Sentado en el borbe del camino,
te espero para amarnos en cualquier
lugar.
Extraño tus labios susurrandome
al oído cosas dignas de escuchar.
Llegas padaleando tu bicicleta
azul , con tu pelo recien lavado
y ese perfume sencillo que no puedo
olvidar.
Mujer, gracias por ofrecerme
tu juventud, gracias por dejar
que mis manos te acaricien
y tu cuerpo sea hoguera bajo
el mio.
Mujer, gracias por ser mi paz
y mi luz, gracias por hacerme
olvidar momentos tristes
con la fuerza de tu cariño.
Autor; Ernesto Ravelo
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