Descubro una escalera roja en llamas,sus peldaños descienden en forma de espiral,
invito a todos a bajar al paraíso.
Hay otro cielo en el estómago del mundo de donde caen estrellas encendidas, tomen vídeos con sus teléfonos para colgarlos en las redes sociales.
Turismo a otro sol, caminamos por ciudades habitadas por homunculos feroces, los trenes trepitan en el metro y un olor a pasteles flota entre los rascacielos.
Los colores ocres predominan, las vidrieras exhiben maniquíes opacos, los conejos se han multiplicado y cavan sus madrigueras en paredes de algodón.
La fiesta de las sonrisas es interminable,
nadie escruta a nadie, eres libre de tener sexo público donde se te antoje, solo es prohibido arrancar una flor porque se marchita.
Regresamos de noche a los peldaños y en una reunión de segundos decidimos quedarnos en el habitad que los hijos de la alquimia crearon debajo de las huellas del hombre.
Desde la terraza contemplo un pedazo del mundo mientras bebo una taza de buen café y escribo poesía y comentarios para compartirlo con mis semejantes.
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viernes, 25 de noviembre de 2016
Los hijos de la alquimia
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