Sobre la lápida el cadaver pálido, bello,
extraído de la lobreguez de la tumba,
lo besa en la frente, en los labios finos,
y sigue el beso bajando hasta sus senos.
Siente su rigidez casi rompiendole el vestido
blanco con olor a flores dormidas.
Su lengua es culebra reptando por el vientre
hundido, aún incorrupto.
La desnuda , jadeante la penetra y cabalga
el caballero contemplando mundos que tiritan distantes
en el universo.
Jadea y eyacula en sus entrañas muertas,
acaricia sus cabellos, cierra el horror de su mirada
y la devuelve a la oquedad divina.
La gran dama de Maraclea yace violada bajo la luna.
Autor; Ernesto Ravelo G
1 comentario:
Mi buen ecobio Ernesto, el poema de la Abuela canta una tonada (y los otros lo mismo), me cuadran y te lo robo. Un abrazo y siga dandole a los pedales de la poesia, que anda usted a buen paso. Un abrazo. Denis
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