El viento infla sus carrillos y la pelusa
sobrepasa el campanario en busca de buitres,
aviones y aves migratorias.
La ataca el vértigo, cierra los ojos, gira,
mareada, temerosa de ser conducida
a las galaxias.
Queda ciega entre nubes, roza el pico
de un águila, estornuda, grita, pide regresar,
pero nadie la escucha.
Sigue su vuelo al abismo,viendo la lluvia
caer y el trueno retumbar.
Moribunda, arriba al pequeño planeta
Del Principito que duerme bajo un baobab.
Pero el viento la aleja, no quiere que sea
domesticada.
Y dando un suspiro se esfuma entre astros.
Ernesto Ravelo
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