La mancha es una sombra en el asfalto,
la dejaron tirada en medio de la calle,
bajo la barbarie del sol.
Se asusta con el bramar de los carros,
y las llantas que por instantes le tapan
la luz.
Siente voces.
Grita
Estoy aquí.
Pero ignoran su voz y la sangre negra
que brota de sus venas.
Se alejan los pasos y las risas.
Se muere el azul del cielo, nubes
veloces corren hacia algún lugar
y un viento imprevisto mece
las frondas de la avenida.
La mancha bosteza y se confunde
con la noche.
Ernesto Ravelo
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