el mio.
Mujer, gracias por ser mi paz
y mi luz, gracias por hacerme
olvidar momentos tristes
con la fuerza de tu cariño.

Autor; Ernesto Ravelo

domingo, 10 de julio de 2011

Décimas a Un pueblo de Las Villas

En un pueblo de Las Villas,
nació un negrito rumbero,
y de un grupo de semillas
el calabazar de Alejo.

Nació un gallo sin cresta,
y un ratón atolondrado,
vecino de una gata tuerta,
esposa de un gato castrado.

También nació doña Emilia,
hija de Inocencio Cabrera,
quien tuvo una larga familia
por no tener portañuela.

Alli vino al mundo Luis Gomez,
poeta- repentista legendario,
quien tuvo muchos amores
y amante del ron y los gallos.

Ese pueblo no es San Blas
no es Cruces ni Barajagua,
Se mueren de curiosidad?
Pues bien, es Cumanayagua.

Autor; Ernesto Ravelo

sábado, 9 de julio de 2011

El gorrión blanco

Tengo que cazar al gorrión blanco,
ese hijo de puta que salta por la acera
cuajada de polvo.
Si lo atrapo seré rico, viajaré a Europa
y escupiré sobre sus calles.
No se ofendan europeos, todos escupimos
porque tenemos saliva.
Tengo que cazar al gorrión blanco,
meterlo en una jaula y enseñarle a cantar
como los mirlos.
Lo acecho tras mi ventana, al otro lado
de la calle mi vecina limpia su portal
con las tetas al aire mientras canta
una canción.
Carajo, así no se puede cazar.
El gorrión devora las migas de pan y me dice.
Coño, no ves que me muero de hambre.
Pongo cara de asesino y el muy cabrón
se muere de risa.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 7 de julio de 2011

Retrato

Los caracoles han invadido el huerto después de la lluvia,
gotas perladas quedan dormidas en el verdor patrullado
por abejas daltónicas.
Las hormigas arrastran el cuerpo de una cucaracha
que pereció en la tormenta.
Es septiembre, el olor del monte flota sobre los potreros
brillantes de agua y del último sol.
Pasta el ganado pinto, solo el toro padre es negro.
Rodolfo fuma, mientras contempla el vuelo de las palomas
y escucha el piar de los pollos que presienten la noche.
Los caracoles han invadido la sábila, suben a la enredadera,
dandose el gran festín.
El perro le ladra a las cabras que regresan de la costa,
los mosquitos se posan en la carne y de la garganta del hombre
brota una tonada triste que se eleva con los murciélagos.

Autor; Ernesto Ravelo

La bestia

La habitación luce desordenada,
la lámpara de noche encendida,
son las once y treinta de una
mañana lluviosa, oscura.
Un libro de ángeles descansa
sobre la biblia y esta sobre
la mesa y esta sobre la alfombra.
Escucho un rugido a mis espaldas,
me vuelvo y descubro a un oso
parado sobre mi cama con las fauces
babeantes y las garras listas
para rayarme la piel.
Dejo que me abra el vientre,
se alimente de mis visceras
y beba sangre.
Floto, alcanzo el techo,
lo adorno de coágulos.
De mi garganta brota miel
y cae sobre el hocico
de la bestia.

Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 1 de julio de 2011

Colgada de la pared, sonríes.

Con pincel de fuego te he pintado.
Tu cabellera es sol, tus ojos trigos,
tu boca una cueva naranja.
Así luces al óleo, grácil y bella.
Desfilan multitudes, admiran el cuadro,
mancha de la blancura, espejismo
subliminal, cisne perdido en el aire.
Colgada de la pared sonríes, buscas
el encanto del suelo.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 30 de junio de 2011

The child that I was

The child that I was appears in my dreams,
takes my hand and says to me,
Come let's retrace the forgotten trail....

Nothing has changed, the same shady, magical patht.
The same turbulent sea, the angry waves punishing
the beach...

Our barefeet tread its sands, we frolick
amongst the foam, we discover shells....

Tired and hungry we return home,
in the kitchen my mother prepares the soup;
I embrace her and weep on her lap, my child
at my back also weeps....

It is spring, the world is a diamond,
affter lunch we go to bed and during
the intense midday I listen to forgotten
stories....

My child closes his eyes, he is a sleeping angel,
the maternal lips, a harp in my ears.....
Good-bye mother, Good-bye past....
Her hand on my forehead is fire.....

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 29 de junio de 2011

Se mi amante

Se espuma de las mareas, oropéndola de los cielos,
paz en la tarde, fotografía sepia, lagarto verde
cazando mis suspiros.
Se laguna dormida en mi pecho, pez plateado,
idea fija en mi mente, martillo golpeandome.
Se verdad con alas, terciopelo violeta, un violín
llorando en tierra de nadie mientras la luna
lesbiana le muerde los pezones a la noche.
Se mantis entre mis manos, caracol rayado,
ardilla inquieta en busca de nueces, pan
horneado en mis deseos.
Se roce en mi cintura, guepardo tras mis labios,
cadena en mis tobillos......
En fin, se mi amante.

Autor;Ernesto Ravelo

domingo, 26 de junio de 2011

Dios es ébano y marfil

Siembras serpientes en mi huerto,
reptan hacia mi boca maldita,
donde a la sombra crecen manzanas.
Eva desnuda cabalga sobre Adán,
no saben que existimos ocultos
en el verdor del jardín.
Un duende tuerto toca una flauta
de bambú y la cobra escupe
su veneno brillante sobre
el paraíso.
Siembras lujuria en mi lengua
que lame tus pies descalzos,
busco tu altar y mi semilla
penetra tu cuerpo mientras
me miras.
No todos son hijos de la pareja
del Edén, los otros brotaron
de tu vagina santa, bebieron
de los mismos manantiales
y no se pelearon como Caín y Abel.
Tú y yo sabemos que Dios es ébano
y marfil.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 23 de junio de 2011

Recuerdo la casa de mi niñez

Recuerdo la casa de mi niñez, de tabla, techo de zinc
y con un aljibe codiciado por cangrejos y ranas.
La recuerdo rodeada de uveros que cargaban orquidias
en sus frondas.
La uva caleta atraía bandadas de cabreros
que colgaban de los racimos maduros.
Cierro los ojos, me veo niño explorando el monte,
persiguiendo chipojos azules y atardeceres.
El mar da contra mis parpados, inoculandome
espuma, salitre, caracolas y vidrios pulidos por la sal,
descalzo recorro la playa pedregosa protegida
por pétreos farallones.
Recuerdo a la mujer que me trajo al mundo,
acariciando mis cabellos quemados de sol,
contandome la historia del hombre que vio
un caballo gigante en el fondo de la bahía
y luego murió delirando de fiebre.
Recuerdo la casa de mi niñez, sus ventanas,
el pequeño jardín de flores silvestres,
las gallinas escarbando en el arenal, mi abuelo
tejiendo una atarraya y yo jugando a las canicas.

Autor; Ernesto Ravelo

Madre en la frontera

Te espero junto a la frontera,
salta la alambrada,ven hijo,
que yo curaré con mis lágrimas
tus manos rojas.
No le temas al disparo del
tataranieto del que un día
nos robó nuestra tierra.
Te espero con los brazos en alto
frente a la patrulla que me cree
loca porque clamo al colibrí
del Sur, no por sangre sino
por justicia.
Te espero junto a la frontera,
derribala con tu frente,
para que desaparezcan
los muros,las visas y pasaportes.
Ven sonriente a mis pechos,
traeme tu juventud esta noche
sin luna y duermete sobre
mi regazo.

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 22 de junio de 2011

El hombre-humo

Hoy al despertar quiso ser humo,
flotó por la habitación naranja
en busca de una salida y al no
hallarla se durmió en un rincón.
Lo despertaron murmullos del otro
lado de la pared, una voz repetía.
Gabriela, Gabriela, no te marches.
Entonces pensó que como él, Gabriela
se había convertido en humo
y escapado.
Alguien empujó la puerta, se trataba
de su hermano el Pastor, ojeroso
de leer proverbios y salmos.
Abrió las ventanas de par en par,
respirando el olor de las begonias,
dio un bostezo y se marchó.
El hombre-humo fue libre, volando
junto a los insectos, rozando
la enredadera,rascandose en las
frondas.
Se elevó hacia nubes estáticas
asombrandose de la pequeñez del mundo
y en el vértigo de las alturas
se encontró con Gabriela.


Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 20 de junio de 2011

Yo te busco

Yo te busco por los pasillos cubiertos de lozas antiguas,
escuchando tu risa que se despeña por los ventanales
y flota por los senderos del jardín.
Salto al vacío, mi craneo tiñe las flores dormidas, hogar
de hadas feroces que vuelan desnudas entre muros
pétreos.
Yo te busco persiguiendo tu olor inconfundible que una vez
descubrí en los rincones y en el desván oscuro,cargado de
de secretos.
Cuando te ignoro es que arribas tras mi nuca y dejo
que tus manos se posen, suaves, tibias, grises.
Me vuelvo, beso tus ojos y juntos nos vamos al balcón
invadido de luna....
Eres aire, flotas, me aferro a tu vestido y volamos perseguidos
por ejercitos de búhos hacia algún lugar.

Autor; Ernesto Ravelo

El cazador

El sol se estaba poniendo cuando Mario parqueó el auto a un lado de la carretera y echandose la mochila y la escopeta de caza al hombro se internó en el oscuro verdor
del espeso monte rumbo a los sembradíos.
Apresuró el paso por la estrecha vereda, debía llegar al viejo cementerio antes que la luz sucumbiera.
Pájaros presurosos se refugiaban en las frondas y los mosquitos empezaban a perseguir la carne.
Casi de noche arribó al abandonado camposanto que le había prestado servicio a los difuntos del pueblo de Yaguanabo.
Se sentó sobre una tumba, abrió la mochila y devoró una ración de pan con sardina, bebió agua fresca, se limpió los labios con un pañuelo de rayas azules y se acostó sobre la fría loza después de pedirle permiso a los huesos que descansaban bajo tierra.
Esperaría a que la luna se ocultara.
Los venados era mejor cazarlos en noche cerrada.
En aquella zona intrincada eran abundantes y gustaban invadir las tablas de maiz de los campesinos que vivian en el pueblo y sembraban en las afueras.
Acostado boca arriba de deleitó con el mar de astros que titilaban en la negra cúpula, pensaba en su esposa y sus dos hijos pequeños que debían estar a punto de entregarse al sueño.
Cerró los ojos y dejó que la tibia brisa de tierra refrescara su rostro y ahuyentara la plaga.




Despertó sobresaltado y con una pierna acalambrada, la luna se había ocultado,
orinó sobre la manigua, le dio un escalofrío y recogiendo sus cosas siguió su camino entre tumbas y cruces.
Dejó el cementerio atrás y llegó a la orilla del río que corría sonámbulo e invadido de libélulas, caminó por la orilla unos veinte metros hasta el comienzo del manglar
y se metió en las negras aguas justo en el paso del río.
Cruzó con el agua al pecho y la mochila y la escopeta alzadas sobre su cabeza.
Salió chorreando al otro lado, se exprimió la camisa y silencioso como un fantasma arribó al primer campo de maiz.
En silencio sacó de la mochila una potente linterna de pantalla cuadrada y con la escopeta lista para disparar se adentró por un surco.
Su fino oído acechaba los sonidos de la madrugada.
De repente escuchó un ruido leve a unos treinta metros y prendiendo la luz la dirigió
hacia aquel lugar.
Pero no descubrió nada.
Deben ser ratones- pensó y siguió avanzando sin dejar que sus pisadas lo delataran,
más adelante volvió a herir las tinieblas con el mismo resultado.
No había venados en aquel campo.
Se fue al otro sembradío alumbró varias veces, se habían esfumado.
Recordó que un mes atrás en aquel mismo sitio había derribado dos machos grandes como terneros y para poderlos llevar hasta el auto tuvo que pedirle ayuda a los campesinos de la zona que le prestaron dos caballos y él les regaló dos paletas de venado.
Estaba insimismado en sus pensamientos cuando escuchó ladridos cerca, prendió la linterna y vio dos enormes jibaros que le gruñían babeantes.
Apagó la linterna retrocediendo lentamente, sabía que estaba en peligro, los perros tenían hambre y lo habían olfateado.
De pronto escuchó aullidos alrededor de él, lo tenían cercado y de un momento a otro atacarían.
Descubrió sus ojos brillando en las sombras y el constante ceseo de sus lenguas.
Conocía la ferocidad del jibaro, solitarios no se atrevían a atacar pero en jauría no se detenían ante nada.
Su escopeta tronó, los balines se esparcieron y un quejido lastimero subíó a las estrellas.
Un perro había sido alcanzado, no fue un disparo al azar, había apuntado al brillo de sus pupilas.
La jauría retrocedió aullando y Mario echó a correr a ciegas, afianzandose sobre el desnivelado terreno.
Sabía que los depredadores no se darían por vencido y le seguirían el rastro.
No se equivocaba, a unos cien metros del rio ya los tenía pegado a sus talones, se volvió y disparó, los jibaros retrocedieron aullando de manera espantosa.
Encendió la luz mientras cargaba y otro fogonazo derribó a un perrazo que venía al frente y que al parecer era el guía.
Lanzandole la linterna encendida el cazador corrió como el viento hacia el paso del rio, pudo alcanzarlo y afincandose en el fondo lodoso cruzó al otro lado.
Los jibaros quedaron en la otra orilla, desperdigados, sin el guia que los llevaba de cacería.
Se acostó tembloroso en la húmeda arena, amanecía cuando una bandada de flamencos abandonó el manglar y tomó altura en busca de las marismas.
Las montañas comenzaron a azular en el horizonte y el concierto de grillos fue opacado por los ruidos diurnos.
Se puso de pie enfangado, adolorido,con el rostro macilento por la mala noche.
Echó a andar por el enorme playazo manchado de yana y arbustos espinozos y en aquel instante en que el sol reventaba sobre el cercano monte vio al venado.
Estaba devorando ramitas en un pequeño cayo de arbustos, era un ejemplar grande y de enormes tarros.
El cazador se agazapó tras unas yanas, cargó la escopeta y se arrastró hasta el próximo montecillo.
Lo tenía a unos veinte metros y a tiro.
Aguantó la respiración y poniendose en pie le apuntó al estómago, estaba a punto de apretar el gatillo cuando el venado descubrió su presencia.
Hombre y bestia quedaron mirandose de frente,los ojos de Mario se achicaron y su indice acarició el frio del gatillo.
En ese momento por su mente desfilaron los más de trecientos venados que había cazado en su vida y este no sería la ecepción.
Pero que le pasaba que no podía disparar?
Su dedo se había congelado, su mente vagaba por un laberinto naranja y en aquel momento sublime confundió el pelaje rojizo del venado con los afiebrados tintes del amanecer.
El animal escapó dando enormes saltos hacia el firme del monte, mientras que Mario sonriente se alejaba hacia el Este en busca de su auto.

Autor; Ernesto Ravelo

sábado, 18 de junio de 2011

Si yo fuese poeta

Si yo fuese poeta desearía habitar dentro de húmedos brocales
contemplando el brillo de la luna posada en el fondo oscuro.
Me espantarían los aplausos y las risas de las hienas apeteciendo
mi carne.
Si yo fuese poeta temería el veneno de los escorpiones , sería coágulo brillando en una pared verde, invadida por cuadros sepias,refugios de lagartos nocturnos.
Si yo fuese poeta viviría revuelto entre los vidrios de un calidoscopio,
formando fantasticas flores y otras figuras.
Navegaría por mareas antiguas mirando el vuelo de los albatros sin preocuparme la pujanza del mundo.
Si yo fuese poeta me uniría a los topos para construir túneles y descubrir ciudades de duedes.


Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 10 de junio de 2011

Afuera casi anochece

Tomo tu mano delicada, la beso,
y descubro en tu mirada, ternura.
Afuera se impone un mediodía
brillante, invadido de gorriones
y autos.
Te dejo desnuda, abro tus piernas
y mi lengua se mete profunda
en la fuente de tus deseos.
Gimes,jadeas,murmuras,te mueves,
ahora mis labios capturan
tu clítoris, erecto,húmedo.
Mi indice entra en tu vagina,
haciendo la señal de Ven Aquí,
me aferro a tu cintura bebiendome
tus jugos,sintiendote vibrar.
Gritas, maldices, aruñas y llega
tu orgasmo.
Entonces me separo de tu altar,
te penetro con fuerza,besandote
la boca, chupandote los senos,
haciendote feliz.
Y me baño en tus profundidades
sin tener noción del tiempo.
Afuera casi anochece.

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 8 de junio de 2011

Marigold

Marigold, vivo enamorado de tu todo,
pensandote junto a la furia del mar,
y en la paz de puertos dormidos.
Marigold, dime si un día de estos
podré mirarme en tus ojos y naufragar
en tus labios encendidos.
Es tiempo de recorrer tu geografía,
descubriendo parajes de pasión,
es tiempo de vivir tantas delicias
sumergido en esta devoción.
Marigol, aspiro tu perfume embrujado
te busco por las calles bajo el sol,
esculpo tu figura sobre el marmol
y la abrazo loco de amor.
Busco las caricias de tus manos,
sus tibiezas calman mi dolor,
y me duermo sobre tu regazo,
escuchando tu voz.


Autor; Ernesto Ravelo

martes, 7 de junio de 2011

El hombre y la gallina

La gallina protege bajo sus alas
a los confiados pollitos que desconocen
el pico y las garras que bajan del cielo.
Salvador Moreno escruta el mar cercano
en busca de pelicanos que delaten
el cardumen.
Fuma bajo el sopor del mediodía
y son sus ojillos carbones apagados.
Se nubla la tarde, nubes ahumadas
llegan a tierra y lloran sobre el polvo.
La gallina se lleva a sus ocho hijos
bajo la fronda del árbol y los
protege del viento.
La lluvia castiga el techo de zinc
y Salvador tamborilea sobre el alféizar
de la ventana contemplando el brillo
de la lluvia.
Escampa, las gotas se duermen
sobre el oscuro verdor del jardín,
sale el sol y la gallina y sus pollitos
beben en el espejo de los charcos.

Autor. Ernesto Ravelo

viernes, 3 de junio de 2011

Una mujer tras los vitrales

Edit
Una mujer tras los vitrales
by Ernesto Ravelo on Friday, June 3, 2011 at 10:49pm

Se que una mujer habita tras los vitrales que el siglo quiso dejar intactos,

escucho su respiración, adivino su sonrisa y su talla de cintura.

Cuando cae la noche la visito, invitandola a salir, pero prefiere seguir

oculta en su cuarto a media luz, contemplando viejas fotografías.

De madrugada toco el violín, se mueve su sombra por los rincones, me habla,

deja de ser timida, abre los altos ventanales y se baña de luna.

Beso su frente pálida, mis dedos se posan en sus labios y permanecemos

callados aspirando los efluvios del jardín.

No decimos palabras, nos basta el canto del grillo, el vuelo del búho y los astros.

Amaneciendo regresa tras los vitrales y deja en mi piel su olor antiguo

Cuban funnel

Recuerdo el paso del huracán Wilma por Miami Dade y Broward en el 2007.
Los daños fueron considerables, el meteoro arrancó techos, derribó árboles, semáforos y el tendido eléctrico.
Recuerdo que la tienda para la que trabajaba en aquel entonces,llevó un trailer con bolsas de hielo para venderle a la población y que trabajaba con una planta de petróleo.
Uno de los manager me dice que baya con él al trailer a echarle una cubeta de
combustible al tanque.
Pero no encontramos el embudo, al parecer alguien se lo había robado y el reloj marcaba que el tanque estaba casi vacio.
El manager se puso las manos en la cabeza profiriendo maldiciones.
Dijo que lo esperara que iría al departamento de autos para conseguir un embudo, pero que era lejos y no sabía si le daría tiempo.
Le dije que no se preocupara que resolveríamos el problema.
Corrí a una esquina del patio arranqué un pedazo de cartón de las pacas prensadas que las tiendas hacen , lo enrollé, hice un embudo, lo puse en el agujero y le dije
al gringo que me ayudara con la cubeta.
Vaciamos el petroleo y regresamos a la tienda.
Y el manager sonriente le decía a los demás empleados.
Ask Ernesto about his cuban funnel.

jueves, 2 de junio de 2011

Mota

Mota, la perra del vecino murió esa mañana atropellada por las ruedas de un camión.
La noticia corrió como polvora por la vecindad y los vecinos se reunieron y acordaron sepultarla bajo la mata de mango del parque.
El amo de Mota arribó en un taxi,se desmontó y desconsolado se abrazó a su difunta mascota.
No, no deseo que la entierren quiero embalsamarla para que siempre esté a mi lado.
Osmani el bodeguero le dijo.
Pero Macho, eso es un disparate, solo se embalsaman las piezas de caza,además está muy magullada.
La comitiva siguió su camino.
Macho levantó la voz.
Cojones, dije que no la entierren.
Todos se dieron vuelta y los cuatro hombres que cargaban el cadaver sobre una sábana,
la balancearon por sus cuatro puntas y tomando impulso lanzaron a la perra por los aires.
El animal cayó en el medio de la calle y otro camión la hizo un amasijo de carne.
Los vecinos se fueron hacia sus casas dejando a Macho arrodillado frente a Mota.
Después de sollozar por un rato y detener el tráfico, puso los restos sobre un pedazo de cartón,se fue al parque y escarbó con sus uñas bajo el árbol de mango.
Adios Motica- susurró tapando la tumba.
Y regresó a casa sangrando de las manos.

Autor. Ernesto Ravelo

martes, 31 de mayo de 2011

Poema escatológico

La mierda abunda en todas partes,
en la tierra y dentro del culo,
el pedo siempre la delata.
Tanto el pobre como el rico hiede
entre sus nalgas y defeca duro,
blandito o a chorros.
Pero hay humanos que creen
que cagan caudales y miran
a sus semejantes por encima
del hombro.
A ellos dedico este poema,
sucio, escatológico, para
que lo huelan y sepan que
aunque se pongan CHANEL,
y cenen CAVIAR, cargan
la misma peste de todos
los mortales.

Autor.Ernesto Ravelo

lunes, 30 de mayo de 2011

El cenicero del Diablo y otras historias

http://globedia.com/el-cenicero-del-diablo-

Entrevista

jueves, 19 de mayo de 2011

La importancia del arte

El relato, la danza,los trabajos manuales y la pintura fueron las primeras manifestaciones del arte.
Desde esa remota era donde el mamut pastaba en las praderas hasta este siglo,
la humanidad no ha podido rechazarla, echarla a un lado,repudiarla, aún en tiempos donde el hombre fue, es y será un adicto a la tecnología.
El arte en todas sus manifestaciones prevalece como una necesidad imperiosa,viene enquistada en el cerebro racional, es un tatuaje universal inmenso y un surtidor que fluye en todas las culturas del planeta sin distinción de razas y credos.
Su manifestación más grande sin dudas ha sido la construcción del universo y sus seres vivos.
Nuestro planeta fue dotado de agua y oxigeno y al hombre se le dio la oportunidad de habitarlo, cuidarlo y no contaminarlo.
Llego a este punto para demostrar que la pureza del arte ayuda al humano a ser mejor,
viviendo en un mundo donde prevalesca lo bello y desaparezca lo mediocre y oscuro de la inteligencia.
A ningún pintor le interesa pintar armas de destrucción masiva y el escritor si habla de ellas es repudiandolas.
El arte es una espada que defiende la supervivencia de nuestra especie,la comparo con un te de tilo que relaja, regocija y nos da confianza en el futuro.
El día que la degollemos, moriremos ahogados en su preciosa sangre.


Autor;Ernesto Ravelo

viernes, 1 de abril de 2011

Quiquita

Enrique Menendez impresionaba a los niños comiendose los limones enteros.
Le gustaba ver las caras de asombro que ponían, luego le pedían que abriera la boca y sacara la lengua.
-Son ácidos y la cascara amarga, pero muy buenos pa cortar la gripe- les decía
Después de la demostración los niños le pedían agua de la tinaja, bebían sedientos y con sus mochilas a la espalda se iban a sus casas después de un aburrido día de escuela.
Enrique vivía con Domingo, su padre de 78 años.
De sus ocho hermanos fue el, él único que nunca se casó ni tuvo hijos.
La enemiga de su juventud fue su extrema timidez hacia las mujeres, su padre trató de curarsela a correazos pero solo logró hacerlo más retraído.
Entonces Domingo pensó que el muchacho le había salido maricón y con quince años cumplidos lo llevó a la calle de las putas y lo dejó en manos de la mulata Gertrudis,alta, tetona y con un culo que no había guanajo que se lo picara.
La puta cobró los cinco pesos y se llevó a Enrique a su cuarto, le dijo que la mirara y comenzó a desvestirse, el muchacho temblaba y no apartaba la vista del suelo.
La mulata le tomó una mano y se la restregó por sus enormes pezones mientras le tocaba sus partes.
Después de un rato y de infructuosos esfuerzos por seducirlo, se vistió, lo tomó de la mano y se lo llevó a Domingo que esperaba bebiendo ron afuera del bar La Lonja.
Y?- Le preguntó a la puta.
La mujer se inclinó y le dijo al oído.
Creo que es del otro lao.
Domingo se empinó el trago y rojo de ira le dijo al joven.
Vamos a casa de Titino.
Y se fueron calle abajo buscando la sastrería de la marica más famosa del pueblo.
Titino estaba sentado tras el mostrador, rojo por el calor y abanicandose con un abanico con rostros asiaticos.
Que le trae por aquí don Domingo? dijo con voz afeminada.
No habían clientes dentro de la sastrería, así que el padre fue directo al grano.
Titino, quiero que me digas si este muchacho es blandito igual que tú ?
El gordo se puso de pie y escrutó a Enrique de arriba a abajo.
Tienes calor?
Enrique levantó la vista y asintió.
Pues te regalo este abanico, te gusta?
EL joven se encogió de hombros.
Dime sí o no- insistió el sastre.
Sí-respondió con voz apagada.
Es maricón- concluyó Titino.
El padre le dio una galleta que lo sentó de nalgas.
Arranca pa la casa.
Y Enrique se fue llorando y moqueando.
El sastre trató de calmar a Domingo.
No se preocupe, mi padre era bien macho y yo salí así por cosas del destino.
El hombre lo miró de arriba a abajo y le dijo encolerizado.
Vete a que te den por culo.
Y dando media vuelta se fue al bar.
Al atardecer llegó borracho perdido y reunió a la familia en la sala.
Haló por el brazo a Enrique poniendolo en medio de sus hermanos y le dijo a su esposa.
Hortencia, a partir de hoy quiero que este muchacho se aparte de sus hermanos varones
y que solo juegue con sus hermanas.
La sumisa madre asintió con lágrimas en los ojos.
A partir de ese momento la vida de Enrique dio un giro.
Sus hermanos comenzaron a llamarle Quiquita con la complacencia de su padre y la angustia de su madre.
El joven aprendió de sus hermanas los quehaceres de la casa y todos los gestos y juegos femeninos.
Domingo casi nunca le hablaba y cuando lo hacía era de una manera brusca.
El padre llevaba a sus otros hermanos a los rodeos del pueblo y a pasear a caballo por los campos.
Todas estas cosas para Enrique estaban prohibidas.
Pasó el tiempo y los hermanos mayores comenzaron a casarse y hacer sus vidas, sus hermanas siguieron el mismo camino.
Solo Enrique, permaneció virgen al lado de sus padres.
Hortencia enfermó de cancer y su hijo no se separó de su lado ni un solo instante,
las tareas de la casa quedaron bajo su responsabilidad y diligente se ocupaba de todo.
Sus hermanos venían de visita pero al final se regresaban a atender a sus familias.
Por ese tiempo Domingo ahogaba sus penas en licor, regresaba borracho y gritaba.
Quiquita, sirveme la comida.
Un día ya en la mesa le preguntó.
Como está tu madre?
Muy debil y preguntando por usted.
El padre paró de comer y le dijo escupiendo rabia.
Como no se va ha morir con el sufrimiento de tener un hijo como tú.
Enrique no le respondió y se fue a llorar a su cuarto.
Al día siguiente murió su madre.


Enrique había acabado de cumplir 32 años cuando Beatriz se mudó al lado de su casa,
se conocieron tendiendo la ropa en los tenderos de sus patios.
Hola- dijo ella.
Era alta, rubicunda y delgada.
Hola- le respondió Enrique.
Soy tu nueva vecina- y se sonrieron.
A partir de ese día se hicieron muy buenos amigos.
Conversaban sobre los trucos de los queaceres domésticos, se intercambiaban platos y recetas de cocina y él la enseñó a tejer en la paz de los mediodías.
Beatriz, era viuda, no tenía hijos y era cinco años mayor que él,le gustaba bailar y pronto fue su profesora de baile, en fin se hicieron muy buenas amigas.
Una tarde mientras bailaban un ritmo de moda, Beatriz lo besó en los labios.
Enrique sorprendido se soltó de sus brazos y se limpió la boca con el dorso de la mano.
Beatriz se echó a reír.
Que te sucede?
El estaba molesto.
No te burles de mi- le dijo a la mujer- sabes muy bien que soy maricón.
Ella se puso seria.
Y como lo sabes si nunca has tenido sexo con nadie.
El suspiró.
Lo se porque todo el mundo lo comenta, lo se porque tengo gestos de mujer, no se hacer las cosas que hacen los hombres y además- hizo una pausa y bajó la mirada.
Porque me gustan los abanicos.
Y diciendo esto se marchó corriendo a su casa.
Al aterdecer se bañó, se perfumó y se fue a la sastrería de Titino.
Lo encontró envejecido y postrado en su sillón abanicandose con el mismo abanico destartalado por el tiempo.
-No me recuerdas ?- le dijo- soy Quiquita el hijo de Domingo.
El obeso sastre lo escrutó con sus ojillos medio cegatos.
Ahhh, por lo que veo no me equivoqué, hablas como mujercita y...
Enrique lo interrumpió.
He venido para que me busques un hombre.
Titino soltó una risa ahogada.
-No te preocupes tengo una habitación a tu disposición en el segundo piso, son cincuenta pesos, sube y ahora mismo te llamo a un cliente al cual tienes que pagarle cincuenta pesos más.
Enrique pagó y subíó a la habitación que era pequeña, calurosa y con una cama personal vestida con una sobrecama amarilla y desteñida.
Estaba nervioso, era su primera vez con un hombre, le sudaban las manos y se comía las uñas.
Tocaron a la puerta.
Abrió y un hombre joven y bajo de estatura entró y se quitó la camisa.
Donde está la plata?- le preguntó.
Se metió la mano en el bolsillo y le pagó.
El joven fue hasta la cama se quitó los pantalones y mostrandole el flácido pene le dijo.
Arrodillate y mamamela.
Fue y se arrodilló pero de pronto su estómago se contrajo y comenzó a hacer arcadas, se puso de pie y escapó de la sastrería.
No paró de correr hasta la casa de Beatriz, tocó a su puerta y cuando ella le abrió la tomó en su brazos besandola, la tiró en la cama y arrancandole la ropa
la penetró con fuerza escuchando sus jadeos.
Después de una insomne madrugada se vistió dejando a Beatriz dormida y se fue a su casa.
Su padre hacia café.
Fue y lo besó en ambas mejillas arrugadas.
Que haces Quiquita?, donde dormiste anoche?
Padre, me voy a casar.
El anciano tuvo un sobresalto.
Te vas a casar con un hombre?
- No, con una mujer.
Domingo lanzó una risita nerviosa.
Pero si eres marica.
Finos rayos de sol se filtraban por las rendijas de la cocina cayendo sobre el rostro de su padre vencido por el tiempo, y en aquel momento sublime no sintió rencor hacía el hombre que le había dado la vida.


Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 31 de marzo de 2011

El cazador de iguanas

El día que Luisa Vera vio por primera vez a la iguana dio un alarido y corrió dentro de la casa con las manos en la cabeza diciendo.
Ave María que animal tan crecído y repugnante.
Fue hasta el cuarto y levantando el mosquitero zarandeó por el hombro a su marido que dormía la siesta.
-Qué sucede mujer?
Marcelino, no lo vas a creer pero una iguana grandísima está devorando mi jardín.
El hombre bostezó y le dijo malhumorado.
-Las iguanas no comen flores.
Y siguió a su ágil mujer aún medio dormido.
El manso lagarto de casi un metro y de piel color tierra y rugosa, estaba inmóvil junto a la fuente tomando el despiadado sol del mediodía.
Marcelino se disponía a azorarlo hacia la manigua pedregosa y cercana cuando Luisa se lo impidió.
-Tenías razón- dijo ya más calmada- no se come las flores ni se baña en la fuente.
y entrando a la cocina murmuró.
La pobrecita, tiene hambre.
Y salió al jardin con un plato con raspas de arroz.
Marcelino movió la cabeza en señal de desaprobación.
-Mujer, las iguanas solo comen moscas.
Luisa se hizo la sorda y dejó el plato al lado de una mata de rosas,
regresó junto a Marcelino y esperó aguantando la respiración.
El reptil se acercó al plato y comenzó a devorar las raspas.
-Berta, se llamará Berta- exclamó la mujer.
Desde aquel día la iguana Berta fue parte de la familia, todas las tardes salía del monte en busca de su alimento que incluía además del arroz,frijoles, lechuga, bananas y otras exquiciteces.
Con el tiempo Berta se dejó acariciar por su dueña que orgullosa la mostraba a sus vecinas y a todas las visitas.


Cuando Eduardo Pavón supo de la iguana domesticada una idea fija se le alojó en el rincón más oscuro de su cerebro.
Durante años las había cazado poniendole trampas para venderselas a los chinos verduleros que amaban aquella carne tierna, blanca, jugosa y con sabor a pollo.
Un día borracho perdido la probó en la trastienda del chino Carlos y cuando estuvo sobrio se pasó una semana vomitando.
Nadie en el pueblo sabía que era cazador de iguanas pues se las ingeniaba en poner sus trampas en lugares del monte donde abundaba la roca dura y afilada.
Todos los días atrapaba gran cantidad de lagartos en sus trampas, los mataba con una fija, los desollaba a cuchillo en la espesura y ponía la carne en jabas de nilon, luego las guardaba en una mochila y se iba al poblado chino.
Con el tiempo las iguanas comenzaron a escasear y las que lograba atrapar eran muy pequeñas.
La famosa Berta había crecido más de un metro y engordaba por día, con una pieza así calculaba que le darían 100 pesos.
Empezó a planear como robarsela.
Pero la empresa no era tan facil, ya Berta no se marchaba a su cueva y ahora dormía
junto a la fuente vigilada por el perro de la casa, un pilbull blanco y fiero.
Primero debía eliminar al perro y lo haría con una perra en celo.
Estuvo varios días vagabundeando por el pueblo observando a los perros callejeros hasta que un anochecer vio una jauría de machos cortejando a una perra flaca y sarnosa.
Comenzó a tirarle huesos de pollo y pedazos de pan viejo y cuando el hambriento animal se descuidó le tiró un lazo al cuello y se lo llevó a rastras hasta su casa.
Amarró a la perra en el patio, era de mediano tamaño y temblaba de miedo.
A las doce de la noche salió rumbo a la casa de Marcelino y Luisa, con la perra dentro de un saco de yute y la fija en la otra mano, no había luna y las calles estaban desiertas.
Llegó a la cerca, el jardin estaba oscuro, el perro ladró amenazante pero enseguida olfateó el olor a hembra en celo y comenzó a gemir y escarbar para escapar al otro lado.
A los pocos minutos un bulto blanco se deslizó bajo la cerca y Pavón liberó a la perra que asustada echó a correr perseguida por su nuevo pretendiente.
El camino estaba libre, el ladrón lanzó la fija al jardín y encaramandose a la cerca
cruzó al otro lado.
Recogió la fija y se fue cauteloso hasta la fuente pero la iguana no estaba allí.
la buscó por el rosal pinchando con la fija para que saliera pero todo fue inutil.
Entonces, sudoroso y asediado por los zancudos se fue a la caseta del perro, se puso en cuclillas y introdujo la fija.
Un ruido atronador brotó de su interior y un bulto negro salió disparado como misil golpeandolo en el centro de las piernas.
Pavón calló a lo largo agarrandose los testiculos y vomitando.
Maldita iguana- balbució apretando los dientes.
En ese momento las luces del portal se prendieron, quiso huir pero el atenazante dolor se lo impedía.
Marcelino brotó del interior de la casa sin camisa y con la escopeta de cartuchos entre sus manos.
Quién anda ahí? identifiquece o disparo.
Pavón se pudo sentar en la hierba empapada de rocío, aún aguantandose las bolas.
Marcelino lo reconoció.
Eduardo que hace usted dentro de mi propiedad, digamelo o lo mato.
El hombre comenzó a sollozar.
No me tires Marcelino, por tu madre.
El dueño de la casa se extrañó de no ver a su perro y lo llamó a voces.
-Ladrón- vociferó- venías a robar, que le hiciste a Campeón ?- y le pegó el cañón en la cabeza.
El hombre pensó de prisa, en ello le iba la vida.
Hice un trato con tu perro.
Que trato? le preguntó Marcelino desconcertado.
Luisa escuchaba asomada en la puerta y envuelta en una sábana.
-Le prometí que le traería una perra ruina con la condición de que me permitiera entrar al patio para que Berta me hiciera sexo oral- hizo una pausa tragó en seco y agregó.
Dicen que las iguanas son muy buenas mamadoras, pero esta tuya no le gustan los pichicortos como yo y me la mordió.
Eres un enfermo- lo increpó Marcelino.
Luisa telefoneó a la policia y el cazador de iguanas fue a parar al calabozo.
Al amanecer la noticia corrió como polvora por el pueblo y toda la región.
Pavón estuvo tres días preso, pagó una multa y una madrugada desapareció para siempre.
Berta siguió creciendo, engordando y divirtiendo a los niños que la visitaban al salir de la escuela y no faltaron los malintencionados que murmuraban que la obesa iguana estaba embarazada de Campeón.


Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 25 de marzo de 2011

El corazón dormido

Salvador Moreno no pudo despertar de la siesta del mediodía.
Sentía su cuerpo lívido, frío.
Una desesperación creciente lo embargó.
Quiso gritar, moverse,pero su lengua era un pedazo de trapo dentro de la boca y sus extremidades ramas secas.
Fue entonces que su espiritu flotó fuera de su cuerpo y vio a Panchita trajinando en la cocina.
Corrió hacia ella y zarandeandola por los hombros le dijo.
Mujer, ve a la cama y despiertame, me estoy muriendo.
Pero Panchita permaneció inmutable.
Regresó al lado de su cuerpo, lucía azulado y gruesas gotas de sudor perlaban su frente.
Entonces, Salvador, miró dentro de su pecho y vio a su viejo corazón dormido.
Lo agarró por su gris y larga barba y le gritó mientras lo estremecía.
Despierta, corazón, despierta.
El corazón murmuró algo ininteligible y siguió roncando.
Salvador acercó sus labios a uno de sus ventrículos y le gritó a viva voz.
Despierrraaaaaa, carajooo.
El corazón trató de abrir los ojos pero no pudo.
Qué quieres?- le respondió malhumorado.
Que sigas latiendo, sino me muero.
El corazón dio un suspiro.
Me he pasado 70 años despierto dentro de tu pecho, latiendo aún cuando tú dormías y ahora que quiero tirarme un sueñecito te molestas.
Diciendo esto dio varios bostezos.
Salvador le imploró.
No me dejes morir, si no bombeas mi sangre voy a dejar a Panchita viuda.
El corazón tuvo un sobresalto imperceptible.
Tu esposa es vieja y le queda poco en este mundo, dame otra razón para que sigas viviendo.
Salvador pensaba de prisa.
Mis hijos, mis nietos, todavía no he redactado mi testamento y se van a pelear por la herencia.
El corazón sonrió sin ganas.
Ellos nunca quedarán conformes con tu decisión, así que esa no es una buena excusa.
Salvador exasperado y rojo de ira le vociferó.
Porque todavía se me para la pinga, cojones- y prosiguió- el día que se me muera te autorizo a que hibernes como los osos.
Entonces el corazón le hizo señas para que entrara a su cuerpo ya cadaver.
De pronto sintió un calor corriendole en las venas y pudo mover los brazos y las piernas, puso una mano bajo la tetilla izquierda y sintió latidos.
Abrió los ojos y bajando la mano descubrió una erección dura como la roca.
Panchita, asomate a la puerta.
La anciana apareció en el umbral y sonrió mientras se mordía los labios.
Viejo, estás como en tus mejores tiempos- y dejando caer su bata de casa se sentó sobre la rigidez.
Salvador murmuró.
Gracias mi corazón.
Y Panchita le susurró.
De nada, amor mío.


Autor; Ernesto Ravelo
Copyright

jueves, 24 de marzo de 2011

Yo quiero escapar

Yo quiero escapar de los tumultos
y de la absurda competencia
de los hombres.
Quiero fugarme por la boca del olvido
hacia un mundo extraño, pero de paz.
Un lugar cuajado de flores y fieras
mansas donde jamás escuche la palabra
guerra.
Yo quiero escapar de los tumultos,
bebiendome un elixir maldito
que queme mis venas y mi sangre
y me haga entrar por un embudo
de bronce.
Se que me esperan risas y sombras,
unicornios sin alas, mangostas azules
y noches invadidas de búhos.
Yo quiero escapar sin pecar de suicida
de la mano de dioses desconocidos
que tiren de mis brazos secos y entonen
cánticos feroces.

El rincón azul

El mar ruge lejos de la playa,
allá en las blancas rompientes,
donde un niño rey de la intemperie
espera su juventud.
Sus manos de hombre escarban
y descubren conchas y vidrios
de colores.
El salitre se le incrusta
en la mirada y corre
bajo la sombra de los uveros
entonando una canción aprendida
de su madre.
El niño habita en un inmenso
rincón azul, patria de camaleones,
avispas doradas y orquidias
salvajes que crecen suspendidas
en las frondas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Los hermanos.

Eladio García vivía al borde del monte firme en un pequeño conuco hecho por sus manos
y cercado con piña de ratón donde sembraba boniato, calabaza y hortalizas en la epoca de lluvia.
El techo del rancho era de zinc y las paredes de tablas desparejas y sin pintar,su interior era estrecho, en una esquina tenía un pequeño fogón de carbón y al otro lado
un catre viejo y destartalado que todavía aguantaba el peso del hombre.
Aquel día de septiembre Eladio abrió las dos ventanas, le bostezó al amanecer y sonrió al ver las amarillas flores del calabazar.
Hizo café en un jarro tiznado y lo coló por el colador de tela.
Bebía el negro nectar cuando escuchó pasos en el patio de tierra y su perro comenzó a ladrar, se asomó a la puerta y se encontró con Rosa su cuñada que vivía cerca de la costa.
Buen día Eladio, me das un vaso de agua?
El hombre fue a la tinaja y regresó con un jarro de aluminio.
Y que te trae por aca Rosita?
La mujer bebió de prisa y sonriendo le respondió.
Na que hoy Francisco se fue de madrugá a recoger ganao por en vuelta de La Campana,
y después del desayuno estaba aburrída y me dije, dejame hacerle la visita al solitario de Eladio y aquí estoy.
El hombre la invitó a pasar y le sirvió café, luego prendió un cigarro.
Sientate en el catre, los dos taburetes que tenía se me rompieron.
La mujer se alizó el negro y largo cabello y recogiendose el vestido se sentó.
A pesar de estar pasada de los cuarenta se mantenía bien, era delgada y maltratada por la intemperie, no era bella pero sus rasgos duros y la viveza de sus ojos la hacían lucir atractiva.
Eladio con disimulo recorrió sus piernas bien formadas y espantó de su mente esa idea que perturba al hombre cuando se encuentra a solas con una hembra.
Rosa era la esposa de su hermano mayor y por lo tanto era sagrada.
Cuñado, que esperas para buscarte una mujer- dijo mirando hacia el lejano mar- ya la difunta lleva tres años de muerta y tus hijos se fueron pa la ciudad.
Eladio suspiró.
Si cuñada tienes razón, ya he pensado en eso, pero tengo que mejorar mi vida y salir de este rancho.
De pronto la mujer comenzó a sollozar.
Que te pasa Rosa?
Se enjugó los lagrimones con la manga del vestido.
Na que las cosas entre tu hermano y yo no andan bien.
Eladio se sentó a su lado.
Que está pasando?
Rosa se estrujó las manos.
No te puedo decir- le respondíó en voz baja.
Por qué mujer?
Porque es algo privao.
Pero yo soy tu familia y a lo mejor te puedo ayudar, dime.
Y se quedó esperando.
Bueno esta bien, te cuento pero prometeme que quedará entre nosotros.
Así será, te lo juro- dijo Eladio cerrando la mano y besandose el dedo gordo y el indice.
El asunto es que Francisco no me sirve pa la cama.
Cómo es eso?
Rosa miró a todas partes y bajó la voz.
No se le para y mira que yo desnua soy una hembra del cará.
Eladio sintió que un aire tibio le corría por las venas llegaba a sus testiculos y se posaba en su animal muerto.
La mujer continuó.
Esto le empezó hace casi un año, al principio pensé que venía cansao de los potreros,
pero hace como tres meses me confesó la verdad, dice que le echaron un daño en la bebida y ha ido a los espiritistas y nada, ha probao con huevos de carey y hasta un chino viejo le dijo que tomara guarapo y comiera bastante tomate pero no le responde y yo necesito porque todavía estoy joven y tengo deseos.
Eladio notó que la respiración de Rosa se hizo agitada y pedregosa, sus enormes tetas
parecían a punto de reventar bajo la tela y la tibieza que lo exasperaba se convirtió en calor provocandole una presión en la portañuela que dolía.
Turbado quiso pararse e irse al patio pero no quiso que ella descubriera su erección.
Tanto tiempo solo, lejos de mujer y ahora Rosa le contaba todo aquello, sintió que el pantalón se humedecía y cruzó las piernas.
Cuñado, he venido para que me ayudes.
Al hombre se le atragantaron las palabras y el corazón se le quería escapar del pecho.
Vio a Rosa con la mirada turbia la boca entreabierta y las piernas separadas.
Ayudame a sentirme mujer.
Pero eres la mujer de mi hermano, de mi sangre- dijo Eladio vacilante.
Rosa lo abrazó y lo besó con fuerza en los labios.
Tu hermano es el hombre de mi vida pero no soy de piedra.
El beso se hizo largo, furioso, se mordían, se aruñaban , jadeaban y rodaron por todos los rincones del rancho arrancandose la ropa.
El perro que estaba echado bajo el catre dio un chillido y salió asustado al patio.
Rosa gritaba, maldecía, se mordía los labios hasta hacerlos sangrar y cuando fue visitada en sus entrañas dejó escapar quejidos extraños que se adentraron en el mar.
Luego quedaron tendidos, sudorosos y con la vista extraviada en el techo.
La mujer se vistió de prisa.
Gracias cuñado, no sabes el gran favor que me has hecho.
Eladio se puso el pantalón y sujetandolo con el cinto le dijo.
Rosa esto no puede volver a suceder, hemos traicionado a Francisco.
La mujer lo besó en la mejilla y desapareció por el arenoso sendero.
Esa tarde oscureciendo la propia Rosa le trajo la mala noticia.
Francisco se había ahorcado en una ceiba de los potreros, no dejó mensaje alguno.
Lo velaron al día siguiente en sus casa rodeado de lloronas, monteros y viejos amigos que bebían ron y cantaban corridos mejicanos en honor al tendido.
Eladio se paró frente al feretro y apoyando el rostro en el cristal lo regó de lágrimas pidiendole a su difunto hermano que lo perdonara.
Luego se retiró a un oscuro rincón y pasó la noche en vela.
La viuda estuvo desconsolada y rodeada de mujeres que le daban el pesame y la atendían.
Después del funeral Eladio regresó a casa y se durmió, al anochecer Rosa apareció vestida de negro, desencajada, y le pidió dormir a su lado pues sentía miedo quedarse a solas en su casa.
Abrazados se durmieron y él la sintió orinar afuera esa madrugada, luego se durmió y soñó que su hermano lo maldecía y lo perseguía con un puñal.
A Rosa la despertaron los finos rayos de sol filtrados por las rendijas, Eladio no estaba a su lado, se levantó y saliendo al patio lo llamó, su perro tampoco estaba,
el café estaba hecho lo calentó en las brasas del fogón y se sentó a esperar, fumando.
El sol subió a mitad del cielo, las chicharras se tornaron insoportables y truenos cercanos espantaron la tarde.
Una lluvia brillante cayó sobre el sembradío y el techo de zinc.
Rosa estaba triste y lloró en silencio.
Las ranas comenzaron a croar y los cangrejos rojos salieron sedientos de sus cuevas,
entonces la viuda comprendió que se había quedado sola en el mundo.
A pasos lentos se acercó al calabazar se arrodilló sobre la arena mojada y acarició
una diminuta calabaza que había dejado de ser flor.


Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 21 de marzo de 2011

La derrota

La derrota no es del derrotado,
aunque se quede sin venas
y sin aire.
La derrota es del que la propina,
que pena insomne en su almohada
y se agita en las sombras.
La derrota siente hambre y su hambruna
es una epidemia entre los hombres.
Sale el derrotado escupiendo sangre,
rugiendo y cargando su derrota cochina,
sin notar que un revés es una diminuta
mancha en el horizonte lejano.
La derrota al principio es oscura, feroz,
pero cuando muestra su otra mejilla,
esparce soles.

Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 18 de marzo de 2011

El nieto y su abuela

La voz subió hasta el brocal del pozo,lánguida, cercana, era voz de mujer.
El hombre asustado y tembloroso retrocedió dejando caer la soga y el cubo,
pero la curiosidad se impuso y lentamente se fue acercando a la boca húmeda y miró a su interior.
Quedó petrificado de terror, un bulto subía por la pared verdosa y antigua,
lo hacía con lentitud,vio una larga cabellera amarillenta que chorreaba agua
y unos brazos delgados y secos que se aferraban a los salientes de las rocas.
Entonces el hombre recordó que su abuela a la que nunca conoció se había arrojado
al pozo cincuenta años atrás al descubrir que su esposo la traicionaba con su propia hermana.
El ser llegó jadeante al brocal y descubrió su rostro.
Sus ojos eran grandes y fijos como los de las muñecas,le faltaba la mitad de la nariz,los labios y de sus oídos saltaban y caían al vacío pequeños peces.
Soy tu abuela la suicida- le dijo al nieto mirandolo con fijeza.
Que quieres de mi?- le respondió el hombre con voz queda.
Quiero que me abraces- prosiguió el fantasma y rompió a llorar.
No puedo hacerlo, no eres de este mundo y además estás asquerosa.
La muerta se bajó del brocal y caminó encorvada alrededor del pozo con sus piernas podridas y mal olientes.
De mi nació tu madre,así que me debes la vida- dijo y dando un suspiro continuó.
Es cierto que apesto pero dime si no ha sido clara y saludable el agua que has bebido de este pozo desde que tienes uso de razón.
El nieto hizo una mueca de asco.
Nunca más beberé de estas aguas.
El fantasma dio un salvaje alarido y se lanzó al pozo.
El hombre se marchó y le ordenó a los empleados de su finca que sellaran el pozo y hicieran otro.
Su orden fue cumplida y tres semanas después se inaguró el nuevo pozo, pero a los pocos días un hedor terrible brotó de su fondo y una risa espantosa se escuchó.
El hombre lo mandó a sellar y se hizo otro, el primer cubo de agua salió clara pero
al momento se convirtió en un pus espeso y amarillento donde flotaban tripas azuladas.
El nieto no se dio por vencido y continuó haciendo pozos pero todos tenían aquella pestilencia maldita.
Las cosechas se comenzaron a perder y el ganado comenzó a morir de sed.
Entonces el hombre resignado hizo que abrieran el brocal del antiguo pozo y llamó.
Abuela, abuela.
El fantasma subió sanguinolento, desfigurado.
Me abrazas?
El hombre haciendo arqueadas le dijo.
Lo haré para salvar mi finca, te soy sincero.
La muerta sonrió dejando al descubierto toda su dentadura y le respondió.
No sabes cuanto necesito del calor humano.
Y se abrazaron bajo el el sol ardiente del mediodía.

Autor; Ernesto Ravelo

La hormiga

La hormiga corre loca en busca de alimento,
olfatea el mundo y lo mira desde su dimensión.
Descubre una cucaracha que patalea moribunda,
y grita felíz porque ha hallado comida fresca
para pasar el invierno.
Regresa cantando una canción, tierna, infantil,
da la voz de alarma y un ejercito de patas
y antenas se prepara para matar.
La cucaracha suspira, conoce su destino y se resigna
a morir.
Siente un hormigueo asfixiandola, no ofrece resistencia,
le amputan las alas, la dejan ciega,y expira muda.
Las hormigas entonan un himno extraño y regresan
a su reino con el botín.
Es noche y la luna se pone a llorar
al ver a la descuartizada
bajar a pasadizos estrechos.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 17 de marzo de 2011

El sueño

El mantis gigante es una enorme hoja seca en el lecho del bosque,
mimetizado espera su presa.
Se escucha un gruñido y un jabalí brota de la espesura y comienza a hozar la húmeda
tierra carente de sol.
De repente unas fuertes tenazas igual a las trampas para osos rodean sus peludas patas y cae dando chillidos.
Afiladas y duras púas comienzan a abrirle la panza y las azuladas entrañas se esparcen por todas partes.
Agonizando el formidable animal trata de herir al mantis con sus colmillos en forma de dagas pero ya la muerte se refleja en sus pupilas desorbitadas.
El insecto lo arrastra hasta unos matorrales y devora grandes trozos de carne aún palpitante.
De las frondas bajan bandadas de cuervos a disputarse los despojos.
Enloquecidos devoran tripas y organos y en la última luz del ocaso descubren un cadaver humano tendido sobre las hojas secas y rodeado de hongos.
Los afilados picos lo rodean.
El hombre da un grito y despierta asustado, es casi noche y grillos y ranas comienzan sus conciertos.
Bostezando se levanta,se sacude las agujas de pino, toma la mochila y se marcha
temeroso hacia la carretera.



Autor; Ernesto Ravelo

Los enemigos

Abelardo se sintió aliviado cuando supo que Andres había muerto,
le pidió al cantinero un trago doble y celebró en silencio.
Habían sido enemigos jurados desde su juventud y todo a causa de una mujer,
que al final no fue de ninguno de los dos y se marchó al extranjero dejandolos
enemistados para siempre.
Cuando se veían en el pueblo se evitaban,y hacía unos cuarenta años atrás en una apuesta de gallos coincidieron, se desafiaron y terminaron fajados a machetazos.
Andrés perdió un brazo y después de salir del hospital se marchó con su familia a otra provincia y nunca más regresó.
Abelardo no tuvo la dicha de casarse,las numerosas novias que tuvo se apartaban cuando descubrian su temperamento violento, y ahora viejo y decrépito sus esperanzas de matrimonio se habían esfumado.
Sin embargo Andrés el manco como le llamaban, tuvo una esposa bella y numerosos hijos,nietos y bisnietos.
Esto lo supo por los comentarios de un pariente de Andrés que vivía en el pueblo y lo visitaba todos los años en su lejana provincia.
Abelardo moraba en una finca heredada de su padre,su situación ecónomica no era mala
pues supo mantener el ganado y la tierra productiva.
Cinco empleados trabajaban para él y tenía sufiente dinero en el banco para pasar su vejez.
Por esa parte se sentía feliz pues había vivido mejor que su enemigo que murió pobre
y cargado de deudas.
Se bebió otro trago y salió a la calle, su perro labrador lo esperaba en la parte trasera de su vieja camioneta de trabajo.
Tarareando una canción la echó a andar y rodó por la avenida principal hacia la salida del pueblo, hizo izquierda y tomando un polvoriento terraplén se dirigió a su finca.
Se sentía eufórico, siempre vivió con el temor de morir primero que Andrés, no soportaba la idea de estar acostado en su ataud mientras su enemigo con una sonrisa burlona en sus labios lo contemplaba.
Comenzó a entonar la canción a toda voz, había bebido más de lo acostumbrado pero el momento lo ameritaba.
Entró a una curva cerrada y perdiendo el control de la camioneta se precipitó al río.


Abelardo abrió los ojos y una intensa luz lo cegó,le dolía la cabeza y todo el cuerpo,poco a poco sus pupilas se fueron adaptando a la claridad y a su lado descubrió el rostro sonriente de un joven.
Era Andrés.
De golpe cerró los ojos,volvió a abrirlos y allí estaba el fantasma burlandose de él.
Entonces comprendió que estaba en el mundo de los muertos.
Como se siente don Abelardo?- le preguntó la conocida voz.
Ahora me llamas Don, deja de burlarte maldito.
Señor, señor, despierte, tiene visita- dijo una cálida voz de mujer.
Abrió los ojos y vio a una enfermera cambiandole el suero.
Andrés continuaba sonriendo y ahora le puso una mano en el hombro.
Donde estoy?- le preguntó asustado a la enfermera
En la sala de cuidados intensivos,y este hombre fue quien le salvó la vida.
Como pudo ser posible, este hombre está muerto.
El joven le respondió.
Se equivoca Don Abelardo soy el hijo de Andres Castillo que nació y creció en este pueblo y su última voluntad fue que lo enterraran en su tierra.
El enfermo se sentó en su lecho.
Nunca te habló de mi?
Sí,le contó a la familia que ustedes habían sido muy buenos amigos en la juventud.
Y que les dijo del brazo que le falta?
El joven se puso serio.
Nos dijo que lo perdió al caerse de una carreta de bueyes y una de las ruedas se lo destrozó.
Abelardo quedó anonadado.
Lentamente y con la ayuda del joven volvió a tenderse y su vista quedó posada en el techo.
Mi familia y yo veniamos llegando al pueblo con el cadaver de mi padre cuando de repente vimos su camioneta caer al río,su perro salió nadando hacia la orilla mientra dos de mis hermanos y yo saltamos a las aguas, zambullimos y a pesar de la corriente y la poca visibilidad logramos rescatarlo.
Hizo una pausa y prosiguió.
No sabe lo orgulloso que estoy de haberle salvado la vida al mejor amigo de mi padre.
Gruesos lagrimones corrieron por las mejillas pálidas del anciano que tembloroso
rompió en entrecortados sollozos y luego en un llanto desgarrador.


Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 16 de marzo de 2011

Prosigue el viaje

Prosigue el viaje a su encuentro,
gime por el sendero desconocido,
pide alimento,agua y lecho,
sonrie cuando un niño cante.
Que no te desanimen tus derrotas,
sigue adelante apretando los dientes,
impide que otros criterios te venzan,
naciste convencido de tu suerte.
Avanza hacia los confines eternos,
por otoños grises y mares de sombras,
sorteando emboscadas, rugiendo feroz.
Al final del viaje te espera la muerte,
dama triste y vestida de verde.
Besale su delicada mano y siguela
a través de jardines invadidos de sol,
rumbo a su reino.

Autor; Ernesto Ravelo

La mosca

La mosca zumba junto al oído,
tratando de decir tantas cosas,
pero la mano trata de derribarla.
Se aleja y se posa sobre el pan,
recorre su geografía contemplando
al niño que desayuna presuroso.
La madre entra a la cocina, despeinada,
sin maquillaje,derrochando bostezos.
La mosca se posa en sus labios,
la mujer lanza palabrotas y la persigue.
El niño termina su desayuno se cepilla
los dientes y marcha a la escuela.
La madre se maquilla sin ganas, toma
las llaves del auto y desaparece.
La mosca queda sola, dueña de la casa,
se va al fregadero y se regodea
en los platos sucios.
Saciada su hambre sube al techo, bosteza
y se duerme.

Autor; Ernesto Ravelo

martes, 15 de marzo de 2011

El duende

El ser tala árboles con sus dientes,
no es un castor,es un duende violeta,
cazador de tesoros.
Amarra los troncos con pelos plateados
de su barba, cierra los ojos,crujen
sus dientes y los arrastra hasta
un claro del bosque.
Comienza a construir una cabaña,
danzando polcas, rodeado de lobos,
mantis y ardillas feroces.
Suda a mares, corta, clava,endecha
y al final de la tarde abre las
ventanas y lanza alaridos.
De la espesura brota el pueblo
diminuto, cargando sacos de plata
y oro.
Lo esparcen en las habitaciones
olorosas a madera verde y danzan
esperando las sombras.
Arriban hordas de brujas risueñas,
borrachas de aquelarres y pócimas,
se abrazan se besan y sus conjuros
se convierten en libélulas veloces.
El duende se transforma en grillo,
salta por los rincones y cansado
se duerme bajo el regazo de la noche
que vieja y desdentada lo mima.

Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 14 de marzo de 2011

Un diminuto hombre anfibio.

En la pecera nada un diminuto hombre anfibio,
es negro y blanco como las orcas y le brillan
las escamas.
Le tiro la carnada y paciente espero, da vueltas
pero no se engancha porque tiene el sonar
de los delfines y descubre el anzuelo.
Ha devorado todos mis peces con sus dientes
de piraña.
Meto la mano y trato de acorralarlo contra el vidrio,
pero veloz salta y cae sobre la alfombra mentandome
la madre.
Tomo la escoba y lo barro hacia el mundo, se retuerce
bajo el sol, escupe palabrotas, me llama cobarde,
mientras muere azulado sobre el hirviente cemento.


Autor; Ernesto Ravelo

sábado, 12 de marzo de 2011

Ceniciento día

Ceniciento día el de hoy,
día de todos los vivientes,
sin sol, sin lluvia.
En el cielo cometas veloces
y en la tierra los que tiran
de los hilos resistentes.
Ceniciento día,los viejos
del parque observan como
la brisa lesbiana deja
a las mujeres semidesnudas,
se muerden los labios
y murmuran sus fantasías.
Ceniciento día, de un lugar
desconocido llega la melodía
de un violín.
Ruedan autos hacia destinos
diferentes, en el semáforo
un joven vende flores y un loco
anuncia que el mundo ha llegado
a su fin.
Ceniciento día de otoño.


AUTOR; Ernesto Ravelo

viernes, 11 de marzo de 2011

Paraguái

Paraguái eres el corazón de America,
tierra bendecida por tus dioses nativos,
patria guaraní, me deslumbra tu Chaco
Boreal.
Paraguay de polcas y bellas mujeres,
Edén de la virgen de Caacupé.
Patria de aborigenes y descendientes
de europeos, a ti dedico este poema.
Paraguái, me pierdo en tus pastizales
escuchando un arpa en la lejanía,
y la paz se apodera de mi alma.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 10 de marzo de 2011

El amor naufraga cuando la distancia se impone

La mejilla en el hombro, pálida, llorosa,
a través del cristal brilla la lata del avión,
y el murmullo de los viajeros se esparce, vuela.
Un mar inmenso pondrá distancia, un mar erizado
de olas y navegado por naves y banderas.
Por fin el beso y los cuerpos que escapan hacia
la espera perenne.
La mejilla se seca,la garganta traga angustia
y el vestido se pierde por las calles coloridas.
El tiempo corre se desboca, no hay brida que pueda
detenerlo...
De nuevo los labios aprenden a sonreir y la piel
pide a gritos caricias.
Irremediablemente el amor naufraga cuando la distancia
se impone.

viernes, 4 de marzo de 2011

Hiaku

Es primavera
abeja liba la flor
el zunzún vuela



Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 2 de marzo de 2011

La ola

La ola se acerca a su suicidio de orilla,
brama traída por el viento océanico,
sin importarle si su muerte es contra
acantilado o salvaje playa.
Transparente es su boca amarga,herida por proas
y peces.
Es cuna de albatros que rendidos por la travesía
se levantan sobre su lomo liquido
para avistar el posible cardumen.
La ola se acerca a la roca antigua, erizada
de dientes.
Cierra sus ojos de sal, se revienta toda
y su espuma huye tierra adentro posandose
en arbustos ralos.

viernes, 25 de febrero de 2011

La anciana

Aquel mediodia caluroso me abanicaba sentado en el portal cuando vi acercarse a la anciana.
Quedé sorprendido por su presencia pues aquel era un lugar solitario y alejado de la ciudad para que una señora entrada en años lo recorriera sin compañía.
Era baja de estatura, rubicunda y regordeta.
Vestía una falda larga color ratón y una blusa floreada y de mangas largas, en su cabeza lucía un sombrero antiguo.
Hice callar a los perros y llegó frente a la casa, sudorosa.
Me puede regalar un vaso de agua.
Si como no.
Fui a la tinaja y cuando regresé no estaba.
Le di la vuelta a la casa, miré bajo los uveros del fondo y ni rastro de la mujer.
Intrigado seguí por el sendero que conducía al mar y cuando me dio la brisa marina
la descubrí alla lejos sobre el diente de perro de frente al vasto océano.
Moví la cabeza y regresé a casa, entré y di un grito de sorpresa.
Acostada en mi lecho estaba la anciana.
No es posible- le dije con voz atragantada- acabo de verla junto al mar.
Sonrió.
Viste un fantasma, porque no me he alejado de tu casa.
Pero cuando le traje el agua....
Estaba en la letrina, orinando.
Si, es posible- pensé- no se me ocurrió que estuviera ahí.
Me das el agua?
Se la traje y sedienta la bebió.
Ahora si me lo permites, quisiera dormir una siesta, estoy cansada.
Y diciendo esto cerró los ojos y al rato roncaba acariciada por la brisa del sur que entraba por la ventana.
Me encogí de hombros.
Tal vez cuando despierte se marche.
Volví a recorrer el sendero y quedé paralizado, la anciana continuaba en la costa,
me restregué los ojos, pero no era una visión como pensaba.
Seguido por los perros fui a su encuentro determinado a resolver el misterio.
Oiga- le dije a solo unos pasos.
Se volvió.
Era la misma persona y un escalofrio bajó veloz desde mi nuca a mi espalda.
Me traíste el agua- me preguntó sonriente.
Quien es usted?- grité alterado.
Soy una anciana indefensa que viene a ver una puesta de sol.
Y la otra igual a usted que está durmiendo en mi cama, quien es?
Será un fantasma porque yo no me he movido de esta orilla.
Eché a correr hacia la casa, el corazón me latía con fuerza y un fuerte dolor en el pecho me agobiaba.
Entré a mi cuarto no había nadie, fui hasta la letrina, vacía.
Regresé corriendo al mar, la costa estaba desierta.
Oscurecía y bandadas de flamencos volaban hacia los manglares.
Esa noche no pude dormir, fumaba un cigarrillo tras otro escuchando grillos y sonidos
misteriosos.
Al amanecer armado con mi escopeta de caza recorrí los alrededores y la costa sin encontrar rastro de la extraña.
Este suceso que cuento me sucedió hace más de veinte años.
Sigo viviendo en la misma casa, solitario, alejado del bullicio, enamorado de la naturaleza y del mar y en todo este tiempo nunca más volví a verla.
Cuando cuento la historia algunos me creen, otros sonrien escépticos y muchos me han sugerido que debió tratarse de una broma entre dos hermanas gemelas.
Solo Dios sabe que sucedió.


Autor; Ernesto Ravelo

Ven conmigo al manglar

Ven conmigo al manglar.
Quiero mostrarte la quietud de sus aguas,
y su fondo de sargazo, hogar de cobos,
peces, morenas, pulpos y jaibas.
Dejemos los zapatos en la orilla
y caminemos por este mar bajo y verde.
Mira como bajan las lanzas de los mangles
buscando el lodo frío.
Observa aquel pajarillo cazando insectos
mimetizados en la paz.
Respira este olor a salitre y pantano,
entregate a este paisaje cautivador.
La tarde se retira, dejando el viento
del sur y trayendo bandadas
de aves marinas que huyen de la noche.
Regresamos a la orilla con el agua
a media pierna , hechizados por la
puesta de sol.
Te susurro al oido cuanto te amo
y regresamos a casa por el camino
que corre entre los uveros.

Autor;Ernesto Ravelo

sábado, 19 de febrero de 2011

Cuando niño fui un bully

Cuando niño fui un bully, crecí y me hice
un bully adolecente que le partía la cara
al más pinto.
De adulto he sido estibador, bisnero
y por último truck driver.
Odiaba la escuela y sus estupidos maestros,
amaba la marginalidad del barrio y su olor
a sangre y muerte.
Cuando niño fui un bully, hoy cuanto
lo lamento.
Pero tuve la suerte de descubrir a un poeta
emboscado en mi pecho rebelde.
Lo tomé de los cabellos y pude sacarlo a la
luz.
Cuando niño fui un bully y hoy
un cordero pastando en la pradera
y bebiendo las aguas azules de un lago
silencioso.
Atrás quedó el pasado,encinto de recuerdos,
y el tonto joven que creía que las cosas
se lograban con los puños.
En mi juventud fui un bully, cargado de rencor,
bebiendo alcohol en las esquinas, desafiando
el mundo y sus virtudes.
Fui un leproso con cascabel al cuello, dejando
la piel en cada paso.


Autor; Ernesto Ravelo

Dedicado a un amigo

viernes, 18 de febrero de 2011

Olvidame

Canción

Olvidame y cuanto antes mejor,
escuchame, te soy franco,
alejate de mi vida por favor,
no quiero hacerte daño.
Olvidame, no estoy de ti enamorado,
y confesartelo me causa estupor,
pero que puedo hacer si no te amo,
no me busques por favor.
Olvidame, no sigas insistiendo,
ya todo está dicho entre tú y yo,
verás que al transcurrir el tiempo,
hallarás una nueva pasión.
Olvidame, busca un nuevo comienzo,
donde no exista el dolor,
escuchame, en este mundo inmenso
cabe tu corazón.
Olvidame, cuanto lo siento,
no era mi intención,
herir tus sentimientos,
mujer, te pido perdón.
Olvidame porque tus besos
no me causan emoción,
escuchame, yo creí que lo nuestro
tendría salvación.
Olvidame toma tu sendero,
y marchate con el sol,
que encuentres la felicidad, te deseo,
gracias por tu amor.

Autor; Ernesto Ravelo

Copyright 2011

El cenicero del Diablo

Fuma el Diablo viejo en su trono de azufre
y los anillos azulados de su puro suben
a la cúpula dorada del Averno.
Fuma el Diablo viejo y las cenizas
caen en su cenicero violeta que una vez
estuvo entre los hombres.
Fuma recordando que fue en su busca
por el mismo camino por donde descendió
Orfeo.
Fuma el Diablo viejo, desconfiando
de ángeles caídos, demonios y cruces.
Día y noche vela su cenicero, no duerme,
no come, es un insomne empedernido.


Autor; Ernesto Ravelo

Morir es una opcion aclamada por los suicidas

Morir es una opcion aclamada por los suicidas,
que no pueden salir del laberinto donde
el Minotauro brama, Perseo tiembla y Ariadna
reza para que no se reviente el hilo.
Morir un dia cualquiera, fuera de calendario,
desnudos en el horror del mundo, escuchando
la paz de los gorriones dando saltitos
imperceptibles.
Los suicidas entonan un himno extrano con
sus ojos inyectados de ascuas y la palidez
dorandose al sol.
Morir es una opcion en la vida, encorvada
por la joroba de culpas y avatares.
Pero antes de tomar la desicion, otea
las sombras, sal sangrando del laberinto,
danza por las calles bebiendote la lluvia
y ruge como leon hambriento tras su presa.
Entonces es posible que regrese el deseo de vivir.


Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 17 de febrero de 2011

Ando por tu geografia

Ando por tu geografia la noche entera,
comiendo de tus ganas, bebiendo de
tus caricias y rugiendo entre tus piernas.
Ando sudando esta lujuria que me consume
desde que descubri tu perfume flotando
en la primavera.
Ando por tu geografia,como colibri libando
de una flor,y en tu oasis me detengo a calmar
esta sed que quema.
Te amo en la noche fria, olvidandome del sol,
detengamos el andar de la Era con la palabra
pasion.
Te amo chiquilla mia y esto que siento es amor,
estoy sintiendo su magia que llega a mi interior.
Amo tu geografia y soy tu Cristobal Colon
navegando por tu tormenta en busca de tu corazon.


Autor;Ernesto Ravelo

sábado, 12 de febrero de 2011

Anochecer

Casi anochece y espero que escampe
bajo la mole de este edificio ecléctico.
Al frente el parque y el teatro,
longevo, desafiando el nuevo siglo.
Pasan las viejas presurosas, cobijadas
por sus sombrillas,desaprobando
con sus cabezas a un grupo de niños
que chapotean en los charcos.
Las campanas de la catedral tañen,
se prenden las luces que contentas
se bañan en la calle de San Fernando.
Un perro errante se acurruca en mi pierna
y le doy a lamer la sal de mis manos,
agradecido mueve la cola y se marcha.
Una niña se zafa del brazo de su madre,
y corre a recoger una flor abandonada,
sonríe y se la engancha en la oreja.
Ya es noche, escampa y me quedo extático,
sumergido en esta paz única.
Pasan los autos, antiguos,clásicos,
humeantes.
Tomo la acera,y me sumerjo en el bulevar
rumbo Al Prado.

viernes, 11 de febrero de 2011

Bigirita.

Bigirita, Bigirita, ven a la cocina.
La niña vino sudorosa del patio, brillandole las oscuras trenzas.
Que quieres mami?
Ayudame a fregar hija?
Se puso seria.
Soy una niña todavía- dio media vuelta- fregaré cuando sea mujer.
Y escapó de prisa al patio.
Le gustaba correr bajo los árboles, tratando de atrapar las hojas inservibles
que bajaban danzando al suelo y detestaba ayudar a su madre en los queaceres domésticos tan fastidiosos y que le robaban tiempo para sus juegos.
Su madre volvió a llamarla.
Hija, el baño te espera.
Corrió hacia la cerca, se escabulló por un hueco secreto oculto en la enredadera
y corrió por la calle polvorienta rumbo a la casa de una de sus tías.
Iba tarareando una canción, cuando vio venir en sentido contrario a una viejecita
que caminaba a duras penas, apoyandose en un viejo y retorcido bastón y llevado a sus espaldas un saco de tela.
Al acercarse la arrugada mujer le acarició la cabeza.
Niña, como te llamas?
Me llamo Rachel, pero todos me conocen por Bijirita.
Y eso por qué?
Porque me gusta pintarme el cuerpo con todos los colores de mi acuarela y mis padres
dicen que me parezco a las aves llamadas Bijiritas.
Hizo una pausa.
Pero yo no conozco a esas aves, dice mi papi que tienen un plumaje muy bello.
Es cierto- dijo la anciana- son tan bellas como tú.
Los ojos de Bijirita resplandecieron.
Usted las ha visto?
La anciana sonrió.
No solo las he visto, sino que las alimento en el patio de mi casa, te gustaría verlas?
Claro que sí- dijo dando saltos de alegría.
Dejaron el camino del pueblo y tomaron una vereda del bosque pues la anciana le dijo que vivía en las afueras y por la vereda llegarían más pronto.
Bijirita lo miraba todo, era la primera vez que veía el bosque.
Se divertía con la gracia de las ardillas, se maravillaba con los hongos que crecían bajo la humedad de las frondas y con el zumbido de los insectos.
Pero de repente el bosque se hizo oscuro y empezó a sentir temor.
Hay lobos? - preguntó
Por supuesto que no, ya falta poco y cuando lleguemos te daré golosinas.
De repente en un claro apareció una cabaña que humeaba por la chimenea.
Llegamos- anunció la anciana.
Abrió la puerta con una pesada llave que traía atada al cuello.
Adelante Bijirita.
La niña entró y vio una sala polvorienta, desordenada y los rincones y el techo cubiertos de telas de araña.
Siguieron al interior, la mesa del comedor estaba llena de platos, cucharas, ollas
y vasos sucios.
El suelo cubierto de polvo, papeles y otrs desperdicios.
Entraron a una cocina, oscura y mugrienta, había tizne y suciedad por todos lados.
La niña le dijo en tono tajante.
-Quiero ver las Bijiritas y volver a casa.
La anciana la pellizcó suave en la mejilla y le dijo.
Los pajarillos vienen a comer a las tres de la tarde y son las once de la mañana,
pero antes de que lleguen puedes ayudarme a limpiar la casa.
Bijirita se puso brava.
No, yo vine a ver las bijiritas, soy una niña y me gusta jugar no limpiar mugre.
La expresión dulce desapareció del rostro de la anciana y su rostro se transformó en duro y sombrío.
Sientate en esa silla- chilló con su boca desdentada.
La niña se puso pálida y comenzó a temblar.
La anciana se le acercó con mirada chispiante.
Ahora mismo te daré un delantal y quiero que limpies toda la mugre de mi casa o si no te como.
Y lanzó una chillona carcajada, mientras bailaba con una agilidad sorprendente.
Entonces Bijirita comprendió que estaba en la casa de una bruja.
Se puso el delantal y llorosa tomó la escoba y se puso a barrer la sala.
Espera-le ordenó la bruja- primero pon agua para aplacar el polvo, mientras tú limpias yo iré a la cocina a preparar la cena, que esta noche tengo invitados.
Y frotandose las huesudas manos se fue a sus queaceres.
Bigirita regresó con un balde de agua que pesaba y el asa le lastimaba sus tiernas manos.
Lo dejó en el medió de la habitación y corrió a la puerta de entrada pero estaba bien asegurada con dos pestillos a una altura que ella no alcanzaba.
La voz de la bruja la estremeció.
Que sucede que no te escucho barrer.
Regó el agua,barrió la sala, recojió la basura con el recogedor y sacudió los antiguos muebles con un plumero.
Le dolían los brazos, las piernas y el cuello.
Luego se fue al comedor y al ver tanto reguero se puso a llorar.
Se acordó de su madre llamandola para que la ayudara a fregar, si le hubiera hecho caso ahora no estuviera prisionera de la bruja.
Con un cansancio inmenso continuó la limpieza, recogió los platos y los puso cerca de la puerta de la cocina para fregarlos cuando la dueña de la casa terminara su cena.
Barrió la inmundicia, puso un mantel nuevo y se puso a sollozar sentada en el suelo.
De repente dos ratoncitos salieron de un hueco de la pared y timidos y curiosos se acercaron a la niña.
Hola- le dijeron con sus vocecitas.
Hola- les respondondió secandose los lagrimones.
Soy Miquito.
Y yo,Tronquito, y estamos aquí para ayudarte a escapar.
Pero todo está cerrado-se lamentó la niña.
Baja la voz, que las brujas tienen un oido muy fino- susurró Miquito.
Bijirita les preguntó.
Por qué viven en casa de una bruja?
Tronquito le respondió.
Porque siempre tiene queso en la despensa y como sabrás esa es nuestra debilidad- y se relamió sus finos bigotes.
Mientras tanto la bruja tarareaba una tonada en la cocina.
Iré a ver que hace- dijo Tronquito y veloz y silencioso se fue hasta la puerta.
Enseguida regresó.
La Malvada, así la llamamos, está afilando un enorme cuchillo y comprobando el filo con las yemas de sus dedos, y en el fogón hierve una sopa con coles y zanahorias,
solo le falta la carne.
Bigirita tuvo que ponerse las manos en la boca para no gritar.
Niña, debes huir antes que oscurezca, la bruja ha invitado a sus amigas también brujas a un banquete y tu eres su cena.
Tronquito continuó.
Te abriremos los pestillos.
Escucharon los pasos de la Malvada y se esfumaron por la pared.
Ajaah, veo que eres una niña obediente y muy trabajadora, ahora ve a la cocina, friegalo todo y revuelve la sopa.
-Cuando termine, me puedo ir a casa?
-Pero como te vas a marchar tan de prisa criatura de Dios, si tu eres invitada de honor en mi banquete.
No, dejeme ir a casa cuando todo esté limpio, extraño a mis padres.
La bruja volvió a enojarse.
A la cocina- vociferó.
Bigirita se subió sobre un banco y se puso a fregar, viendo como hervía la sopa.
Estaba por terminar cuando escuchó un grito espantoso de la Malvada.
-Cochinos ratones, dejen de robar mi queso.
Se bajó del banco, se asomó a la puerta y vio a la bruja roja como un tomate por la ira.
Blandía la escoba y perseguía a Miquito y a Tronquito por toda la sala, luego el comedor y después se fue a su cuarto.
La niña miró los pestillos, estaban corrídos, de puntillas se fue hacia la puerta, la abrió y salió afuera.
Casi era noche, el viento refrescó sus mejillas y echó a correr por el claro rumbo a la boca negra del bosque.
Entró por su garganta y desorientada andubo por las estrechas veredas procurando no desviarse.
Caminó rodeada de extraños ruidos y silvidos, pensando en sus padres que a aquella hora debían estar buscandola desesperados.
De repente escuchó risas espantosas por encima de las frondas y se estremeció de pavor.
Las invitadas llegaban a la fiesta.
Apuró el paso pero tropezaba en la oscuridad y se arañaba las piernas con los arbustos espinosos y las ramas secas.
De pronto a sus espaldas retumbó un clamor que la hizo detenerse en seco.
Escuchó los alaridos y maldiciones de la Malvada que le contaba a gritos a sus amigas que la cena se había arruinado pues la niña había logrado escapar.
Vamos tras ella- chillaron y se lanzaron a la persecusión.
Las voces se fueron acercando, Bijirita temblorosa y extenuada se escondió tras el tronco de un árbol.
La luna había salido dandole al bosque un aspecto plateado.
Entonces sintió pasos y una conversación a pocos metros de ella.
-No puede escaparse, es nuestro alimento de esta noche de aquelarre y pócimas- decía La Malvada.
La encontraremos- le respondió una de sus amigas con voz ronca- no es así Moldova?
Claro que sí- y comenzaron a hablar todas a la vez, eran ocho brujas en total.
Silencio- ordenó Moldova- acabo de olfatear carne humana, hacia aquella dirección-
y se dirigieron hacia la niña.
De repente Bigirita vio delante de ella a un lobo de espeso pelaje y se sintió perdida y acorralada entre depredadores.
Pero el lobo le habló.
Soy Blish el jefe de la manada del bosque y amigo de Miquito y Tronquito que me enviaron para que te lleve a casa, monta sobre mi lomo.
La niña saltó sobre el lobo que sacó sus afilados colmillos y le gruñó a Moldova que
apareció olfateando el aire.
El depredador de los bosques se lanzó a una vertiginosa carrera hacia el pueblo.
Sujetate bien- le gritó a la niña.
Pero las brujas no se dieron por vencido y montadas en sus escobas los persiguieron por aire.
Blish salió de la espesura y corrió por el camino bajo la luz de la luna.
Sus persiguidoras comenzaron a bajar en picada lanzando risas espantosas.
De repente en el camino se vieron antorchas y se escucharon voces.
Las brujas subieron a las alturas y desaparecieron en el firmamento.
El lobo se detuvo jadeante.
Ve con los humanos, estás a salvo.
La niña lo abrazó.
Gracias Blish.
Y el animal regresó al bosque.
Las antorchas pertenecían a los lugareños que la buscaban por todas partes.
Bigirita hija mia.
La niña cerró los ojos y se refugió en el calor materno.
Mami te quiero.
Yo también mi amor, pero donde has estado, pequeña?
Por supuesto que nadie le creyó la historia de la bruja, el bosque, la cabaña, los ratoncitos y el lobo.
Siempre ha sido una niña muy imaginativa- le dijo la madre a los lugareños.
Su padre la cargó sobre sus hombros y regresaron a casa.



A la mañana siguiente sus padres despertaron tarde, agotados por las peripecias de la última noche y cual no fue su sorpresa al encontrarse a Bigirita subida sobre un banco preparando el desayuno.
Hija- le dijo la madre sorprendida- por qué no estás descansando en tu cuarto?
Mami- le respondió la pequeña- ya barrí la casa y sacudí los muebles, boté la basura,
planché la ropa de papá,fregué, alimenté las gallinas.
Tienes algo más que hacer?

Autor; Ernesto Ravelo García.

jueves, 10 de febrero de 2011

Felipe Vera

Felipe Vera se pasaba horas acostado en el arenoso camino, fingiendose muerto
para que las auras volaran en círculo sobre su falso cadaver.
Desde niño le fascinaba verlas planear en las alturas en días nublados
y su corazón latía con fuerza cuando las veía descender sobre la carroña.
Cuando su padre mataba algún puerco o chivo,recuerda que echaba el mondongo
del animal en un saco de yute y se iba a los potreros, lo desparramaba sobre la hierba y se sentaba bajo la sombra de un árbol a esperar por las auras y allí pasaba horas absorto, viendo como se alimentaban.
Ya de hombre cuando no tenía mondongos de animales salía con sus perros a la caza de gatos salvajes que abundaban en aquellos montes, y ponía sus cadaveres a disposición
de sus admiradas aves.
Pero ya era tiempo de presentarse así mismo como cena, y en ese intento estaba desde hacía una semana.
Estaba desnudo y con la piel embadurnada con el olor de un mondongo de res pestilente que le provocaban náuseas.
Quería que las auras bajaran en busca de su cuerpo, se posaran cerca de él, sentir que su carne era apetecída por sus afilados picos , soportar con estoicismo los primeros picotazos y luego levantarse de un salto para verlas remontarse.
Necesitaba tener en su piel huellas de su propia obsesión.
Las auras habían descendido, pero siempre ocurría un contratiempo,los perros llegaron de sorpresa y las espantaron, persiguiendolas, otro día aparecieron unos monteros a caballo y el pito del tren de las diez de la mañana las ahuyentó.
Pero esta vez había tomado precauciones, dejó amarrado los perros y se acostó en un camino poco transitado a la hora que no pasaba el tren.
Aguantaba la respiración y sus músculos estaban relajados,las moscas lo atormentaban y le ardían los ojos por el sudor pero supo soportarlo.
Las auras planearon durante un rato, y las primeras comenzaron a aterrizar.
Disfrutaba del aleteo vigoroso de sus alas.
De pronto las presintió cerca, el corazón comenzó a desbocarse, sintió un roce áspero de plumas en su brazo y un picotazo punzante en la barriga.
Se mordió los labios, el grito se le ahogó en la garganta.
Otro y otro, pudo soportarlos rechinando los dientes.
Eran suficientes? pensó
No, quería más.
Otro, y otro y otro...
Notó como la sangre le corría.
Abrió los ojos y descubrió sombras negras y cabezas calvas disputandose sus entrañas,
los picos habían abierto un hueco y sus intestinos eran devorados.
Pero no se movíó, ya no sentía dolor, y sí una especie de paz extraña.
Sonrió y miró al cielo.
Nubes veloces corrían hacia los potreros, presagiando lluvia.
Y una felicidad que no había sentido en toda su vida lo embargó al sentirse devorado.


Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 9 de febrero de 2011

La vida en rojo

El niño descubrió el vidrio entre la arena,lo limpió con el borde de su short y quedó maravillado.
Era rojo y pulido por el mar.
Se lo guardó en el bolsillo y corrió hacia la villa de pescadores donde vivía con sus padres y sus ocho hermanos.
Su madre fumaba en el portal mientras contemplaba el otro lado de la bahía.
-Mami, mami, mira lo que encontré en la playa?
Y le mostró su tesoro.
La mujer lo tomó , lo examinó y le dijo dando un suspiro.
-Y de que sirve este pedazo de vidrio.
El niño, asombrado, abrió sus grandes ojos oscuros.
-Sirve para mirar las cosas, rojas, diferentes, observa que distinto se ve el sol, el mar,los árboles.
La madre se lo entregó diciendo.
-La vida es como es hijo, un vidrio no la cambia.
El niño entró a la casa y se lo mostró a sus hermanos y todos corrieron afuera a mirar el paisaje y comenzaron a pelearse por tenerlo.
Las hermanas pequeñas lloraban y los varones se daban empujones por conseguirlo.
Entonces la madre se puso de pie se los quitó y lo arrojó con fuerza a las aguas.
Después de cenar el niño se fue al muelle, escrutó el fondo y vio el vidrio
destellando en las claras y quietas aguas.
Se lanzó de cabeza, zambulló y regresó con él a la superficie.
Desde aquel día lo ocultó con celo y lo usaba a solas, cuando vagaba por los sitios
apartados de la costa.
Pasó el tiempo.
Se hizo hombre y pescador como su padre, se casó y tuvo un hijo.
Cuando el niño cumplió siete años, junto a los regalos y juguetes estaba el vidrio
metido en una cajita amarrada con cinta.
Sus hermanos quedaron asombrados cuando les confesó que aquel era el mismo que su madre había arrojado a la bahía.
Todos salieron al portal y en silencio se lo fueron pasando de mano en mano,
la última en mirar fue la anciana madre.
Estuvo un rato observando la tarde y luego con voz emocionada, exclamó.
Tenías razón hijo mio, es distinta la vida en rojo.
Y le dio el vidrio a su nieto que junto a sus numerosos primos se lo disputaban
para mirar el moribundo sol.


Autor; Ernesto Ravelo

El súcubo

El súcubo arriba cada noche,
suspira y se mete bajo
mi piel.
Busco su boca y lentamente
bajo hacia su geografía
endemoniada.
Bebo de sus fluídos, extasiado
por su belleza.
El muy pervertido roba mi semen,
bate sus alas y regresa
a su mundo color ocre.



Autor; Ernesto Ravelo

Yo se de un mar profundo

Yo se de un mar profundo, invadido
de junglas de corales y peces lentos,
taciturnos, nadando en el cristal
del silencio.
En su techo, espuma, graznido
de gaviotas y zambullida de pelicanos.
Yo se de un mar profundo que traga
soles a diario y se duerme en noches
plateadas.
Recorro sus costas desiertas en busca
de la paz fugitiva y bebiendome
el salitre amargo de playas feroces.
Yo se un mar profundo,a veces índigo,
a veces bronce.
Un mar astuto que ventea mi sangre
y asusta.

Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 7 de febrero de 2011

Es peón y no torre

Buscas agua donde todo es sequía.
Enormes manchas sedientas, tatuadas
en paredes sucias de consignas.
Al hombre lo engañan, le hacen creer
que el polvo es trigo.
Buscas agua y te mueres en esta isla,
cargada de tesoros podridos.
Al hombre lo engañan, le dicen
que la patria es su último abrevadero
y sus costillas, balas en busca
de carne.
Oasis secos y deambulan los escogidos
con sus mochilas sin fondo
por calles rotas, escupiendo miseria,
aturdidos del ardid del mago.
Al hombre lo engañan, le han dicho
que es nuevo, se toca, se palpa
y se descubre abstracto,aturdido.
No es el búfalo que brama, rey
de la pradera.
Es peón y no torre.

Autor;Ernesto Ravelo

domingo, 6 de febrero de 2011

Luis Raúl

A Luis Raúl le fascinan los relojes
de cuerda.
Recorre el barrio de casa en casa,
indagando por los rotos.
Es un niño grande que pasa horas
dasarmando mecanismos que un día
domaron segundos, minutos y horas.
Se encierra en su cuarto naranja,
y zafa coronas, tornillos,
el muelle real y el barrilete.
Cuando se le cansa la vista, abre
las ventanas y se maravilla
con el azul intenso.
Luis Raul es el bobo del pueblo,
el simplón que divierte
a los burladores, pero para
el poeta es luz, verso, un ángel
crecido.

Autor;Ernesto Ravelo

El niño y la cebolla

El niño descubre la cebolla,
fría, morada,dormida en el mercado.
La carga, la besa, se le cae
al suelo y su madre lo reprende.
Si la muerdes, pica,
si la rompes, lloras.
El niño le pide que la compre
La madre le advierte.
Huele feo.
Pero al muchacho no le importa
y se la lleva a casa.
La madre la necesita para
un sofrito, pero el niño
molesto se opone.
La madre llora y su hijo
le recuerda que no es a causa
de su cebolla morada.
Se la lleva a su cuarto,
le pinta ojos saltones,
nariz griega y labios
azules.
Se duerme con su protegida
bajo la almohada y sueña
que un ejercito de brujas
lloronas, vuela entre
un vapor de nubes con rumbo
a la nada.


Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 2 de febrero de 2011

Noche de amor

Es noche de amor y tu vestido,
dibuja el deleite de tu cuerpo.
Sexy y atrevida te acercas a mi
aliento como el sol al horizonte.
La música es suave, sensual
y tus caderas, fuego donde arden
mis emociones.
Bailamos perdidos en el tiempo,
piel con piel, labio con labio.
Bailamos y todo es sentimiento,
susurros, miradas y canciones.
Disfrutamos de esta gran fiesta,
a media luz,desconectados del mundo
y de los amantes que nos rodean.
Es madrugada, la discoteca
es una locura,el ritmo se vuelve
salvaje y tu vestido es bandera,
acentuando tu juventud.
El reloj me dice que es el momento
preciso para ir al suelo,
quedarnos desnudos y amarnos
en el instante del amanecer.

Ernesto Ravelo