Escucha el lento caer del agua en el estanque,
minado de anfibios cantores que ponen huevos
luminosos y por aves migratorias que bajan
sedientas a beber.
Una brisa violeta entra a través de la ventana,
trayendo el olor amargo de los heliotropos del jardin.
Se posa en su palidez y le susurra todos los horrores
de la noche, sus trampas y la belleza gótica
que la envuelve.
Un delfin brota de sus lágrimas y destroza su hocico
de botella contra el techo en penumbras.
Llueve sangre negra.
Escucha el alarido que lo busca, se estremece, jadea
y sus ojos son relojes inexactos detenidos en el tiempo.
Autor; Ernesto Ravelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario