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martes, 11 de enero de 2011

La advertencia

Ramón y Ricardo fueron los únicos de diez hermanos que quedaron viviendo en la casa que fuera de sus difuntos padres, los demas, hembras y varones tomaron el camino de la ciudad y dejaron atrás aquellos montes intrincados y aquel mar apacible en verano y gris y espantoso en invierno.
La casa estaba situada a solo veinte metros de la costa, rodeada de almendros y uveros de playa donde las hojas se amontonaban y se pudrían por la humedad y la falta de sol que apenas se filtraba entre el denso follaje adornado por orquídeas aéreas y camaleones azules.
El caserón era de madera y teja, tenía cuatro cuartos, cocina, comedor y sala.
Los dos hermanos pasados de los cincuenta eran solterones empedernidos,
ambos temían al matrimonio y llevaban una vida tranquila dedicada al trabajo del campo, la cría de animales y la pesca.
Para llegar a aquel remoto lugar existían caminos y veredas que corrían por la espesura del monte firme o entre malolientes manglares invadidos de mosquitos.
El vecino más cercano eran los Colinas, una familia de pescadores de pulpos y langostas que vivian a una legua de distancia cerca de la bahía.
Los hermanos eran bien llevados, Ramón era el mayor y por tanto le daba ordenes a Ricardo que respetaba sus decisiones y hasta le temía un poco a su caracter voluntarioso.
Las tareas domésticas estaban divididas.
Ramón se dedicaba a la pesca, cuidaba los animales del patio y cocinaba, mientras Ricardo, sembraba, cargaba el agua desde el pozo en carretilla y se ocupaba de las reses y las cabras a las que ordeñaba cada amanecer.
Aquel sitio solo era visitado por algunos pescadores que pasaban la noche en los afilados pesqueros del arrecifle y por carboneros que cortaban leña , levantanban grandes hornos y pasaban las noches velandolos hasta que estuviera el carbón que luego envasaban en sacos de yute y los llevaban a los pueblos a vender.
Casi todos los fines de semana los hermanos se iban a la casa de los Colinas a jugar a las cartas y a conversar sobre los sucesos pasados y presentes.
Recién afeitados, vestidos con la ropa de salir y oliendo a colonia llegaban cayendo la tarde y cenaban con Nito Colina, su esposa Hilda , sus tres hijos y Gloria hermana de Nito y que en su juventud había estado comprometida con Ramón pero la boda nunca se dio y terminaron ambos envejecidos y para vestir santos.
Luego sacaban los taburetes al portal, prendían sus tabacos y se contaban los acontecimientos de la semana, hablaban del trabajo, los animales, la siembra ,el tiempo y las mareas,
También recordaban episodios del pasado pues se conocían desde niños y sus padres habían sido muy buenos amigos.
Ramón era más conversador que Ricardo que prefería escuchar en silencio o afirmar lo dicho por su hermano.
Cuando oscurecia entraban a la sala iluminada por dos quinques, se sentaban a la mesa vestida por un mantel floreado y comenzaban a jugar cartas, fumando y bebiendo el café amargo y fuerte hecho por Hilda y escuchando los acordes de un viejo piano tocado por Gloria.
Esa noche Nito repartió las cartas y luego de darle una chupada a su puro dijo como si hablara consigo mismo.
Olvidé decirles que ayer al mediodía vinieron unos carboneros en busca de agua y me contaron que la noche anterior vieron un pájaro gigante volando en circulo sobre los hornos.
Ramón le respondió mientras contemplaba sus tres cartas.
Nosotros que hemos vivido en estos bosques durante media vida nunca hemos visto nada semejante., creo que están inventado cosas.
Y eso no es todo- prosiguió el dueño de la casa- dicen que había luna y el pájaro
daba graznidos que helaban la sangre y uno de ellos asegura que lo vio posarse en
un algarrobo,y al acercarse pudo ver que se trataba de un hombre con alas.
Ricardo se estremeció.
Ramón lo observó con el rabo del ojo.
Son habladurías y fantasías de esos hombres,.
Puede que sea un demonio- se atrevió a decir su timido hermano.
Las venas del cuello de Ramón se hincharon.
Dije que nada de eso es verdad, o es que crees en esas estupideces.
Ricardo bajó la cabeza y se concentró en el juego.
Nito tomó la palabra una vez más.
Yo tampoco creo en esa aparición, por estos parajes sabemos que rondan espiritus,
pero no hombres que vuelan , sean demonios o ángeles
Y que hicieron los carboneros-? preguntó Ricardo con voz apagada .
Algunos bien asustados se fueron a la bahía a tomar el barco del mediodía y tres de ellos decidieron quedarse para que no se le vuelen los hornos.
Ramón lanzó una carta al centro de la mesa.
Esos que se fueron te aseguro que inventaron lo del pájaro para marcharse al calor de sus mujeres y dejaron a los otros infelices en vela.
Dejó escapar una bocanada azulada que subió lentamente hacia la penumbra del techo.
Mi padre decía que el vivo vive del bobo y el bobo de su trabajo.
Hicieron silencio y se concentraron en el juego.
Terminaron de jugar a las diez y media de la noche
Se pusieron de pie y acompañdos por la familia hasta el portal se despidieron hasta el próximo fin de semana.
Ramón lanzó un silbido antes de montarse en su alazán y su perro que se juntaba con los de Nito vino a la carrera.
Era un enorme ejemplar llamado Capitán que había criado a soga desde cachorro y solo soltaba en las noches para que cuidara la casa o lo acompañara en sus viajes.
Era un perrazo fiel y de raza indefinida pero adiestrado para ser tan fiero como un león.
Ricardo montó sobre su yegua mora y los dos jinetes cruzaron el potrero donde dormían
las reses y los carneros, abrieron el portillo y se fueron trotando por el camino.
La noche estaba fresca y la luna en ese instante comenzaba a salir,
truenos lejanos retumbaban en el invisible horizonte del mar iluminado por dispersos relámpagos.
La última noche soñe con papá.- dijo Ricardo
Qué soñaste?
Fue un sueño extraño, él estaba en el patio de la casa vestido con aquella camisa de lino
que tanto le gustaba y nos decía con autoridad , hijos no tienten al demonio.
Ramón se quitó el sombrero se alisó el escaso cabello y se lo puso de nuevo.
Hace más de un año que no sueño con él
La luna llena había salido por completo dandole al monte un tono plateado.
Ahora el camino giraba pegandose a la costa y el monte firme terminaba y empezaban los uveros de caleta donde hordas de cangrejos retrocedían sobre las hojas secas.
De pronto el alazán se detuvo, imitado por la mora.
El jinete lo pinchó con las espuelas en los ijares pero el bruto corcobiando y dando fuertes resoplidos no quiso dar un paso.
Caballooo, arre, arreeee
La mora comenzó a caracolear y trataba de pararse en dos patas.
Estos animales han visto algo y no quieren caminar.- dijo Ricardo mirando a todos lados.
Ramón desmontó y trató de halar al alazán por las riendas pero el animal dando un relincho se rehusaba.
Fue entonces que el molesto hermano vio el rostro alterado de Ricardo señalando algo con el brazo.
Se volvió y divisó bajo un uvero y en la noche blanca un ser extraño.
Lo veía de perfil, era un bulto peludo y oscuro y estaba erguido sobre sus patas.
No tenía brazos
Ricardo había quedado petrificado sobre la yegua que movía la cabeza de arriba a bajo y giraba el cuello tratando de morder a su dueño
Ramón era un hombre valiente y temerario, de un silbido llamó a Capitán, el fiel perro se acercó a sus piernas gruñendo y con los pelos del pescuezo erizados pero de pronto puso la cola entre las patas, se orinó y dando gemidos se marchó corriendo.
Mierda de perro- masculló Ramón- mañana mismo lo ahorco.
Y diciendo esto desenvainó su afilado e inseparable machete.
No tientes al demonio-escuchó decir a Ricardo a sus espaldas.
No le temo a los vivos ni a los del otro mundo- y se lanzó a la persecusión de la aparición que se internaba a la carrera en los uveros levantando montones de hojas secas que crujían .
Ramón regresa, no tientes al …..
Pero su hermano se mantuvo tras su presa.
Se hizo un silencio sobrecogedor solo roto por el canto de algún grillo.
Ricardo tembloroso aguzó el oído pero no pudo percibir ningún ruido intenso
estaba desmontando de la yegua cuando escuchó un potente graznido y un fuerte batir de alas que se acercaba.
De repente apareció un pájaro enorme sobre su cabeza.
Volaba bajo y pudo verlo bajo la luna.
Los carboneros tenían razón , era un hombre alado con el cuerpo cubiero de pelo, su cabeza era humana y sus orejas eran pequeñas y puntiagudas
Su rostro era pálido, los pómulos hundidos y sus ojos grandes y saltones, la boca se le abría desmesuradamente cuando el ser lanzaba aquel espantoso graznido.
Ricardo vio con horror que de sus fuertes garras colgaba el cuerpo sin vida de su hermano.
El ser continuó volando hacia el mar y adentrandose unos metros de la costa dejó caer el cuerpo sobre las negras aguas.
Ricardo presa del terror pinchó a la mora que saltó como un resorte hacia delante y comenzó un enloquecido galope.
A sus espaldas escuchó que los graznidos lo perseguían.
La casa estaba a menos de cien metros.
El jinete casi acostado sobre su cabalgadura le gritaba en su oreja.
Arreee, mora, arrre.
Con una mano guiaba la rienda y con la otra golpeaba las ancas de la yegua que asustada
por los chillidos que lo perseguían casi volaba como el viento.
Aquel ser que le había asesinado a su hermano estaba casi sobre ellos, escuchaba su aleteo infernal y el vapor de su aliento.
Divisó la casa bañada de luna, y comprendió que no le sería fácil entrar antes de ser atrapado por aquella cosa, las puertas estaban cerradas y sus llaves en el bolsillo.
Fue entonces que vio algo sorprendente que le hizo dar un grito de alegría mesclada con terror.
Allá en el medio del patio lo esperaba su padre vestido con su camisa de lino, encorvado y con aquella sonrisa que siempre bailaba en sus labios.
Abrió los brazos y se interpuso frente al jinete,.
La mora lo franqueó.
Ricardo sintió un frío por todo su cuerpo.
Frenó al tembloroso animal y lo puso de frente al peligro.
En ese instante vio al fantasma de su padre elevarse y chocar con la entidad alada.
No hubo encontronazo de cuerpos, solo se hizo una nube naranja que luego se disolvió en pequeñas estrellas del mismo color que se elevaron hacia la cúpula estrellada
No tientes al demonio- balbució Ricardo mientras caía desmayado.

Ernesto Ravelo

1 comentario:

Denis Fortun dijo...

Ernesto, una historia excelente. Escribeme a mi correo.
denisr72mas@yahoo.com. Este cuento solo precisa limpiarse y quitar muy pocas cosas que no aportan, pero muy pocas. Y ademas los signos de puntuacion, como comas y cosas asi. Siento que aun le falta pulirse, pero es solo cosa de brillo, y menor. La historia y el escenario en que la recreas esta excelente. Sigue fajao con la literatura, mi ecobio, usted es un escritor nato. Si me lo permites, lo voy a editar, limpiarlo un poco, y luego lo publico en Fernandina. Pero antes dame tu permiso pues este cuento esta de altura. No publiques este coomentario, consideralo un mensaje.

Un abrazo
Denis