Entrada destacada

Pobre trovador

He aquí la historia del hombre que no supo escapar de una ideología funesta, era un poeta y con su guitarra a cuestas compuso canciones a l...

viernes, 7 de enero de 2011

Mi marido me está dando.

Ese sabado nos levantamos temprano, desayunamos y nos fuimos de prisa hacia la terminal de omnibus situada en la popular calle Gloria para tomar la guagua
de las ocho con destino a Pasacaballos.
Los abuelos de mi esposa vivian cerca del hotel de Rancho Luna y casi todos los fines de semana ibamos a visitarlos y regresabamos a Cienfuegos el amanecer del lunes.
Era pleno verano y a pesar de la hora ya el calor comenzaba a hacer estrago.
Caminamos las ocho cuadras de siempre, yo cargando un maletin y a mi hija que tenía
4 años y mi esposa con la cartera y dos bolsos de mano con la ropa y los viveres.
Llegamos sudorosos compramos los pasajes y bajamos en busca de asientos a aquel salón
donde los viajeros se abanicaban o se secaban el sudor con sus pañuelos.
Nos sentamos y expectantes esperamos pero de pronto escuchamos por el altavoz que el viaje quedaba cancelado hasta las diez de la mañana pues la guagua estaba en el taller.
Nos miramos y mi esposa me preguntó.
Que hacemos?
Le respondí.
Mejor esperamos, pues el sacrificio vale la pena.
Me refería a pasar un buen momento en la playa, pescando, o viendo una puesta de sol.
Así que continuamos en aquel sopor.
Fuí a la cafetería y compré algo de comer y beber y luego fui al baño.
No se ahora, pero en aquellos tiempos la terminal de omnibus y sus alrededores era frecuentada por los homosexuales de la ciudad, cosa muy normal, como era el caso de otras areas frecuentadas por las Jineteras, otras por los roqueros, otras por los bisneros y así.
Pero siempre en un grupo existen los enfermos y viciosos y los baños de la terminal eran frecuentados por homosexuales de esa laya en busca de una oportunidad sexual.
Recuerdo que entré, no había nadie y enseguida tras de mi entró un sujeto delgado
de ademanes nerviosos que se puso a orinar o hacerse que orinaba cerca de mi lanzandome miradas furtivas y guiñandome un ojo.
En ese instante entró un guajiro alto, sanguínio y con un enorme sombrero de paño y el joven desvió su atención hacia él.
Después de vaciar mi cargada vegiga, sacudí, guardé y me retiraba cuando escuché a mis espaldas el estrépito de una galleta en pleno rostro.
Me volví y vi al delgado homosexual en el piso suplicando y tapandose el rostro.
El enfurecido guajiro lo levantó por el cuello y le espantó unos cuantos gasnatones.
Abandoné el baño en el instante que el joven comenzó a gritar.
Mi marido me está dando, ayudenme por favor.
Varios hombres entraron al baño donde el enfurecido hombre descargaba una lluvia de golpes a puño cerrado contra el vicioso.
Mi marido me está dando, está celoso, quitenmelo de arriba.
Salieron tres sujetando al guajiro que rojo como un tomate vociferaba.
Te voy a matar maricón de mierda, yo no te conozco y te estabas fresqueando conmigo.
El joven salió hinchado , ensangrentado y tembloroso le decía a los curiosos que había sido una pelea entre marido y mujer.
El guajiro bufiaba de la ira y la impotencia y trataba de fazarse de sus captores.
En ese momento llegó la policia y el mariconcito seguía insistiendo que el pobre hombre era su pareja.
En conclusión a los dos se lo llevaron preso por escandalo público y las opiniones
de los curiosos comenzaron a fluir.
La mayoría opinaba que eran compromiso.


ERG

No hay comentarios: