He escuchado sus pasos,
recorriendo la casa oscura,
viene, va, regresa, se detiene,
murmura junto a mi lecho.
Tiemblo bajo las sábanas
recordando sus ojos turbios,
inexpresivos, mirada de
de tiburón o de muñeca.
Se sienta en el borde del
colchón y escucho su llanto
de mujer muerta, atrapada
en un mundo que no le
pertenece.
Desde la terraza contemplo un pedazo del mundo mientras bebo una taza de buen café y escribo poesía y comentarios para compartirlo con mis semejantes.
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domingo, 18 de diciembre de 2016
La muerta
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