El mar ruge lejos de la playa,
allá en las blancas rompientes,
donde un niño rey de la intemperie
espera su juventud.
Sus manos de hombre escarban
y descubren conchas y vidrios
de colores.
El salitre se le incrusta
en la mirada y corre
bajo la sombra de los uveros
entonando una canción aprendida
de su madre.
El niño habita en un inmenso
rincón azul, patria de camaleones,
avispas doradas y orquidias
salvajes que crecen suspendidas
en las frondas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario