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domingo, 11 de diciembre de 2016

Luisa

En una pequeña ciudad de California
conocí a  una chica llamada Luisa,
amante de libros y poemas, una rareza
de este loco siglo veinte y uno.
Rodamos en su auto hacia la costa del Pacifico cazando una puesta de sol y su cuerpo fue ola, canción y suspiro.
Luisa y yo hicimos el amor bajo una sombrilla floreada, pararon los relojes del mundo, las nubes tuvieron un orgasmo brillante y en la playa hubo fiesta de caracolas.
Regresamos al anochecer, yo al volante, ella dormida en mi hombro y en la radio,
Dont stop me now.

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