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sábado, 22 de enero de 2011

El huerto

Cuando compramos la casa en el campo mi padre se le cumplió su sueño de tener un huerto.
Durante dos meses trabajó infatigablemente arrancando y cortando la mala hierba, la manigua,y removiendo algunos troncos, luego lo cercó con cerca de alambre para evitar que las cabras se comieran la futura cosecha.
Ese año le habia llegado la jubilación y toda la familia decidimos dejar la vida estresante de ciudad y disfrutar de la naturaleza.
Mi madre que ayudaba a mi padre en todo quedó encantada cuando las negras parcelas quedaron listas para la siembra.
En mi caso el empleo me quedaba a una hora de distancia pero gustosa la recorría con tal de vivr una vida tranquila, lejos del ruido y la contaminación.
La casa era antigua pero se notaba que sus antiguos dueños la reparaban y la pintaban con frecuencia.
Estaba situada en un pequeño pueblo de gente tranquila y de pocas palabras que trabajaban en las fincas de los grandes criadores de caballos de pura sangre que tenian sus mansiones y sus establos a 5 millas del pueblo.
Desde el primer momento nos sentimos confortables en nuestra nueva residencia, tenía
dos pisos, abajo la sala, el comedor, la cocina y un baño y arriba tres habitaciones otro baño y el atico.
Al mes de arribar al pueblo recivimos la visita de los vecinos mas cercanos que vivian a cincuenta metros, y eran una pareja de ancianos obesos y sonrientes que llegaron sudorosos con un pastel de manzana recien horneado.
Quisimos investigar sobre los antiguos dueños de nuestro hogar pero los vecinos nos dieron poca información.
Llegaron a la provincia hacia cinco años procedentes del sur del pais y aseguraron que en aquel entonces nuestra casa estaba cerrada.
La señora de mejor memoria recordó que en dos ocaciones habian visto llegar un matrimonio maduro que pasaban varios dias en la casa y luego se marchaban.
Nunca abrian las ventanas, ni corrian las cortinas, no ventilaban las habitaciones por tanto tiempo cerrada y sabiamos que estaban por el auto parqueado afuera, no es así Arturo- le preguntaba la mujer a su esposo.
Sí, si, así fue mildred- respondia arturo y a sus espaldas nos hacia señas de que la mujer hablaba demasiado.
Despues de almuerzo se marcharon no sin antes invitarnos a una cena.
mi padre comenzo a sembrar el huerto en a finales de enero, planto en los canteros tomates, cebollas lechuga, melon y coles.
Como no era epoca de lluvia regaba con una enorme y vieja regadera con agua de un pozo antiguo pero que aun manaba.
A la semana vimos con alegria como brotaban los verdes tallos o azulados tallos y salian los primeros repollos de col, mi padre era el hombre mas feliz del mundo, tarareaba canciones mientras revisaba la cerca en busca de posibles roturas y hasta clavó un espantapajaros con un sombrero pintado de vivos colores.
Pero hubo un acontecimiento que empezo a cambiar el sociego de nuestras vidas.
Un anochecer estabamos cenando cuando sentimos un fuerte ruido en el huerto, como si algun animal estuviese enredado en la cerca de alambres y tratara de liberarse.
Mi padre se puso en pie le dio un silvido a nuestro perro, un labrador de cinco años
y nos dejó sentadas a la mesa.
Al momento el perro comenzó a ladrar y vimos la luz del patio prenderse, corrimos a una ventana.
Mi padre estaba en el huerto con Sombra que era el nombre del perro.
Con una linterna alumbraba hacia la parte cercada del fondo.
Ramiro, todo estáa bien-le preguntó mi madre alzando la voz.
Si todo bien- contesto mi padre-la cerca no está dañada.
Sin embargo, Sombra continuaba ladrando y gruñendo con ferocidad.
Mi padre lo hizo callar, salieron y cerró la puerta de metal.
Ese ruido parecía cercano pero les aseguro que fue mucho mas lejos- tal vez de la arboleda o mucho mas allá.
Del cementerio? dije como si hablara consigo misma.
Mi madre se presignó y mi padre soltó una estridente carcajada.
No,Susana, ese es un sitio de silencio y paz.
Le respondí
Es cierto, pero tal vez los vandalos profanen las tumbas y el ruido lo provocó una loza o estatua al caer sobre otra loza.
Mi madre intervino.
Es posible que tengas razon, pero el estruendo que dejó lo escuchamos muy cerca.
Hize otra observacion.
No han notado que nuestra casa es la mas cercana al cementerio.
Mi padre volvio a tomar la palabra.
No tan cerca hija mia, lo tenemos a doscientos metros,y ademas todos los pueblos tienen su cementerio y este no es la ecepcion.
Terminamos de cenar, me fui com mi masdre a la cocina a fregar los platos y cubiertos
y mi padre prendio un habano, se acomodo en el sofa y encendio la television.

Y siguio nuestra vida deseada,a las siete de la mañana me iba al trabajo y regresaba a las cinco de la tarde, por esa epoca mi jefe me llamo a la oficina y me dio la noticia de que era ascendida a subdirectora en la escuela secundaria donde ejercia de profesora de matematicas.
Mis padres seguian disfrutando de la vejez, los vegetales regados , fertilizados y atendidos por la perseverancia y la mania de mi padre habian crecido, los primeros tomates comenzaron a salir, las lechugas brillaban con el rocio mañanero y las coles se notaban desarrolladas.
Pronto comeriamos de aquella saludable cosecha.
Aquella semana llegó una feria al pueblo y decidimos ir a celebrar el cumpleaños de mi madre y mi ascenso como subdirectora.


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