Hace travesuras la chica mala
a horcajadas sobre mis muslos,
suspira, cabalga con la mirada
perdida en mis deseos.
El mundo se detiene, a través
de la ventana se cuela el olor
de los heliotropos del jardín.
Anochece, su piel trigueña
es un ocaso claroscuro, su
cintura cruje como cristal,
beso sus manos, soy feliz
bajo su todo.
Hace travesuras la niña mala,
juega con los perfiles, ríe
y su risa flota rumbo al mar
cercano.
Ascuas son sus ojos, maravillas
sus labios y su alma un altar
donde me arrodillo y rezo.
Autor' Ernesto Ravelo
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