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Pobre trovador

He aquí la historia del hombre que no supo escapar de una ideología funesta, era un poeta y con su guitarra a cuestas compuso canciones a l...

jueves, 30 de junio de 2011

The child that I was

The child that I was appears in my dreams,
takes my hand and says to me,
Come let's retrace the forgotten trail....

Nothing has changed, the same shady, magical patht.
The same turbulent sea, the angry waves punishing
the beach...

Our barefeet tread its sands, we frolick
amongst the foam, we discover shells....

Tired and hungry we return home,
in the kitchen my mother prepares the soup;
I embrace her and weep on her lap, my child
at my back also weeps....

It is spring, the world is a diamond,
affter lunch we go to bed and during
the intense midday I listen to forgotten
stories....

My child closes his eyes, he is a sleeping angel,
the maternal lips, a harp in my ears.....
Good-bye mother, Good-bye past....
Her hand on my forehead is fire.....

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 29 de junio de 2011

Se mi amante

Se espuma de las mareas, oropéndola de los cielos,
paz en la tarde, fotografía sepia, lagarto verde
cazando mis suspiros.
Se laguna dormida en mi pecho, pez plateado,
idea fija en mi mente, martillo golpeandome.
Se verdad con alas, terciopelo violeta, un violín
llorando en tierra de nadie mientras la luna
lesbiana le muerde los pezones a la noche.
Se mantis entre mis manos, caracol rayado,
ardilla inquieta en busca de nueces, pan
horneado en mis deseos.
Se roce en mi cintura, guepardo tras mis labios,
cadena en mis tobillos......
En fin, se mi amante.

Autor;Ernesto Ravelo

domingo, 26 de junio de 2011

Dios es ébano y marfil

Siembras serpientes en mi huerto,
reptan hacia mi boca maldita,
donde a la sombra crecen manzanas.
Eva desnuda cabalga sobre Adán,
no saben que existimos ocultos
en el verdor del jardín.
Un duende tuerto toca una flauta
de bambú y la cobra escupe
su veneno brillante sobre
el paraíso.
Siembras lujuria en mi lengua
que lame tus pies descalzos,
busco tu altar y mi semilla
penetra tu cuerpo mientras
me miras.
No todos son hijos de la pareja
del Edén, los otros brotaron
de tu vagina santa, bebieron
de los mismos manantiales
y no se pelearon como Caín y Abel.
Tú y yo sabemos que Dios es ébano
y marfil.

Autor; Ernesto Ravelo

jueves, 23 de junio de 2011

Recuerdo la casa de mi niñez

Recuerdo la casa de mi niñez, de tabla, techo de zinc
y con un aljibe codiciado por cangrejos y ranas.
La recuerdo rodeada de uveros que cargaban orquidias
en sus frondas.
La uva caleta atraía bandadas de cabreros
que colgaban de los racimos maduros.
Cierro los ojos, me veo niño explorando el monte,
persiguiendo chipojos azules y atardeceres.
El mar da contra mis parpados, inoculandome
espuma, salitre, caracolas y vidrios pulidos por la sal,
descalzo recorro la playa pedregosa protegida
por pétreos farallones.
Recuerdo a la mujer que me trajo al mundo,
acariciando mis cabellos quemados de sol,
contandome la historia del hombre que vio
un caballo gigante en el fondo de la bahía
y luego murió delirando de fiebre.
Recuerdo la casa de mi niñez, sus ventanas,
el pequeño jardín de flores silvestres,
las gallinas escarbando en el arenal, mi abuelo
tejiendo una atarraya y yo jugando a las canicas.

Autor; Ernesto Ravelo

Madre en la frontera

Te espero junto a la frontera,
salta la alambrada,ven hijo,
que yo curaré con mis lágrimas
tus manos rojas.
No le temas al disparo del
tataranieto del que un día
nos robó nuestra tierra.
Te espero con los brazos en alto
frente a la patrulla que me cree
loca porque clamo al colibrí
del Sur, no por sangre sino
por justicia.
Te espero junto a la frontera,
derribala con tu frente,
para que desaparezcan
los muros,las visas y pasaportes.
Ven sonriente a mis pechos,
traeme tu juventud esta noche
sin luna y duermete sobre
mi regazo.

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 22 de junio de 2011

El hombre-humo

Hoy al despertar quiso ser humo,
flotó por la habitación naranja
en busca de una salida y al no
hallarla se durmió en un rincón.
Lo despertaron murmullos del otro
lado de la pared, una voz repetía.
Gabriela, Gabriela, no te marches.
Entonces pensó que como él, Gabriela
se había convertido en humo
y escapado.
Alguien empujó la puerta, se trataba
de su hermano el Pastor, ojeroso
de leer proverbios y salmos.
Abrió las ventanas de par en par,
respirando el olor de las begonias,
dio un bostezo y se marchó.
El hombre-humo fue libre, volando
junto a los insectos, rozando
la enredadera,rascandose en las
frondas.
Se elevó hacia nubes estáticas
asombrandose de la pequeñez del mundo
y en el vértigo de las alturas
se encontró con Gabriela.


Autor; Ernesto Ravelo

lunes, 20 de junio de 2011

Yo te busco

Yo te busco por los pasillos cubiertos de lozas antiguas,
escuchando tu risa que se despeña por los ventanales
y flota por los senderos del jardín.
Salto al vacío, mi craneo tiñe las flores dormidas, hogar
de hadas feroces que vuelan desnudas entre muros
pétreos.
Yo te busco persiguiendo tu olor inconfundible que una vez
descubrí en los rincones y en el desván oscuro,cargado de
de secretos.
Cuando te ignoro es que arribas tras mi nuca y dejo
que tus manos se posen, suaves, tibias, grises.
Me vuelvo, beso tus ojos y juntos nos vamos al balcón
invadido de luna....
Eres aire, flotas, me aferro a tu vestido y volamos perseguidos
por ejercitos de búhos hacia algún lugar.

Autor; Ernesto Ravelo

El cazador

El sol se estaba poniendo cuando Mario parqueó el auto a un lado de la carretera y echandose la mochila y la escopeta de caza al hombro se internó en el oscuro verdor
del espeso monte rumbo a los sembradíos.
Apresuró el paso por la estrecha vereda, debía llegar al viejo cementerio antes que la luz sucumbiera.
Pájaros presurosos se refugiaban en las frondas y los mosquitos empezaban a perseguir la carne.
Casi de noche arribó al abandonado camposanto que le había prestado servicio a los difuntos del pueblo de Yaguanabo.
Se sentó sobre una tumba, abrió la mochila y devoró una ración de pan con sardina, bebió agua fresca, se limpió los labios con un pañuelo de rayas azules y se acostó sobre la fría loza después de pedirle permiso a los huesos que descansaban bajo tierra.
Esperaría a que la luna se ocultara.
Los venados era mejor cazarlos en noche cerrada.
En aquella zona intrincada eran abundantes y gustaban invadir las tablas de maiz de los campesinos que vivian en el pueblo y sembraban en las afueras.
Acostado boca arriba de deleitó con el mar de astros que titilaban en la negra cúpula, pensaba en su esposa y sus dos hijos pequeños que debían estar a punto de entregarse al sueño.
Cerró los ojos y dejó que la tibia brisa de tierra refrescara su rostro y ahuyentara la plaga.




Despertó sobresaltado y con una pierna acalambrada, la luna se había ocultado,
orinó sobre la manigua, le dio un escalofrío y recogiendo sus cosas siguió su camino entre tumbas y cruces.
Dejó el cementerio atrás y llegó a la orilla del río que corría sonámbulo e invadido de libélulas, caminó por la orilla unos veinte metros hasta el comienzo del manglar
y se metió en las negras aguas justo en el paso del río.
Cruzó con el agua al pecho y la mochila y la escopeta alzadas sobre su cabeza.
Salió chorreando al otro lado, se exprimió la camisa y silencioso como un fantasma arribó al primer campo de maiz.
En silencio sacó de la mochila una potente linterna de pantalla cuadrada y con la escopeta lista para disparar se adentró por un surco.
Su fino oído acechaba los sonidos de la madrugada.
De repente escuchó un ruido leve a unos treinta metros y prendiendo la luz la dirigió
hacia aquel lugar.
Pero no descubrió nada.
Deben ser ratones- pensó y siguió avanzando sin dejar que sus pisadas lo delataran,
más adelante volvió a herir las tinieblas con el mismo resultado.
No había venados en aquel campo.
Se fue al otro sembradío alumbró varias veces, se habían esfumado.
Recordó que un mes atrás en aquel mismo sitio había derribado dos machos grandes como terneros y para poderlos llevar hasta el auto tuvo que pedirle ayuda a los campesinos de la zona que le prestaron dos caballos y él les regaló dos paletas de venado.
Estaba insimismado en sus pensamientos cuando escuchó ladridos cerca, prendió la linterna y vio dos enormes jibaros que le gruñían babeantes.
Apagó la linterna retrocediendo lentamente, sabía que estaba en peligro, los perros tenían hambre y lo habían olfateado.
De pronto escuchó aullidos alrededor de él, lo tenían cercado y de un momento a otro atacarían.
Descubrió sus ojos brillando en las sombras y el constante ceseo de sus lenguas.
Conocía la ferocidad del jibaro, solitarios no se atrevían a atacar pero en jauría no se detenían ante nada.
Su escopeta tronó, los balines se esparcieron y un quejido lastimero subíó a las estrellas.
Un perro había sido alcanzado, no fue un disparo al azar, había apuntado al brillo de sus pupilas.
La jauría retrocedió aullando y Mario echó a correr a ciegas, afianzandose sobre el desnivelado terreno.
Sabía que los depredadores no se darían por vencido y le seguirían el rastro.
No se equivocaba, a unos cien metros del rio ya los tenía pegado a sus talones, se volvió y disparó, los jibaros retrocedieron aullando de manera espantosa.
Encendió la luz mientras cargaba y otro fogonazo derribó a un perrazo que venía al frente y que al parecer era el guía.
Lanzandole la linterna encendida el cazador corrió como el viento hacia el paso del rio, pudo alcanzarlo y afincandose en el fondo lodoso cruzó al otro lado.
Los jibaros quedaron en la otra orilla, desperdigados, sin el guia que los llevaba de cacería.
Se acostó tembloroso en la húmeda arena, amanecía cuando una bandada de flamencos abandonó el manglar y tomó altura en busca de las marismas.
Las montañas comenzaron a azular en el horizonte y el concierto de grillos fue opacado por los ruidos diurnos.
Se puso de pie enfangado, adolorido,con el rostro macilento por la mala noche.
Echó a andar por el enorme playazo manchado de yana y arbustos espinozos y en aquel instante en que el sol reventaba sobre el cercano monte vio al venado.
Estaba devorando ramitas en un pequeño cayo de arbustos, era un ejemplar grande y de enormes tarros.
El cazador se agazapó tras unas yanas, cargó la escopeta y se arrastró hasta el próximo montecillo.
Lo tenía a unos veinte metros y a tiro.
Aguantó la respiración y poniendose en pie le apuntó al estómago, estaba a punto de apretar el gatillo cuando el venado descubrió su presencia.
Hombre y bestia quedaron mirandose de frente,los ojos de Mario se achicaron y su indice acarició el frio del gatillo.
En ese momento por su mente desfilaron los más de trecientos venados que había cazado en su vida y este no sería la ecepción.
Pero que le pasaba que no podía disparar?
Su dedo se había congelado, su mente vagaba por un laberinto naranja y en aquel momento sublime confundió el pelaje rojizo del venado con los afiebrados tintes del amanecer.
El animal escapó dando enormes saltos hacia el firme del monte, mientras que Mario sonriente se alejaba hacia el Este en busca de su auto.

Autor; Ernesto Ravelo

sábado, 18 de junio de 2011

Si yo fuese poeta

Si yo fuese poeta desearía habitar dentro de húmedos brocales
contemplando el brillo de la luna posada en el fondo oscuro.
Me espantarían los aplausos y las risas de las hienas apeteciendo
mi carne.
Si yo fuese poeta temería el veneno de los escorpiones , sería coágulo brillando en una pared verde, invadida por cuadros sepias,refugios de lagartos nocturnos.
Si yo fuese poeta viviría revuelto entre los vidrios de un calidoscopio,
formando fantasticas flores y otras figuras.
Navegaría por mareas antiguas mirando el vuelo de los albatros sin preocuparme la pujanza del mundo.
Si yo fuese poeta me uniría a los topos para construir túneles y descubrir ciudades de duedes.


Autor; Ernesto Ravelo

viernes, 10 de junio de 2011

Afuera casi anochece

Tomo tu mano delicada, la beso,
y descubro en tu mirada, ternura.
Afuera se impone un mediodía
brillante, invadido de gorriones
y autos.
Te dejo desnuda, abro tus piernas
y mi lengua se mete profunda
en la fuente de tus deseos.
Gimes,jadeas,murmuras,te mueves,
ahora mis labios capturan
tu clítoris, erecto,húmedo.
Mi indice entra en tu vagina,
haciendo la señal de Ven Aquí,
me aferro a tu cintura bebiendome
tus jugos,sintiendote vibrar.
Gritas, maldices, aruñas y llega
tu orgasmo.
Entonces me separo de tu altar,
te penetro con fuerza,besandote
la boca, chupandote los senos,
haciendote feliz.
Y me baño en tus profundidades
sin tener noción del tiempo.
Afuera casi anochece.

Autor; Ernesto Ravelo

miércoles, 8 de junio de 2011

Marigold

Marigold, vivo enamorado de tu todo,
pensandote junto a la furia del mar,
y en la paz de puertos dormidos.
Marigold, dime si un día de estos
podré mirarme en tus ojos y naufragar
en tus labios encendidos.
Es tiempo de recorrer tu geografía,
descubriendo parajes de pasión,
es tiempo de vivir tantas delicias
sumergido en esta devoción.
Marigol, aspiro tu perfume embrujado
te busco por las calles bajo el sol,
esculpo tu figura sobre el marmol
y la abrazo loco de amor.
Busco las caricias de tus manos,
sus tibiezas calman mi dolor,
y me duermo sobre tu regazo,
escuchando tu voz.


Autor; Ernesto Ravelo

martes, 7 de junio de 2011

El hombre y la gallina

La gallina protege bajo sus alas
a los confiados pollitos que desconocen
el pico y las garras que bajan del cielo.
Salvador Moreno escruta el mar cercano
en busca de pelicanos que delaten
el cardumen.
Fuma bajo el sopor del mediodía
y son sus ojillos carbones apagados.
Se nubla la tarde, nubes ahumadas
llegan a tierra y lloran sobre el polvo.
La gallina se lleva a sus ocho hijos
bajo la fronda del árbol y los
protege del viento.
La lluvia castiga el techo de zinc
y Salvador tamborilea sobre el alféizar
de la ventana contemplando el brillo
de la lluvia.
Escampa, las gotas se duermen
sobre el oscuro verdor del jardín,
sale el sol y la gallina y sus pollitos
beben en el espejo de los charcos.

Autor. Ernesto Ravelo

viernes, 3 de junio de 2011

Una mujer tras los vitrales

Edit
Una mujer tras los vitrales
by Ernesto Ravelo on Friday, June 3, 2011 at 10:49pm

Se que una mujer habita tras los vitrales que el siglo quiso dejar intactos,

escucho su respiración, adivino su sonrisa y su talla de cintura.

Cuando cae la noche la visito, invitandola a salir, pero prefiere seguir

oculta en su cuarto a media luz, contemplando viejas fotografías.

De madrugada toco el violín, se mueve su sombra por los rincones, me habla,

deja de ser timida, abre los altos ventanales y se baña de luna.

Beso su frente pálida, mis dedos se posan en sus labios y permanecemos

callados aspirando los efluvios del jardín.

No decimos palabras, nos basta el canto del grillo, el vuelo del búho y los astros.

Amaneciendo regresa tras los vitrales y deja en mi piel su olor antiguo

Cuban funnel

Recuerdo el paso del huracán Wilma por Miami Dade y Broward en el 2007.
Los daños fueron considerables, el meteoro arrancó techos, derribó árboles, semáforos y el tendido eléctrico.
Recuerdo que la tienda para la que trabajaba en aquel entonces,llevó un trailer con bolsas de hielo para venderle a la población y que trabajaba con una planta de petróleo.
Uno de los manager me dice que baya con él al trailer a echarle una cubeta de
combustible al tanque.
Pero no encontramos el embudo, al parecer alguien se lo había robado y el reloj marcaba que el tanque estaba casi vacio.
El manager se puso las manos en la cabeza profiriendo maldiciones.
Dijo que lo esperara que iría al departamento de autos para conseguir un embudo, pero que era lejos y no sabía si le daría tiempo.
Le dije que no se preocupara que resolveríamos el problema.
Corrí a una esquina del patio arranqué un pedazo de cartón de las pacas prensadas que las tiendas hacen , lo enrollé, hice un embudo, lo puse en el agujero y le dije
al gringo que me ayudara con la cubeta.
Vaciamos el petroleo y regresamos a la tienda.
Y el manager sonriente le decía a los demás empleados.
Ask Ernesto about his cuban funnel.

jueves, 2 de junio de 2011

Mota

Mota, la perra del vecino murió esa mañana atropellada por las ruedas de un camión.
La noticia corrió como polvora por la vecindad y los vecinos se reunieron y acordaron sepultarla bajo la mata de mango del parque.
El amo de Mota arribó en un taxi,se desmontó y desconsolado se abrazó a su difunta mascota.
No, no deseo que la entierren quiero embalsamarla para que siempre esté a mi lado.
Osmani el bodeguero le dijo.
Pero Macho, eso es un disparate, solo se embalsaman las piezas de caza,además está muy magullada.
La comitiva siguió su camino.
Macho levantó la voz.
Cojones, dije que no la entierren.
Todos se dieron vuelta y los cuatro hombres que cargaban el cadaver sobre una sábana,
la balancearon por sus cuatro puntas y tomando impulso lanzaron a la perra por los aires.
El animal cayó en el medio de la calle y otro camión la hizo un amasijo de carne.
Los vecinos se fueron hacia sus casas dejando a Macho arrodillado frente a Mota.
Después de sollozar por un rato y detener el tráfico, puso los restos sobre un pedazo de cartón,se fue al parque y escarbó con sus uñas bajo el árbol de mango.
Adios Motica- susurró tapando la tumba.
Y regresó a casa sangrando de las manos.

Autor. Ernesto Ravelo