Escuché voces, abrí los ojos, luces brillantes y de un tono verdoso me rodeaban, flotaban sobre mí , subían, bajaban y se desplazaban en todas direcciones.
Me di cuenta que estaba acostado y traté de incorporarme pero varios brazos me lo impidieron.
Donde me encontraba?
Debe ser las mansiones subterráneas donde habitan los muertos -pensé.
Aquellas manos que me sujetaban eran muy blandas y gelatinosas, pude distinguir confusas figuras y creí ver los verdes resplandores a través de ellas.
Las extrañas luces seguían flotando en la penumbra, un olor a menta lo saturaba todo.
Dónde estoy- pregunté con voz débil- quiénes son ustedes?
Las inquietas luces subieron y quedaron estáticas iluminando una amplia habitación, vi unos hombres y mujeres sumamente delgados, no me había equivocando, eran criaturas transparentes de piel ambar y grandes ojos de un azul intenso.
Murmuraban entre ellos frases entrecortadas que no pude entender, una mujer de larga cabellera roja y labios grandes y gruesos habló en mi lengua.
Curamos sus heridas con plantas mágicas y refrescantes del bosque- dijo y vertió un liquido amentolado en mis heridas.
Arde-le dije apretando los dientes.
Arde y sana- respondió ella limpiandose los largos dedos con un paño atado a su cuello.
Alzó un brazo y tomando una de las luces la acercó a mi costado y miró con detenimiento, entonces supe que las luces se trataban de libélulas gigantes.
Quiénes son ustedes- insistí curioso.
Somos los duendes de la transparencia, los bosques son nuestro refugio y si deseas regresar a tu mundo no hagas preguntas, es de mala educación.
Comprendí el mensaje, cerré los ojos
y comencé a contar mentalmente nubes veloces mientras consideraba que aquella advertencia demandaba de mi sabiduría.
La imagen sonriente de mi padre se hizo presente aprobando mi silencio.
Me di cuenta que estaba acostado y traté de incorporarme pero varios brazos me lo impidieron.
Donde me encontraba?
Debe ser las mansiones subterráneas donde habitan los muertos -pensé.
Aquellas manos que me sujetaban eran muy blandas y gelatinosas, pude distinguir confusas figuras y creí ver los verdes resplandores a través de ellas.
Las extrañas luces seguían flotando en la penumbra, un olor a menta lo saturaba todo.
Dónde estoy- pregunté con voz débil- quiénes son ustedes?
Las inquietas luces subieron y quedaron estáticas iluminando una amplia habitación, vi unos hombres y mujeres sumamente delgados, no me había equivocando, eran criaturas transparentes de piel ambar y grandes ojos de un azul intenso.
Murmuraban entre ellos frases entrecortadas que no pude entender, una mujer de larga cabellera roja y labios grandes y gruesos habló en mi lengua.
Curamos sus heridas con plantas mágicas y refrescantes del bosque- dijo y vertió un liquido amentolado en mis heridas.
Arde-le dije apretando los dientes.
Arde y sana- respondió ella limpiandose los largos dedos con un paño atado a su cuello.
Alzó un brazo y tomando una de las luces la acercó a mi costado y miró con detenimiento, entonces supe que las luces se trataban de libélulas gigantes.
Quiénes son ustedes- insistí curioso.
Somos los duendes de la transparencia, los bosques son nuestro refugio y si deseas regresar a tu mundo no hagas preguntas, es de mala educación.
Comprendí el mensaje, cerré los ojos
y comencé a contar mentalmente nubes veloces mientras consideraba que aquella advertencia demandaba de mi sabiduría.
La imagen sonriente de mi padre se hizo presente aprobando mi silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario