De cuando en cuando se enamora la chica de las largas trenzas negras
entregando sus labios a la seducción,
gime en lechos de hojarascas
y luego se olvida de la palabra amor.
Toma su guitarra a cuestas, descubre
un camino sin retorno y en su moto
roja como un coágulo se marcha
sin decir adiós dejandole a sus amantes
el olor de su cuerpo y el amargo trago
de la decepción.
De cuando en cuando se detiene la chica
de las largas trenzas negras a admirar
el paisaje y descubrir una flor,
de cuando en cuando se detiene en un garaje de la carretera a poner gasolina y huir del sol.
Sentada ante un bistec y papas fritas
rasga su guitarra y al final de la tarde
nos regala esta canción.
De cuando en cuando la gente la mira,
aplauden y ponen sus manos en el corazón, de cuando en cuando los hombres suspiran y ruedan lágrimas de emoción.
Cae la noche y la chica de las largas trenzas negras gime en el lecho improvisado de un admirador contemplando en el cielo un mar de estrellas y escuchando el monótono
sonido de un avión.
Desde la terraza contemplo un pedazo del mundo mientras bebo una taza de buen café y escribo poesía y comentarios para compartirlo con mis semejantes.
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sábado, 10 de diciembre de 2016
La chica de las largas trenzas negras
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