El ser tala árboles con sus dientes,
no es un castor,es un duende violeta,
cazador de tesoros.
Amarra los troncos con pelos plateados
de su barba, cierra los ojos,crujen
sus dientes y los arrastra hasta
un claro del bosque.
Comienza a construir una cabaña,
danzando polcas, rodeado de lobos,
mantis y ardillas feroces.
Suda a mares, corta, clava,endecha
y al final de la tarde abre las
ventanas y lanza alaridos.
De la espesura brota el pueblo
diminuto, cargando sacos de plata
y oro.
Lo esparcen en las habitaciones
olorosas a madera verde y danzan
esperando las sombras.
Arriban hordas de brujas risueñas,
borrachas de aquelarres y pócimas,
se abrazan se besan y sus conjuros
se convierten en libélulas veloces.
El duende se transforma en grillo,
salta por los rincones y cansado
se duerme bajo el regazo de la noche
que vieja y desdentada lo mima.
Autor; Ernesto Ravelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario